Cuando un estadio de béisbol se convierte en terreno de disputa migratoria, algo está fuera de lugar. El pasado jueves, en medio de la creciente tensión por las redadas impulsadas por la administración de Donald Trump, los Dodgers de Los Ángeles negaron el acceso a agentes del ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) que intentaron ingresar a los estacionamientos del Dodger Stadium. Lo que siguió fue una serie de comunicados contradictorios, protestas ciudadanas, versiones encontradas entre autoridades y un concierto simbólico de identidad cultural a ritmo del himno nacional… en español.
Strike uno: ¿Estuvo ICE o no?
Los Dodgers fueron tajantes: agentes de ICE intentaron entrar, y se les negó el acceso. Así lo publicaron en su cuenta oficial de X. La escena fue confirmada por medios locales como ABC7 y NBC, que reportaron la presencia de camionetas tipo SUV con hombres encapuchados en los alrededores del estadio, así como la llegada posterior de manifestantes que repudiaban la política migratoria del presidente. Pero como en cualquier partido complicado, no faltó quien dijera que no fue “strike”, sino “bola”.
El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) —con tono de “yo no fui”— aseguró que los vehículos vistos eran en realidad del CBP (Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza), no de ICE, y que estaban allí por motivos ajenos a cualquier operativo, incluso insinuando que uno de los vehículos tenía una falla mecánica. ICE, por su parte, fue aún más tajante: según sus redes sociales, ellos “nunca estuvieron ahí”.
Entonces, ¿a quién creerle? ¿A los videos, a los comunicados o al motor descompuesto?
Strike dos: El silencio que pesa
Mientras las camionetas se retiraban, el ruido social aumentaba. Usuarios en redes calificaron el intento de ingreso como acoso sistemático. Paola, una manifestante entrevistada por AFP, no escondió su frustración: “Han estado muy callados desde que comenzaron estas redadas… Es una traición al cien por ciento”.
Y no fue la única decepcionada. La cantante Nezza, invitada a interpretar el himno nacional en un partido anterior, decidió ignorar la supuesta indicación de cantarlo en inglés o “spanglish” y lo entonó completamente en español como acto de protesta. “Estoy muy orgullosa de haberlo hecho, no me arrepiento de nada”, dijo a Associated Press. Un gesto que resonó entre los fanáticos latinos, quienes históricamente han sido la base de apoyo del equipo. No por nada el estadio ha celebrado noches dedicadas a las herencias mexicana, guatemalteca, salvadoreña y afroamericana. La herencia migrante está en su ADN… pero el silencio institucional reciente, también.
Lon Rosen, jefe de marketing de los Dodgers, había declarado días antes al LA Times que el equipo no haría comentarios “sobre nada” relacionado con la política antimigrante. La negativa a ICE, sin embargo, parece haber marcado un cambio. Según Los Angeles Times y CNN, se espera que la franquicia anuncie iniciativas en apoyo a comunidades afectadas por las redadas. La concejal Eunisses Hernández, presente en el estadio, confirmó que la directiva colaboró con autoridades locales para retirar a los agentes.
Strike tres: El Gobierno también juega
La reacción del Gobierno federal no se hizo esperar, y tampoco evitó el juego mediático. DHS y CBP insistieron en que la presencia de los vehículos no tuvo relación con ICE ni con operativos migratorios. Algunos funcionarios incluso sugirieron que el revuelo se debió a malentendidos logísticos.
Sin embargo, el trasfondo era claro. Desde el 6 de junio, Los Ángeles ha sido epicentro de redadas en centros de trabajo, protestas, y una creciente militarización de espacios civiles. Han circulado reportes de vigilancia en bibliotecas, escuelas y tiendas. Hay familias que asisten a graduaciones por Zoom para evitar detenciones. En ese contexto, la presencia de federales a las puertas del estadio con más de 50 mil asistentes por juego no se percibe como coincidencia.
Y mientras se discutía si los federales eran de ICE, CBP, DHS o simplemente mecánicos extraviados, comentaristas conservadores como Clay Travis agitaban aún más las aguas. En Fox News, sugirió que una redada de ICE en el estacionamiento habría sido “increíble”. Una declaración que no parece buscar justicia, sino espectáculo.
Extra innings: El bate como bandera
Frente a la ambigüedad de los comunicados oficiales, han sido las acciones simbólicas las que más han resonado. Desde la decisión de Nezza hasta el posteo del jugador puertorriqueño Kike Hernández en Instagram, el apoyo real vino del terreno personal, no del corporativo. “No puedo soportar ver a nuestra comunidad siendo violada… TODAS las personas merecen derechos humanos”, escribió Hernández.
Lo cierto es que el estadio construido sobre terrenos arrebatados a familias mexicanas en los años 50 —el histórico caso de Chávez Ravine— sigue siendo símbolo de tensiones raciales y migratorias. La historia no siempre se repite, pero en Los Ángeles, a veces rima.
Mientras los Dodgers afinan su postura pública y las autoridades federales afinan sus comunicados, la comunidad sigue esperando algo más que un gesto protocolario. En un país donde lanzar una pelota puede tener más repercusión que lanzar una política pública, tal vez haya llegado el momento de decidir si el equipo sólo juega en el campo… o también en la historia.




