Universidad Intercultural para la Igualdad, UNITI: una oportunidad educativa para la inclusión social en Aguascalientes
Desvincular la educación universitaria de su enfoque unívoco tecnocrático y concentrarse en un proceso educativo, que busque formar individuos con conocimientos y habilidades que les permitan reflexionar y entender críticamente el mundo, su entorno y a sí mismos, está íntimamente ligado a una política educativa que promueva la inclusión social y la interculturalidad, en sincronía con la realidad actual del país para contribuir a su transformación.
Así habría una universidad conectada con las demandas educativas del entorno social cercano, cuyo objetivo es llegar a aquellas personas que, por diversos motivos, no han podido acceder a una educación profesional, sin importar su condición social, familiar o de género.
Considerar la educación desde esta perspectiva traza un camino hacia el acceso educativo en el país enfocado en la equidad y el bienestar, que ha de comprometerse y dirigirse hacia una enseñanza de calidad que desaliente las desigualdades sociales.
Por ende, no debería de haber una distinción entre la educación privada brindada a una élite minoritaria, entre aquella que se ofrece a nivel público al resto de la población, que representa la mayoría, la cual no tuvo la oportunidad de ejercer en su tiempo el derecho humano a la educación (no vista ésta como un privilegio), en ocasiones obstaculizado y suscrito en lo inmediato a factores como el “fracaso escolar”, la repetición o la deserción, encontrando en el fondo la omisión del Estado en la obligación de proveer el acceso a la educación gratuita, sin cajas registradoras para el pago de colegiaturas, en todos los niveles incluidos los posgrados, pues no es un privilegio, ni se trata de una mercancía para quien pueda pagarla.
Un autor propone que hay que desarrollar “…la formación de hábitos y valores que favorezcan la convivencia con el cambio, con las diferencias, y promuevan la solidaridad, la austeridad y el rechazo a las desigualdades sociales” (Namo, 2003, p. 26).
Por lo tanto, es fundamental que la universidad y la práctica educativa correspondiente se encuentren íntimamente conectadas con la comunidad, la cual abarca a la población que la rodea, sus dinámicas, sus necesidades y problemáticas.
Esto apoya a la reconstrucción del tejido social, privilegiando la figura de una educación para la vida comunitaria, donde los miembros de la universidad valoran sus raíces, entiendan la lógica del mercado a la que proponen una economía social y solidaria; y en el marco del emprendimiento colectivo, desarrollen capacidades y produzcan conocimiento a partir de problemas reales para producir bienes y alentar el autoconsumo (Salinas, Márquez, y Huerta, 2020, p.13).
Todo modelo educativo está marcado por la elección de un proyecto de hombre y de una sociedad determinados. La Universidad Intercultural para la Igualdad, UNITI, permeada por algunos aspectos vertidos arriba, cierra la brecha de la exclusión, no rechaza, pues propone dar acceso a una educación profesional gratuita, sin filtros ni exámenes de admisión, donde quienes aspiren a ingresar a ésta, encuentren diversas carreras para formarse mediante un nuevo enfoque que tiene por fundamento el compromiso con su entorno, el derecho humano a la educación y el acceso a los estratos sociales menos favorecidos de la sociedad.
De aquí la necesidad de hacer visibles a los invisibilizados por el neoliberalismo y su predominio en lo económico, que se ha fundamentado en una cultura individualista, en el egoísmo y la ganancia, y la calificación en el trabajo en aquello de su interés que fue el distintivo dominante de la educación en México, entre otros factores, presente por más de 30 años vividos en nuestro país.
En cambio, se incorpora alternativamente una visión sobre la “…educación superior que requiere el país para generar una propuesta que transforme los procesos educativos desde una perspectiva intercultural, interseccional, antirracista, anticolonial y antipatriarcal” (SEP, 2023).
En su ideario se encuentra el humanismo que se traduce en la igualdad y la equidad, sin discriminación, ente solidaria y comprometida con su comunidad y la sociedad, al tiempo que promueve la justicia social y el desarrollo sostenible.
La UNITI, ubicada en el Municipio de San Francisco de los Romos, ofrecerá en su primera fase dos carreras, que arrancan en septiembre próximo: “Economía Social y Solidaria, y Programación e Innovación Digital, al tiempo que será la primera universidad del país con un sistema público de cuidados, que incluye estancia infantil y para personas adultas mayores, comedor universitario y lavandería comunitaria, lo cual facilitará la permanencia de estudiantes que tienen la responsabilidad de cuidar a sus hijos, padres o abuelos” (Gob. Edo. Ags., 2025).
Se trata igualmente, de la creación de un espacio libre de violencias, que procurará recuperar prácticas y saberes sociales, en donde a la par se generen entornos inclusivos y respetuosos de los orígenes e individualidades culturales de los miembros de la comunidad universitaria.
Este proyecto hace hincapié “…en las limitaciones que se enfrentan para continuar con los estudios universitarios; entre ellas, la carga de cuidados y trabajos del hogar, así como la reproducción del sistema desigual, discriminatorio, patriarcal, que impide a las jóvenes imaginar un futuro diferente del de sus madres y abuelas. […] por lo que “…será una institución que garantice un ambiente de seguridad, libre de desigualdad y sin discriminación; el enfoque pedagógico y curricular deberá ser encaminado al desarrollo de habilidades para la empleabilidad laboral y el autoempleo, teniendo asignaturas transversales como el desarrollo de habilidades digitales, la cultura y el arte” (SEP, 2023).
En síntesis, este proyecto educativo y cultural federal en sincronía y colaboración con la instancia gubernamental estatal, busca transformar la educación, fomentando una perspectiva crítica, antirracista y antipatriarcal desde el territorio, mediante un enfoque que empodera a las mujeres, reconociendo y fortaleciendo su papel en la transformación social inclusiva, entre otras dimensiones profundas ponderadas por el Estado de Bienestar.
¡Qué nadie se quede atrás!




