El Ferial: la máxima representación teatral de Aguascalientes (y lo que eso dice de nosotros)
En una tierra de artistas, artesanos y músicos, resulta casi paradójico que la producción teatral más grande del estado sea, a la vez, una de las pocas que existen. El Ferial, orgullo escénico de la Feria Nacional de San Marcos, se ha consolidado como la máxima representación teatral de Aguascalientes. Y lo es, tristemente, porque no hay muchas otras con las cuales compararla.
Esto no pretende demeritar su valor. Al contrario, El Ferial es un mosaico de talentos locales, música en vivo, danza folclórica y narrativa escénica que, año con año, rescata momentos clave de la historia de México con una dignidad que pocas producciones pueden presumir. Pero también es un espejo incómodo que refleja la escasa inversión y visión hacia el teatro en el estado durante el resto del año.
En otros contextos, El Ferial sería solo una entre muchas puestas en escena que florecen en distintas temporadas. Aquí, se convierte en el oasis de una escena teatral casi desértica, donde el talento existe, pero no encuentra espacios, apoyos ni públicos para desarrollarse de forma sostenida.
Este 2025, el guion apostó por refrescarse: una historia distinta, centrada en una pareja foránea que redescubre la riqueza cultural del Camino Real de Tierra Adentro. Una decisión interesante, incluso valiente, que rompe con estructuras repetitivas y abre nuevas posibilidades narrativas. No es una elección errónea ni tendenciosa, sino una propuesta con intención creativa.
Sin embargo, en esta búsqueda de lo nuevo también se dejó de lado lo entrañable: los barrios antiguos que han sido el alma de Aguascalientes por generaciones. Este año, El Encino, San Marcos, Guadalupe, La Estación y tantos otros rincones llenos de historia, tradición y carácter local no encontraron su lugar en el escenario.
Y eso pesa. Porque El Ferial no solo debe emocionar; también debe representar. No hay identidad sin raíz, y no hay raíz sin barrio. Quienes nacieron o crecieron en esos espacios saben que su historia también es parte del México profundo que El Ferial suele retratar. Esta omisión no invalida el esfuerzo ni la calidad del espectáculo, pero sí invita a la reflexión: ¿a quién estamos representando cuando contamos “nuestras” historias?
Uno de los grandes aciertos de esta edición fue, sin duda, el aspecto musical. La banda en vivo ofreció una experiencia rica, variada y poderosa, que no solo acompañó, sino que elevó cada escena. La inclusión de géneros diversos -desde danzón hasta electrónica, del jazz al pop, pasando por el rock, el dance y, por supuesto, la música mexicana en su versión más folclórica- hizo del sonido un lenguaje tan protagónico como la palabra y el movimiento. Fue una propuesta incluyente y contemporánea, que apostó por representar la pluralidad sonora que hoy forma parte del día a día en Aguascalientes. Un Ferial que suena así, también habla de un estado que se escucha más amplio, más moderno y más vivo.
Este año también marcó un cambio visual significativo: la escenografía se vistió casi por completo de pantallas LED, una apuesta tecnológica que dio dinamismo, color y espectacularidad a la puesta en escena. Sin embargo, esa modernidad también tuvo un costo: la participación de escenógrafos, tramoyistas y creadores de espacios físicos fue notablemente menor. Aunque algunos sí estuvieron presentes, su protagonismo se vio opacado por la omnipresencia de lo digital. Y eso nos lleva a una pregunta fundamental: ¿hasta qué punto la tecnología debe sustituir, y no complementar, a los oficios tradicionales del teatro? Porque en El Ferial, cada tornillo, cada madera pintada a mano, cada telón que sube o baja, también cuenta una historia. Dejar de lado a quienes construyen esos mundos tangibles es perder parte del alma artesanal que ha hecho grande a este espectáculo.
Si El Ferial puede convocar a cientos de artistas y llenar el Teatro Aguascalientes noche tras noche, ¿por qué no apostar por una cartelera teatral estatal sólida durante todo el año? ¿Por qué no convertir este esfuerzo puntual en la semilla de algo más grande, más permanente?
El Ferial 2025 fue bello. Pero en su belleza faltaron rostros, calles y aromas que hacen de Aguascalientes algo más que un punto en el mapa del Camino Real: lo hacen hogar.
El Ferial 2025 fue, sin duda, un éxito.
Llenó el teatro. Emocionó al público. Hizo vibrar al estado.
Y, sobre todo, nos recordó que el arte está vivo. Que hay talento, creatividad y ganas.
Nos deja, también, con varias preguntas en el aire: ¿De qué irá el próximo? ¿A quién pondrá en el centro? ¿A qué historias les tocará subir al escenario? Porque si algo quedó claro este año, es que El Ferial no solo se presenta. El Ferial se espera.




