El pulso entre la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) y la presidenta Claudia Sheinbaum atraviesa uno de sus momentos más críticos a escasos días de la elección judicial del 1 de junio. Lo que comenzó como un paro laboral y una exigencia salarial derivó en bloqueos estratégicos, un plantón en el Zócalo y ahora, en una disputa política que amenaza con impactar la jornada electoral que definirá al nuevo Poder Judicial.
El magisterio exige el cumplimiento de promesas de campaña: la derogación de la Ley del ISSSTE de 2007 y un aumento salarial del 100%. La respuesta gubernamental ha sido un incremento del 10% y el argumento de que la abrogación de la reforma representa un riesgo fiscal inasumible. Aunque Sheinbaum ha reiterado su rechazo a dicha ley, también ha cerrado la puerta a reunirse directamente con la CNTE, canalizando cualquier negociación a través de sus secretarías.
La tensión escaló cuando la mandataria acusó a la CNTE de alinearse con la derecha al llamar a boicotear las elecciones judiciales. “Ahora ya plantean lo mismo que plantea la derecha. ¿Qué tiene que ver la decisión del pueblo de México de elegir al Poder Judicial con la demanda de la derogación de la ley de 2007?”, cuestionó en conferencia de prensa. Para el gobierno, la narrativa de boicot se asemeja peligrosamente al discurso conservador que rechaza la reforma judicial por motivos ideológicos.
La CNTE respondió con firmeza: “No somos el PRIAN”, sentenció Ernesto Ramírez, vocero de la Coordinadora, aclarando que la decisión de bloquear el INE y mantener el plantón fue tomada por su Asamblea Nacional, sin intervención partidista. Desde su perspectiva, acusaciones como estas no solo desinforman, sino que criminalizan su movimiento, comparándolo con campañas de denostación de gobiernos anteriores.
Mientras tanto, las protestas afectan a miles de ciudadanos. El Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México ha registrado cierres parciales y varios medios fueron bloqueados de acceder a las conferencias presidenciales. Esto ha sido motivo de crítica por parte de Sheinbaum, quien considera que las acciones radicales restan legitimidad a las demandas del magisterio. “Si ya tienen una mesa de diálogo, ¿para qué reunirse con la presidenta?”, declaró.
La CNTE, por su parte, ha condicionado la suspensión de movilizaciones a una respuesta concreta del gobierno. “No estamos locos para seguir sufriendo si nos dan solución”, dijo Pedro Hernández, de la sección 9. Sin embargo, la presidenta mantiene su postura: diálogo sí, pero con las dependencias correspondientes.
En el fondo, este choque revela un viraje significativo en la relación entre un movimiento históricamente afín a la izquierda y una mandataria que hoy gobierna con los ojos puestos en la gobernabilidad, la imagen pública y una elección judicial que se ha convertido en emblema de su proyecto político. Más que una simple pugna laboral, lo que está en juego es quién define el rumbo de las transformaciones institucionales en México: los que marchan, los que votan o los que legislan.




