Desde tiempos memorables, hemos utilizado las redes sociales para facilitar la comunicación con nuestras amistades, familiares y conocidxs. La popularización de abreviaturas o palabras acortadas no es nada nuevo, pues históricamente se ha convertido en una herramienta para escribir más rápido, para comunicar un mensaje de forma más dinámica o simplemente para estar “a la onda”. Pero, ¿qué pasa cuando nuevas generaciones están empezando a incorporar códigos secretos que incitan el odio, acoso o ideas suicidas y que además, están buscando ocultar estos mensajes de sus padres?
Un poco de contexto sobre los códigos secretos entre jóvenes
Como mencionamos, no hay nada nuevo en implementar lenguaje entre jóvenes, como abreviaturas o códigos secretos. En especial en un contexto, en donde los mismos jóvenes empiezan a reclamar su independencia o individualidad frente a los adultos. Algunos de estos códigos son bastante inocentes que ni siquiera los adultos podemos escapar de ellos.
La popularización de estos términos también se debe a una larga historia de censura en las redes sociales. Ejemplos como Meta (Facebook, Instagram, Whatsapp), a menudo implementan políticas de moderación y censura para regular el contenido compartido. Por ejemplo, si intentas buscar contenido sobre, digamos, anorexia, la plataforma inmediatamente bloqueará todo tipo de contenido relacionado y te mostrará una opción para pedir ayuda.
Ahora, en el caso de menores de edad, las políticas son aún más restrictivas. De hecho, es común entre padres incluir aplicaciones externas de control parental que les permite monitorizar el uso de dispositivos y redes sociales de sus hijxs. Lo cual es a menudo una recomendación entre adultos, pero en muchos casos, provoca que estos mismos usuarios lleguen a implementar estos códigos secretos.
¿Qué tipo de códigos secretos están implementando?
Precisamente al momento de evitar la censura de las redes sociales o escapar de los códigos parentales, los mismos jóvenes han empezado a integrar ciertos códigos en su lenguaje por redes sociales. Algunos con connotaciones positivas, otros no tanto.
La fundación ANAR, originaria de Madrid, España, lanzó una guía para conocer algunos códigos peligrosos que deberías conocer. Además de algunas recomendaciones dirigidas a padres para supervisar la actividad de sus hijxs en redes sociales. Te recomendamos checar la guía completa de fundación ANAR para acceder a la información presentada, así como para conocer la lista de códigos completa.
Entre los códigos peligrosos que recomienda conocer van desde MOS, DOS o POS que significa que tanto la mamá, papá o ambos, pueden tener acceso a su pantalla, siendo una literal traducción de “Mom Over My Shoulder” o “Dad Over My Shoulder”, que en español se traduce como “Mis padres están detrás de mí”. Otros de los códigos pueden tener connotaciones sexuales como LH6 (que está sugiriendo un encuentro sexual con la persona que está mensajeando) o CU46 (que significa “Desnúdate frente a la cámara” para pedir contenido íntimo sexual). Además, existen más códigos que hacen referencia a su estado de salud mental, provocando que se desconozca su significado antes de detectar señales de alerta a tiempo. Entre estos se pueden identificar:
- 1423: Me quiero morir
- 770: Necesito hablar con alguien
- 988: No estoy bien
- 273: Ya no puedo seguir con esto
¿Qué medidas se pueden implementar para supervisar, regular y controlar esta narrativa en el uso de redes sociales?
Aunque hoy tengamos una mayor visibilización, acceso y entendimiento de los “códigos secretos” entre jóvenes, y aunque se estén implementado múltiples medidas para regular los discursos dañinos en línea, como las herramientas de Meta o de control parental, ninguna de estas acciones será realmente efectiva si no se acompaña de una comunicación asertiva con ellxs. Es fundamental hablarles sobre los riesgos de las redes sociales, pero sin prohibirles el acceso a ellas. Es importante conocer qué contenidos consumen y con quiénes interactúan, pero también respetar su espacio y permitirles expresarse con libertad. Es importante no juzgarlxs, pero siempre con una actitud abierta y receptiva, sabiendo cómo poner límites. Hay que hablarles sobre cómo navegar en internet de forma segura, positiva y provechosa, pero principalmente, hay que acompañarles en este viaje antes que la tecnología se convierta en su primera opción.




