La pulverización del voto en elección judicial
El primero de junio del año 2025, fecha de la primera elección de juzgadores en nuestro país, está por llegar. A la cita, según datos del INE, llegan 64 candidatos a ministros de la Suprema Corte, 38 candidatos a magistrado del Tribunal de Disciplina, 15 de la Sala Superior, 96 de las Salas Regionales, 1640 magistrados de Circuito y 1570 juezas y jueces federales. Las estructuras de movilización afinan su estrategia, cada cual con su lista de candidatos a apoyar, lo que resulta lógico pues los dos poderes de la unión Ejecutivo y Legislativo, representados por los mismos colores, fueron quienes los calificaron como idóneos y, por ende, los mandaron ante el Instituto Nacional Electoral para su registro como candidatos. Así que entendible es que serán sus promotores y contarán con su apoyo electoral, tal y como se está viendo en la campaña, pero más notorio será el día de la elección la movilización de los votantes guiados por las estructuras.
En esta situación: ¿Cuál será el comportamiento del voto? De entrada podemos afirmar que quedará atomizado, donde cada candidato podrá obtener sus votos, aunque simbólicos, sólo suficientes para su historia personal de que participó en esta histórica elección pero no para obtener el triunfo. Será hasta después de los resultados cuando se den cuenta del error. Por tanto, las posibilidades de triunfo tendrán que ver con qué tan eficiente es la estructura. Qué pasará con el resto, que son mayoría, que no se encuentran en esos frentes: ¿Tendrán acaso posibilidades de triunfo? Claro que las posibilidades las llevan los candidatos afines a las estructuras, esto es así, porque la mayoría de candidatos ante la falta de experiencia electoral se mueven como la diosa de la justicia con los ojos vendados sin una estrategia de construcción de alianzas ni estructuras.
La reflexión es sencilla: viendo el número de candidatos y puestos, la gran mayoría de candidatos quedará fuera de la jugada. Estos últimos, los no palomeados que resultan ser la mayoría, en teoría podríamos decir que de ahí saldrían potencialmente los triunfadores. Sólo que hay un pequeño o grande detalle: que ninguno está actuando de manera pragmática hacía lo que se denomina el voto útil. Es decir, si de ese resto que es la mayoría se armaran alianzas entre ellos y decidieran apoyar a las o los más propensos al voto podrían dar la sorpresa. Sólo que aquí surte efectos el argot mexicano de que unos, los de atrás, siempre tumban a los de adelante. Además, los candidatos están tan encarrilados que no hay uno que crea que va perder, todos se sienten ganadores y con esa mentalidad difícilmente podrán sacar más que votos simbólicos que solo servirán para que las estructuras aún, con poco trabajo, logren el triunfo. Aquí el Quid del porqué muchos estados del país adaptaron este modelo de elección de juzgadores de manera pragmática, estableciendo candidaturas únicas: de esta manera ganas porque ganas, sin riesgos ni desgaste.




