Cuando habitamos espacios dirigidos a la comunidad LGBTIQ+, ¿con qué frecuencia vemos a personas con discapacidad hacerse presentes en estos espacios? La realidad es que, a pesar de llevar una agenda inclusiva, las personas que viven con una discapacidad —y que también son queer— siguen siendo sistemáticamente excluidas y desplazadas dentro de los espacios LGBTIQ+. Si vamos a hablar de diversidad, hagámoslo de verdad. Aquí te compartimos algunas recomendaciones para promover espacios seguros e incluyentes para personas LGBTIQ+ con discapacidad.
1. Dejar de infantilizar a personas con discapacidad
A menudo se les coloca en una posición de “infantes eternxs” que merecen cuidados extra y sobreprotección por encima de cualquier otra persona, sin cuestionamientos. Esto provoca un desbalance en su inserción como ciudadanxs, ya que se les liga a una condición de inferioridad, en la que no se reconocen sus necesidades reales y se asume el estilo de vida que “merecen”. Evitar infantilizar su existencia contribuirá a generar un ambiente más cómodo y seguro para todxs..
2. No asumir sus preferencias sexuales
Que si no tienen necesidades sexuales, que si no sienten nada, que si hay que tratarles “suavecito” para no lastimarles… A nadie le gusta que asuman sus preferencias sexuales. ¿Por qué no dejar que, por su propia cuenta, descubran lo que les gusta y lo que no? Lo ideal sería permitirles desarrollar su vida sexoafectiva libre de prejuicios y discriminación, como cualquier otra persona.
3. Sin favoritismo: tratarles como cualquier otra persona
Pasa que, si una persona con discapacidad decide acudir a espacios como antros o bares, se le dirige un trato “especial”. De nuevo: como si fueran niñxs, sin voluntad de decidir estar ahí. A las personas con discapacidad también les gusta emborracharse, también se divierten y merecen un trato igualitario en cualquier espacio. Siempre con respeto, pero sin exceso de incredulidad.
4. Exceso de incredulidad
¿Te sorprende ver a una persona con discapacidad vivir una vida promedio, asistiendo a los mismos lugares que tú o reuniéndose con personas que no comparten sus condiciones? No tendría por qué. Aunque, en ocasiones, puedan requerir ciertos cuidados, son personas completamente autónomas e independientes. No todo en su vida gira en torno a la tragedia.
5. Dejar de ver sus vidas como una historia trágica
Porque no son historias: son personas. ¿Cuántas veces has visto cómo los logros u obstáculos de una persona con discapacidad se convierten en una historia sensacionalista? Por alguna razón, a las personas les encanta calificarlxs como inspiración, y aunque puede ser con las mejores intenciones, muchas veces esta narrativa reduce sus vidas a solo eso: historias. Y sí, las personas con discapacidad merecen tener sus historias contadas, pero vale mucho más la pena hacerlo desde el reconocimiento, el interés genuino y el gozo por conocer otras realidades.




