La reaparición del gusano barrenador en humanos en México ha encendido alertas sanitarias que remiten a un problema que, aunque parecía erradicado, resurge como amenaza tanto para la salud pública como para el sector ganadero. La Secretaría de Salud confirmó seis casos de miasis por Cochliomyia hominivorax, larva de una mosca parasitaria que se alimenta de tejido vivo y puede provocar lesiones graves si no se trata a tiempo.
Cinco de los pacientes ya han sido dados de alta; uno permanece hospitalizado bajo cuidados médicos. La mayoría de los contagios se localizan en Chiapas —Acacoyagua, Tuzatlán, Tapachula, Escuintla y Mapastepec— y uno más se registró en Candelaria, Campeche. Los afectados son personas mayores, con edades que van de los 44 a los 86 años, y en todos los casos el parásito se introdujo a través de heridas abiertas, muchas veces producto de accidentes menores o mordeduras de animales.
Lo que más preocupa a las autoridades es que este brote humano ocurre en paralelo con una ola de infestaciones en ganado en el sur del país. Según datos de la OMSA, entre marzo y mayo de 2025 se han registrado al menos 369 casos en animales en Chiapas, Tabasco, Campeche y Quintana Roo. La situación llevó incluso a que Panamá declarara emergencia zoosanitaria en 2023, antes de que los casos se expandieran a otros países de la región.
La enfermedad, llamada miasis, no es nueva. Se sabe que las moscas del tipo Cochliomyia hominivorax depositan sus huevos en heridas expuestas. Al eclosionar, las larvas se alimentan de tejido vivo, agravando el daño. En animales, esta infección puede ser letal; en humanos, puede generar fiebre, dolor intenso, secreciones purulentas y necrosis si no se atiende a tiempo. El tratamiento implica un lavado quirúrgico y control médico inmediato.
Frente al resurgimiento del gusano barrenador, las autoridades mexicanas han reforzado la campaña de prevención basada en higiene y detección temprana. En palabras del secretario de Salud, David Kershenobich, el objetivo es que “así como el lavado de manos previno muchas enfermedades infecciosas, ahora el lavado de heridas debe ser un hábito básico de prevención”. El llamado se extiende especialmente a zonas rurales con climas cálidos y húmedos, donde la plaga encuentra condiciones ideales para reproducirse.
Además, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció que México y Estados Unidos reactivarán su colaboración técnica para contener la propagación del parásito. Esta cooperación no es nueva: en 1972 ambos países crearon la Comisión México-Americana para la Erradicación del Gusano Barrenador del Ganado (COMEXA), la cual logró erradicarlo en los 90 gracias a la técnica de la “mosca estéril”, un método de control biológico que inhibe la reproducción del insecto.
En la actualidad, sin embargo, los retos se multiplican. La reintroducción del parásito no sólo plantea un problema sanitario, sino también económico. La industria ganadera mexicana ya arrastra pérdidas por brotes previos, y ahora enfrenta restricciones sanitarias internacionales que podrían afectar las exportaciones.
El resurgimiento del gusano barrenador ilustra un fenómeno más amplio: la fragilidad de las estrategias de erradicación ante cambios ambientales, movilidad de especies y debilitamiento de la vigilancia sanitaria. A más de tres décadas de su eliminación oficial, la larva regresa como recordatorio de que la prevención no es un evento, sino un proceso permanente.




