Carlos Lazo, CEO de Yox Holding y autoproclamado visionario del “trading deportivo”, fue finalmente detenido en Las Vegas tras meses de investigaciones y denuncias. Acusado de orquestar un fraude que supera los mil 860 millones de pesos, afectando a más de cinco mil personas, su caída recuerda más a un guion de película de apuestas ilegales que a una operación financiera legítima.
El empresario, de origen venezolano, vendía la promesa de rendimientos casi mágicos: ganancias anuales del 34.98% mediante apuestas deportivas respaldadas, supuestamente, por algoritmos propios. La realidad, como en muchos esquemas que suenan demasiado buenos para ser ciertos, terminó siendo un monumental fraude.
La historia de Yox Holding y sus derivados, como Upick Fund y Xoy Asesores, se fue cocinando desde 2022, cuando la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) alertó que la firma no estaba autorizada para captar dinero del público. Sin embargo, y en una jugada que parece escrita para exasperar a cualquier inversionista sensato, en 2023 Yox logró revertir la advertencia mediante un amparo. Así, con sello judicial en mano, continuaron sus operaciones, ahora con más impunidad que antes.
Desde enero de 2024, los pagos a los inversionistas empezaron a fallar. Para entonces, la maquinaria ya había reclutado a miles, ofreciendo rendimientos mensuales del 3.1% al 3.5% con inversiones mínimas de 10,000 pesos. La ilusión fue tan seductora que hasta franquicias deportivas y marcas comerciales se sumaron al emporio de Lazo: equipos como Chihuahua FC, Generales de Durango, Libertadores de Querétaro y los Reds de la Ciudad de México fueron parte del paquete de imagen que envolvía la estafa.
El golpe no solo alcanzó a inversionistas de Jalisco, sino que se extendió a Baja California, Michoacán, Puebla, Nuevo León, Oaxaca, San Luis Potosí, Querétaro, Durango y Aguascalientes. Según la Fiscalía de Jalisco, que abrió mil 517 carpetas de investigación relacionadas a tres mil 646 víctimas, la afectación económica supera los mil 861 millones de pesos tan solo en ese estado.
La captura de Carlos Lazo fue posible gracias a la intervención de la Oficina de Análisis de Seguridad de la Embajada de Estados Unidos en México y de Interpol, que, tras recibir la solicitud de alerta roja en febrero de 2024, logró ubicarlo en Nevada. Hoy se encuentra bajo custodia del Enforcement and Removal Operations (ERO) de EE.UU., esperando su posible deportación. Claro, si Lazo no decide dilatar su salida solicitando audiencia ante un juez migratorio, un clásico movimiento digno de cualquier saga de delincuencia de cuello blanco.
Chihuahua también reclama a Lazo por su presunta responsabilidad en fraude, y aunque varias fiscalías estatales tienen abiertos expedientes, Jalisco —por haber iniciado las denuncias y la alerta internacional— tiene la preferencia en su extradición.
Mientras los trámites de deportación avanzan a paso de tortuga, queda claro que el desenlace de esta historia no es simplemente el del “emprendedor incomprendido” como algunos querían pintar a Lazo. Más bien, expone las grietas de un sistema de regulación financiera que, en lugar de actuar a tiempo, se enredó en litigios y terminó protegiendo, aunque fuera indirectamente, el mayor esquema de fraude vía “apuestas deportivas” que ha visto México en tiempos recientes.
Incluso la CNBV, que inicialmente advirtió sobre los riesgos de Yox Holding, terminó reculando su postura bajo presiones judiciales en 2023. Esto provocó que las defensas de los afectados ahora no solo apunten a Lazo, sino también a demandar a las autoridades financieras por omisión y daño patrimonial.
Mientras tanto, los damnificados siguen esperando justicia. No solo la devolución de su dinero —una quimera a estas alturas—, sino al menos la mínima satisfacción de ver al “inversor estrella” enfrentando cargos ante una corte mexicana, y no dando conferencias motivacionales desde una celda VIP en Nevada.
Yox Holding se promocionaba como la fórmula perfecta entre deporte, innovación y finanzas. Pero, como suele pasar con los cuentos demasiado optimistas, todo terminó en una estafa que ni en Las Vegas habrían apostado que terminaría tan mal.




