- En 25 años, Aguascalientes pasó de seis consultorios de psicología a unidades de atención en todos los municipios.
- El desarrollo industrial, la presión laboral y redes sociales digitales generan nuevas problemáticas emocionales en la población.
- Héctor Grijalva llamó a los padres a acompañar a sus hijos en la formación de valores y en el uso responsable de celulares.
Héctor Grijalva Tamayo, actual director de Salud Mental y Adicciones del ISSEA, con más de tres décadas de experiencia en ese ámbito, compartió una reflexión sobre la evolución de la atención psicológica en el estado y los nuevos retos que enfrenta la sociedad contemporánea.
Recordó que sus inicios estuvieron ligados al Centro Estatal de Salud Mental “Agua Clara”, antecedente de la actual Dirección Estatal de Salud Mental. En aquel entonces, relató, las instalaciones apenas contaban con seis consultorios de psicología y una trabajadora administrativa. “En 25 años las cosas tenían que haber cambiado, y ya lo hicieron. Ahora tenemos unidades de salud mental prácticamente en todos los municipios del estado, y además se han creado áreas de atención especializada para niños, adolescentes y adultos mayores”, explicó.
El funcionario destacó que los programas actuales incluyen campañas permanentes de prevención de adicciones y de suicidio, temas que en los primeros años no formaban parte del plan de trabajo. Aseguró que también ha cambiado la percepción social hacia la atención psiquiátrica, pues antes predominaban estigmas que dificultaban la búsqueda de ayuda. “Hoy existe una relación muy estrecha con el hospital de psiquiatría, lo cual permite distinguir entre padecimientos psicóticos y neuróticos y canalizar adecuadamente a los pacientes”, comentó.
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En cuanto a los problemas que enfrenta Aguascalientes en materia de salud mental, Grijalva subrayó que el acelerado desarrollo económico e industrial de la entidad ha transformado profundamente la vida social. Pasar de un entorno agrícola y familiar a una dinámica urbana e industrial, explicó, ha generado tensiones económicas y laborales que repercuten directamente en el bienestar emocional. “Trabajar en una empresa grande implica entrar en un mundo de competencia y asumir gastos que antes no existían, lo que provoca estrés y presión en las familias”, señaló.
Otro desafío es el impacto de la era digital y las redes sociales. Grijalva advirtió que los jóvenes están expuestos a contenidos violentos o distorsionados de la realidad, lo cual en ocasiones los lleva a imitar conductas de riesgo. Recordó, por ejemplo, el llamado “reto Clonazepam”, que derivó en intoxicaciones entre estudiantes de secundaria. “Las redes sociales, el cine y hasta los noticieros han normalizado la violencia, y a los adolescentes les cuesta diferenciar entre ficción y realidad, lo que se refleja en comportamientos violentos”, indicó.
Finalmente, hizo un llamado a los padres de familia a acompañar a sus hijos en el uso de dispositivos digitales. Consideró absurdo prohibir el acceso al celular, pero subrayó que es responsabilidad de los adultos orientar a los menores para que lo utilicen como herramienta educativa. “El celular es una enciclopedia más rica que las que había antes; lo importante es enseñarles a usarlo y acompañarlos en la formación de valores, porque esa tarea corresponde a los papás, no a la escuela”, concluyó.




