Los números no mienten: diversos estudios recientes muestran que un alto porcentaje de la generación Z son más propensos a identificarse con alguna forma de fe o creencia espiritual, mucho antes de considerarse ateos o agnósticos. ¿A qué se debe este fenómeno? Te contamos acá.
A comparación del año 2018, previo a la pandemia de COVID-19 en 2020, ha habido un aumento significativo en la forma en la que la religión se presenta en las vidas de los jóvenes. Según un estudio de YouGov en colaboración con Bible Society, mostró que el 48% de jóvenes entre 18 a 24 años, en Inglaterra y Gales, afirma creer en Dios o en una figura religiosa. Además, estos mismos jóvenes afirman asistir a la iglesia al menos una vez al mes.
Aunque el porcentaje total sigue siendo menor a la mitad y podría parecer poco relevante a simple vista, estos datos revelaron que hubo un aumento de 29% desde la última vez que se realizó la encuesta en 2018 en relación a la creencia en Dios entre jóvenes. La asistencia a la iglesia también experimentó un salto significativo, pasando del 4% al 16% en el mismo periodo.
En América Latina, aunque el fenómeno es distinto, la religión sigue siendo relevante. Algunos países como Colombia, Brasil o México conservan un alto compromiso religioso. En Colombia, el 89% de la población declara que rezan a diario y el 50% asiste a la iglesia con frecuencia. En Brasil, el 72% de los habitantes considera importante la religión y en México, el 39% tiene una práctica religiosa activa.
Aún no existen estudios que comprueben que este fenómeno se haya expandido hasta la población juvenil en estas regiones. No obstante, hay una fuerte tendencia en la cual muchos jóvenes se identifican como creyentes, aunque sin el vínculo institucional con la iglesia.
¿Cuáles son las razones detrás de este fenómeno?
- Era post-COVID: para muchos jóvenes, sus vidas se vieron marcadas por el aislamiento social, la incertidumbre política y una creciente crisis de salud mental. Por lo que, la religión se convirtió en un refugio emocional y una guía en sus vidas.
- Influencers religiosos en redes sociales: lejos de alejar a los jóvenes de la religión, han servido de puente para acercarlos. La influencia de influencers, a menudo cristianos, han sabido presentar la fe con un lenguaje y una estética más cercanos a la juventud actual. Desde contenido para redes sociales hasta podcasts.
- Crisis de salud mental: a medida que la conversación en torno a la salud mental continúa abriendo herramientas y estrategias para las personas, los centros religiosos se presentan como una opción viable para trabajar con esta crisis. La iglesia ofrece un espacio, que no es un hogar o un espacio de trabajo, que genera un sentido de comunidad y una forma de autoconocimiento, por lo que puede resultar atractivo para los jóvenes.
- Mecanismo de afrontamiento: dado que los últimos años han incluido una crisis de salud, política, económica y social, la idea de lidiar con toda la información sin herramientas no resulta tan buena idea. Es mucho más fácil tener a alguien a quien recurrir en tiempos de crisis y sostenernos con la llamada “fe”.
- Acto de rebeldía: aunque hubo un punto de nuestras vidas en donde ser ateo era ser cool, diferente y rebelde, la generación Z podría no estar tan de acuerdo. Mientras que los millennials contribuyeron a estas creencias agnósticas y el rechazo a la religión, solo provocó que la espiritualidad resultara más atractiva para la generación Z, desafiando “lo impuesto”.




