Cátedra
Poesías líricas
Se rompieron de pronto
los cántaros grises de la tarde
y Zeus dormía su siesta.
Bajaron las esferas divinas
y posáronse allí
en el húmedo aroma de sus rasgados ojos,
a mirar dulcemente
el correr del amor sobre el paisaje
solitario…
Sus ojos fueron vistos por mis ojos
cuando miraron lejos…
Sus manos fueron vistas por mis manos
cuando aquellas esferas
bajaban por sus dedos.
Y aquella cabellera
de cielo, de tierra, de infierno,
viajaba por los aires
buscando un sol
para sus campiñas marchitas
por mi imaginación.
Pero…
aquellos ojos inolvidables
por los que puede mirarse
un fantástico mundo humedecido
de esperanzas,
de esferas,
de amor incontenible,
miraron al ocaso;
se llenaron de rojos un instante
y emprendieron el sueño.
Velaré sus senderos
y esperaré fielmente al pie de la mañana.
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“Por la unidad en la diversidad”
Aguascalientes, México, América Latina




