En las entrañas del fútbol mexicano, donde la garra se forja en el polvo de las inferiores y se templa en las finales eternas, Antonio “Pollo” Briseño Vázquez emerge como un coloso de 1.86 metros y 81 kilos de pura determinación jalisciense. Nacido el 5 de febrero de 1994 en Guadalajara, este defensa no es solo un muro infranqueable en la zaga; es el tipo que celebra barridas como si fueran goles de chilena, que llora al dejar un club pero carga su legado como un estandarte, y que, a los 31 años, sigue siendo el capitán de sueños juveniles que levantó la Copa del Mundo Sub-17 en el Azteca. De Atlas a Tigres, de préstamos humillantes a la gloria europea fugaz, de la polémica en Chivas a la redención total en Toluca, Briseño es la encarnación del futbolista mexicano que muerde el césped por orgullo patrio.
De las inferiores del Atlas al trono Mundial Sub-17
Guadalajara no regala talentos; los exige. Antonio creció en un barrio donde el balón era más que un juego, era supervivencia. A los 9 años, entró a las fuerzas básicas del Atlas, el club que lo vio nacer como futbolista. “El Pollo”, apodo heredado de su complexión flaca y veloz en la niñez, escaló categorías con una ferocidad que recordaba a un joven Rafael Márquez. Polivalente, fuerte en el juego aéreo y con un liderazgo innato, debutó en Primera División el 30 de septiembre de 2011 contra Chiapas, sustituyendo a Flavio Santos en el minuto 86. Pero el verdadero bautizo llegó ese mismo año, como capitán de la Selección Mexicana Sub-17, lideró al Tri al título mundial en casa, venciendo 3-0 a Uruguay en la final del Azteca. De los 21 jugadores de ese equipo, él es uno de los pocos aún activos en la élite, un símbolo de que el talento juvenil puede perdurar si se riega con garra.
En Atlas, jugó 10 partidos entre 2011 y 2014, pero la irregularidad lo marcó. Comparado con Márquez, el peso era aplastante. En 2012, capitaneó al Tri en la Milk Cup de Irlanda del Norte (título ante Dinamarca, 3-0), y en 2013 brilló en el CONCACAF Sub-20.
Internacionalmente, sumó preselecciones mayores, pero Río 2016 se le escapó por minutos escasos en Tigres. Su legado juvenil es un Mundial que inspiró generaciones, destacando el rol mexicano en un deporte global.
Tigres, préstamos y el salto fallido a Europa
A los 20, el Atlas lo vendió a Tigres UANL en 2014. En los felinos, “Pollo” saboreó la gloria, aunque de suplente, jugó el partido de vuelta de la final del Apertura 2015 contra Pumas, ganando su primer título de Liga MX. “Entré nervioso, pero salí campeón; eso me cambió”, dijo en ESPN en 2017. Acumuló minutos en Liga y Copa, pero la competencia lo mandó a préstamos: Juárez en Ascenso MX (junio-diciembre 2016), donde forjó carácter en la lucha por el ascenso, y Veracruz en Clausura 2017, un equipo en crisis que le dio una experiencia amarga.
El sueño europeo llegó en julio de 2017. El Feirense en la Primeira Liga portuguesa. “Era mi reto mayor; quería probarme allá”, contó. Jugó 18 partidos, pero el descenso del equipo lo regresó a Tigres en 2018. Como mexicano, estos pasos resaltan la resiliencia azteca de que pocos cruzan el charco y vuelven más fuertes, pero Briseño.
El corazón rojiblanco
El regreso a casa fue en enero de 2019; Chivas, el eterno rival de Atlas, lo fichó por 4 millones de dólares. En cinco años y medio (2019-2024), disputó 150+ partidos, marcó 5 goles y se convirtió en líder. Ahí fue donde empezó a celebrar barridas como trofeos, como contra Puebla en 2021, se volvió meme viral.
Pero no todo fue gloria. El 29 de septiembre de 2019, en el Clásico Nacional vs América, una entrada brutal a Giovani dos Santos lo expulsó y lo marcó. Dos Santos se lesionó seis semanas, y Briseño perdió dos años en la banca. En marzo de 2025, en un podcast con Ricardo Peláez, acusó el favoritismo mediático al América por Televisa: “Se protegen más porque tienen una televisora atrás; en Chivas, un error te hunde en redes”.
En total con Rebaño: 27 partidos en 2021 como titular, pero irregularidades lo relegaron. Salió en diciembre de 2024, “llorando”, rumbo a Toluca: “Me dolió, pero el fútbol es así”, confesó a TUDN en enero 2025.
La redención escarlata
A petición expresa de Antonio Mohamed, Briseño firmó por dos años (hasta 2026) con Toluca en diciembre de 2024. Debutó en pretemporada con un golazo de volea y se consolidó rápido.
El Clausura 2025 fue mágico: Toluca, bajo el Turco, ganó el título 11 (final vs América). En el desfile, prometió “la 12” y hoy en día, en el Apertura 2025, Toluca sigue siendo favorito para volver a campeonar ya que lideran el Apertura con Briseño como pilar
El Pollo que no vuela bajo, sino que lidera la caza
“Pollo” Briseño no es un defensor común; es el grito de guerra de México: de campeón mundial chamaco a líder que rompe barreras.




