Una chispa, una explosión y una nube tóxica bastaron para convertir una tranquila jornada laboral en Alcalá de Guadaíra, Sevilla, en una emergencia regional. El incendio del 8 de mayo en la planta de Planisur, empresa dedicada a la distribución de productos químicos como cloro, disolventes y sosa cáustica, desencadenó una alerta masiva que puso a más de 77 mil personas en confinamiento domiciliario.
El siniestro se originó en una nave del polígono industrial La Red alrededor del mediodía. Según testigos y autoridades, una chispa durante el envasado de disolventes inflamables podría haber sido el detonante. Aunque la alcaldesa Ana Isabel Jiménez aseguró que el depósito más tóxico ya había combustido por completo hacia el final del día, los bomberos no lograron extinguir por completo el fuego durante varias horas, debido a la alta inflamabilidad de los productos almacenados.
La columna de humo negro fue visible desde más de 80 kilómetros de distancia y llegó incluso a afectar la calidad del aire en Sevilla capital. La Junta de Andalucía activó de inmediato su Plan de Emergencias, enviando la alerta Es-Alert a los celulares de los habitantes del área. Las recomendaciones fueron claras: cerrar puertas y ventanas, evitar salir de casa, y usar mascarillas si era estrictamente necesario salir.
A pesar del caos visual y ambiental, las autoridades insistieron en que no existió un riesgo grave para la salud pública. No obstante, dos personas resultaron lesionadas: un trabajador con quemaduras leves y un bombero afectado por inhalación de humo. La ausencia de víctimas mortales fue uno de los pocos respiros en una jornada que mostró cómo una falla mínima puede escalar a un incidente de magnitud regional.
Planisur, fundada en 1975 y con 30 empleados, representa un eslabón relevante en la industria química de Andalucía. Sus instalaciones, de más de 11 mil m², manipulaban productos peligrosos que, aunque no mortales en estado sólido o líquido, generan gases tóxicos al combustionar. Por eso, el incidente no solo pone bajo la lupa sus protocolos de seguridad, sino también el marco regulatorio que permite este tipo de almacenamientos en zonas industriales cercanas a núcleos habitacionales.
Este evento no fue un hecho aislado. Días antes, una nube tóxica provocada por un incendio en Cataluña confinó a 150 mil personas. Y en semanas recientes, España ha enfrentado interrupciones en trenes por robo de cableado y apagones masivos. Si bien las autoridades descartan vínculos entre estos eventos, el patrón evidencia una fragilidad operativa preocupante.
La destrucción total de la planta de Planisur y las posibles consecuencias ambientales aún están en evaluación. La investigación sobre las causas se encuentra en curso y deberá determinar si hubo fallos humanos, técnicos o negligencias empresariales. Mientras tanto, el incendio deja una estampa clara: cuando la seguridad industrial falla, la emergencia la paga la ciudadanía.




