El 20 de agosto de 2005, el Estadio Jalisco fue testigo de un momento que marcaría el fútbol mexicano: un joven de 18 años, con el cabello alborotado y una chispa en los ojos, pisó la cancha con la rojinegra del Atlas. Su nombre era Andrés Guardado, y en la victoria 3-2 sobre Pachuca, el mundo conoció al “Principito”. Dos décadas después, celebramos ese debut que no solo lanzó a una estrella, sino que redefinió lo que significa ser un ídolo en México.
El debut que encendió la chispa
Corría el Torneo Apertura 2005, y Atlas, bajo la dirección de Daniel Guzmán, enfrentaba a un Pachuca que ya despuntaba como potencia. En el minuto 60, con el marcador apretado, un joven Andrés Guardado ingresó al campo en lugar de Daniel Osorno. Nadie lo sabía entonces, pero ese cambio sería el nacimiento de una leyenda. El partido terminó 3-2 a favor de los Rojinegros, con goles de Hugo Rodallega, Carlos Balcázar y Robert de Pinho, pero la verdadera historia no estaba en el resultado, sino en los primeros destellos de un mediocampista que corría como si el balón fuera su destino.
Guardado, nacido el 28 de septiembre de 1986 en Guadalajara, tenía apenas 18 años y ya era una promesa forjada en la cantera del Atlas. Su debut no fue casualidad: desde las fuerzas básicas, su visión de juego, velocidad y capacidad para recuperar balones lo señalaban como un talento único. Ese día, el “Principito” mostró nervio, pero también personalidad, corriendo incansablemente y dejando claro que no le pesaba la camiseta.
De Atlas a Europa: La huella imborrable de Guardado
El debut de Guardado fue solo el comienzo. En sus dos años con Atlas (2005-2007), jugó 64 partidos y marcó 6 goles, pero su impacto iba más allá de las estadísticas. Como volante mixto, combinaba la garra de un contención con la creatividad de un creador, ganándose el cariño de la afición rojinegra. En 2007, el Deportivo La Coruña de España pagó 7 millones de euros por él, convirtiéndolo en uno de los primeros mexicanos en dar el salto a Europa desde una posición de campo, no como portero o delantero.
En Europa, Guardado se convirtió en sinónimo de consistencia. Pasó por clubes como Valencia, Bayer Leverkusen, PSV Eindhoven, Real Betis y, finalmente, el Club Léon. Con el PSV, conquistó dos Eredivisies (2014-15 y 2015-16) y una Supercopa de los Países Bajos, consolidándose como uno de los mejores mediocampistas mexicanos de todos los tiempos. Sus 186 partidos con la Selección Mexicana y 28 goles lo convierten en una figura indiscutible, con participaciones en cinco Copas del Mundo (2006, 2010, 2014, 2018 y 2022).
El “Principito” y su legado en el fútbol mexicano
Guardado no solo brilló en el extranjero; dejó una marca imborrable en México. Su debut con Atlas fue el punto de partida de una carrera que inspiró a generaciones. A diferencia de otros ídolos, Andrés nunca necesitó ser el goleador estelar para destacar: su liderazgo, inteligencia táctica y humildad lo hicieron único. En 2018, tras el Mundial de Rusia, fue nombrado el mejor futbolista mexicano por la revista FourFourTwo, superando a figuras como Hugo Sánchez y Rafael Márquez.
En la Liga MX, su paso por Atlas sigue siendo recordado con nostalgia. Aunque nunca ganó un título con los Zorros, su entrega y calidad lo convirtieron en un símbolo de la cantera rojinegra, una de las más prolíficas del fútbol mexicano. En 2025, con Atlas luchando en la Liga MX, la afición sigue soñando con el día en que Guardado regrese, aunque sea para despedirse en el Jalisco.
Un hito que trasciende: 20 años de impacto
El 20 de agosto de 2005 no fue solo el debut de un jugador; fue el comienzo de una narrativa que cambió el fútbol mexicano. Guardado demostró que un joven de Guadalajara podía conquistar Europa sin perder su esencia. Su apodo, “Principito”, inspirado en el personaje de Saint-Exupéry, refleja su humildad y su capacidad para brillar sin alardear. En una entrevista reciente con TUDN, Guardado reflexionó sobre su carrera: “Nunca imaginé llegar tan lejos, pero siempre supe que quería dejar algo para México”.
Hoy, a 20 años de ese debut, Andrés Guardado puso fin al fútbol a sus 39 años, por lo que su legado ya está escrito. Desde aquel 3-2 contra Pachuca hasta convertirse en el mexicano con más partidos en Europa (cerca de 500), Guardado es la prueba de que los sueños grandes comienzan con pasos pequeños.
Un brindis por el “Principito”
El 20 de agosto de 2005, un adolescente cambió el rumbo del fútbol mexicano. Andrés Guardado no solo debutó con Atlas; plantó una semilla que sigue inspirando a jugadores como Edson Álvarez, Diego Lainez y otros que sueñan con Europa. Su historia es un recordatorio de que el talento, combinado con trabajo duro, puede romper cualquier barrera.




