La comunidad universitaria vive un momento de profunda conmoción tras el fallecimiento de cinco estudiantes de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán, de la UNAM, en un accidente automovilístico ocurrido el 20 de mayo. El hecho se registró a las afueras del plantel, cuando el vehículo en el que viajaban cayó al canal de aguas negras del Emisor Poniente, en la intersección de la avenida Cuautitlán México. Las intensas lluvias de esa tarde habrían sido un factor determinante.
Las víctimas, identificadas como José Alberto Espinosa Aranda, Carlos Tadeo Salazar Murillo, Daniel Elías Gil Rodríguez, Emilio Daniel Pacheco García y Jonathan Ignacio de la Cruz Vite, eran alumnos de la licenciatura en Medicina Veterinaria y Zootecnia. Fueron localizados sin vida por los cuerpos de rescate cerca de la medianoche, en la zona de San Sebastián Xhala, Estado de México, después de que sus familiares reportaran su desaparición y pidieran ayuda en redes sociales.
La Universidad Nacional Autónoma de México y la FES Cuautitlán confirmaron el deceso mediante comunicados oficiales, en los que expresaron su dolor ante la tragedia. Ambas instancias señalaron que el accidente se vio agravado por las condiciones meteorológicas del día y reiteraron su respaldo a los familiares, brindando acompañamiento jurídico e institucional.
“La UNAM lamenta profundamente el fallecimiento de cinco estudiantes […] quienes perdieron la vida en un lamentable accidente, agravado por las condiciones climáticas”, expresó la institución. La FES Cuautitlán se sumó a las condolencias y destacó que se mantendrá atenta a las investigaciones, esperando que las autoridades esclarezcan los hechos.
Hasta ahora, no se ha detectado ninguna señal de violencia en los cuerpos, lo que refuerza la hipótesis de un accidente provocado por el clima extremo. Sin embargo, la exigencia de claridad en las circunstancias apunta a una necesidad más profunda: cuestionar si la infraestructura vial de la zona es segura frente a fenómenos meteorológicos cada vez más intensos.
El alcalde de Cuautitlán, Daniel Serrano Palacios, también manifestó su pésame, sin que hasta el momento haya un posicionamiento oficial sobre acciones inmediatas para mitigar riesgos similares en esa área.
Mientras tanto, la comunidad universitaria ha reaccionado con dolor y solidaridad. Estudiantes y docentes han manifestado su consternación en redes sociales, señalando la pérdida como “irreparable” y exigiendo mayor atención a las condiciones de seguridad en torno a los planteles.
Más allá del pésame institucional, el accidente pone sobre la mesa la urgente necesidad de repensar el vínculo entre infraestructura, condiciones climáticas extremas y prevención de riesgos. En una región donde la urbanización avanza sin una planeación hidráulica efectiva, el costo humano de la negligencia ya no puede asumirse como una estadística más.




