La garita de San Ysidro fue, este 9 de mayo, escenario de un suceso que podría marcar un giro en la historia del narcotráfico mexicano. Al menos 17 familiares de Joaquín “El Chapo” Guzmán, incluyendo a su exesposa Griselda López Pérez y una hija del capo, cruzaron voluntariamente hacia Estados Unidos para entregarse al FBI. La escena, retratada en fotografías y videos difundidos por el periodista Luis Chaparro en el portal Pie de Nota, reveló a un grupo que viajó desde Culiacán cargado de maletas —y presuntamente 70 mil dólares en efectivo— hasta el puerto fronterizo de Tijuana. Desde allí, cruzaron a pie mientras francotiradores y agentes federales custodiaban su entrada.
Más allá del espectáculo visual y mediático, la entrega voluntaria del clan Guzmán parece estar relacionada con el acuerdo judicial que Ovidio Guzmán López, hijo de El Chapo, alcanzó recientemente con fiscales estadounidenses. El pasado 6 de mayo, la Corte Federal del Distrito Norte de Illinois recibió una notificación que anunciaba la reprogramación de la audiencia de Ovidio para el 9 de julio, fecha en la que se espera se declare culpable de varios cargos por narcotráfico. A cambio, podría recibir una sentencia reducida. Aunque los detalles del trato no han sido revelados públicamente, diversas fuentes apuntan a que incluiría la colaboración del acusado en otros procesos judiciales y el posible reasentamiento de su familia bajo protección.
La periodista investigación sugiere que la entrega no fue una improvisación. El grupo cruzó de manera organizada, en medio de un fuerte dispositivo de seguridad, y, según las fuentes de Chaparro, la intención sería obtener residencias permanentes en EE.UU. para los miembros de la familia. El movimiento se interpretaría como parte de una estrategia para garantizar la seguridad y cooperación del entorno más cercano de Ovidio, actualmente preso en Estados Unidos tras ser extraditado en 2023.
Este nuevo capítulo se suma a la historia ya convulsa del clan Guzmán. Desde la extradición de Joaquín Guzmán en 2017, el liderazgo del Cártel de Sinaloa se fragmentó, dejando a sus hijos, conocidos como Los Chapitos, al frente de una facción acusada de liderar el tráfico de fentanilo hacia EE.UU. La presión internacional ha ido en aumento: operativos binacionales, sanciones del Departamento del Tesoro y órdenes de captura de la DEA han acorralado al grupo. Sin embargo, figuras clave como Iván Archivaldo Guzmán y Jesús Alfredo Guzmán López aún permanecen prófugos.
El panorama interno del cártel también se ha visto sacudido. La detención de Joaquín Guzmán López, “El Güero Moreno”, en 2024, tras ser presuntamente delatado por Iván Archivaldo, desató un conflicto interno con el Mayo Zambada. Este enfrentamiento ha dejado a Sinaloa en una tensa calma y bajo el constante acecho de la violencia.
En este contexto, la entrega de 17 familiares del Chapo podría interpretarse como una maniobra para proteger al núcleo familiar ante una inminente desarticulación. Pero también refleja una tendencia creciente: el desmoronamiento de los pactos de lealtad interna dentro del cártel frente al avance de la cooperación judicial con EE.UU.
A nivel diplomático, el hecho también provocó un desconcierto en el gobierno mexicano. La presidenta Claudia Sheinbaum confirmó que no se recibió información formal del cruce fronterizo por parte de las autoridades estadounidenses, lo que ha motivado una solicitud de aclaración por parte de la Fiscalía mexicana. La mandataria recordó que existe una obligación por parte del Departamento de Justicia estadounidense de compartir datos relevantes sobre casos que involucren a ciudadanos mexicanos, especialmente en temas relacionados con el crimen organizado.
Mientras tanto, el futuro de la familia Guzmán y la estructura que sostuvieron por décadas parece pender de acuerdos judiciales, convenios migratorios y una narrativa que ya no se escribe en los cerros de Sinaloa, sino en cortes federales de Chicago. Que haya sido en San Ysidro, un puente que históricamente ha simbolizado cruce y frontera, donde se escenificó este viraje familiar, no deja de tener su peso simbólico: los Guzmán han comenzado a cruzar no sólo líneas geográficas, sino límites de poder.




