Óscar Pérez Rojas, el legendario “Conejo”, no es solo un portero; es un ícono del fútbol mexicano que desafió la edad, la estatura y las expectativas. Con 1.72 metros y un resorte en las piernas que parecía sacado de un cartoon, este guardameta se convirtió en sinónimo de longevidad, carisma y atajadas imposibles. Desde su debut con Cruz Azul en 1993 hasta su retiro en 2019, y su posterior incursión en roles directivos, la carrera de Pérez es una odisea de 26 años llena de títulos, récords y momentos que aún resuenan en las gradas.
El pequeño gigante de la Ciudad de México
Nacido el 1 de febrero de 1973 en Benito Juárez, Ciudad de México, Óscar Pérez creció con un balón bajo el brazo y sueños más grandes que su estatura. Formado en la cantera de Cruz Azul, debutó el 21 de agosto de 1993 contra Atlas, bajo la dirección de Enrique “Ojitos” Meza. Con apenas 20 años, el “Conejo” mostró por qué su apodo no era casualidad; su capacidad para saltar hasta el travesaño, su velocidad en el área y su calma en momentos de alta presión lo distinguieron desde el inicio. Su trayectoria, que abarca seis clubes de la Liga MX y la Selección Mexicana, es un testimonio de pasión y profesionalismo.
Cruz Azul: El hogar del Conejo (1993-2008)
Cruz Azul fue el equipo que vio nacer y brillar al “Conejo”. Durante 15 años, Pérez defendió la portería celeste en 400 partidos, un récord histórico para el club. Su etapa con “La Máquina” es la más icónica de su carrera, marcada por momentos de gloria y drama. En el Invierno 1997, se coronó campeón de la Liga MX, rompiendo una sequía de 17 años para Cruz Azul. Ese título, junto a la Copa México de 1996 y la Copa de Campeones de la Concacaf 1997 (tras vencer 5-3 al LA Galaxy), consolidó a Pérez como un referente.
En 2001 fue otro hito: Cruz Azul llegó a la final de la Copa Libertadores, enfrentando al Boca Juniors de Riquelme. Pérez tuvo atajadas memorables, pero el equipo cayó en penales. La imagen del “Conejo” llorando tras la derrota en la final del Invierno 1999 contra Pachuca (1-0) es una de las más recordadas del fútbol mexicano, mostrando su entrega emocional.
Sin embargo, en 2008, tras el Clausura, Cruz Azul decidió que era momento de renovar el arco. Pérez, a sus 35 años, fue transferido a Tigres, dejando atrás un legado imborrable.
Tigres, Jaguares, Necaxa y San Luis: La odisea del Conejo (2008-2013)
A pesar de su calidad, Pérez no encontró estabilidad inmediata tras salir de Cruz Azul. En Tigres (Apertura 2008), jugó solo un torneo antes de ser relegado por la llegada de Cirilo Saucedo. En 2009, fichó con Jaguares de Chiapas, donde mostró que, a sus 36 años, seguía en forma, disputando 34 partidos en dos torneos. En 2010, llegó a Necaxa, pero el descenso en 2011 fue un golpe duro. San Luis lo acogió en el Apertura 2011, donde su veteranía fue clave, aunque el equipo no logró grandes resultados. En total, entre estos clubes, Pérez jugó 105 partidos, demostrando que su profesionalismo nunca decayó, incluso en equipos de menor jerarquía.
Pachuca: El renacimiento a los 40 (2013-2019)
En 2013, a los 40 años, Pérez fichó con Pachuca, un movimiento que muchos creyeron sería el epílogo de su carrera. Pero el “Conejo” tenía otros planes. Bajo la dirección de técnicos como Diego Alonso, se convirtió en titular indiscutible y vivió un segundo aire. En el Clausura 2016, a los 43 años y 118 días, levantó la Liga MX tras vencer a Monterrey en una final épica, donde sus atajadas, incluyendo una doble parada a Rogelio Funes Mori, fueron clave. Este título lo convirtió en el jugador más longevo en ser campeón en México.
En 2017, Pérez hizo historia en el Mundial de Clubes, convirtiéndose en el jugador de mayor edad (44 años) en participar, superando el récord de Miguel Calero. Frente al Wydad Casablanca, mostró reflejos intactos, y aunque Pachuca cayó en semifinales contra Grêmio, su actuación fue memorable. Pérez jugó 189 partidos con los Tuzos, marcó un gol (contra Cruz Azul en 2016, un momento inolvidable) y sumó una Concacaf Champions League (2016-17) a su palmarés. Su retiro llegó en 2019, a los 46 años, con un homenaje en el Estadio Azteca frente a Toluca, cerrando una carrera de 741 partidos en Primera División, un récord nacional.
Selección Mexicana: El guardián del Tri
Pérez brilló con el Tri en 55 partidos entre 1997 y 2010. Debutó en la Copa Confederaciones 1997 contra Brasil y fue titular en la Copa Oro 1998, donde México se coronó. Su mayor logro fue la Copa Confederaciones 1999, venciendo a Brasil en el Azteca.
En Mundiales, estuvo en Francia 1998 (como tercer portero), Corea-Japón 2002 y Sudáfrica 2010 (titular en ambos). En 2010, su titularidad fue controversial, ya que Javier Aguirre prefirió su experiencia sobre Guillermo Ochoa. Pérez mantuvo la portería en cero contra Francia (2-0) y respondió en momentos clave, aunque México cayó 3-1 ante Argentina en octavos. También ganó el Preolímpico de Concacaf 1996 con la Sub-23, donde marcó un gol contra Corea del Sur.
Goles del Conejo: Un portero con olfato
Aunque era guardameta, Pérez anotó tres goles en su carrera, un hito raro para su posición. El primero fue en 1996 con la Sub-23 contra Corea del Sur, rematando un córner. El segundo, en 2005 contra Estudiantes Tecos, y el tercero, en 2016 contra Cruz Azul, ambos en la Liga MX. Estos goles, sumados a sus 189 porterías imbatidas (segundo en la historia detrás de Jesús Corona), reflejan su impacto más allá de las atajadas.
Después del retiro: De los guantes a la directiva
Tras colgar los guantes, Pérez no se alejó del fútbol. En 2019, se convirtió en entrenador de porteros de Cruz Azul, contribuyendo al título de la Liga MX Guardianes 2021, el primero del club en 24 años. En 2023, asumió como director deportivo de Cruz Azul, pero su gestión fue breve y polémica. Los malos resultados bajo Ricardo Ferretti y la percepción de que no tenía poder real en las decisiones llevaron a su salida en noviembre de 2023. En mayo de 2024, Pérez tomó un nuevo reto como director del Instituto Hidalguense del Deporte (INHIDE), un cargo que ocupa hasta septiembre de 2025, enfocado en impulsar el deporte en Hidalgo.
Un portero sin límites
Óscar Pérez rompió todos los moldes. Con su 1.72 metros, demostró que la estatura no define a un portero. A los 46 años, seguía atajando en la élite, enfrentando a leyendas como Del Piero, Messi y Ronaldo. Su carrera, que abarcó 26 años, seis clubes y tres Mundiales, es un ejemplo de disciplina y pasión. Como dijo en una entrevista con ESPN: “Me voy a mano con el fútbol, siempre di todo y él me dio más de lo que soñé”. Su ingreso al Salón de la Fama del Fútbol Internacional en 2023 es solo un reconocimiento a una trayectoria que ya es inmortal.
Hoy, como director del INHIDE, Pérez busca formar a la próxima generación de deportistas. Pero en las gradas del Azteca, en las canchas de Hidalgo y en la memoria de los aficionados, el “Conejo” seguirá siendo ese portero que volaba más alto que nadie, con resortes en las piernas y un corazón que nunca se rindió.




