Piensa en un rayo con botas, un regateador nato que parecía haber robado los trucos de Ronaldinho y los ojos de un halcón, saltando de las canchas de CDMX a los reflectores del Camp Nou como si el Atlántico fuera un charco. Giovani “Gio” dos Santos Ramírez, ese prodigio no era un simple jugador; era un elixir de magia mexicana, un segundo delantero o extremo zurdo que tejía jugadas como hilos de un sueño febril. Hijo de Zizinho, el brasileño que se enamoró de México y lo naturalizó, y hermano de Jonathan, Gio cargaba el peso de una dinastía futbolera en hombros que, a la postre, se doblaron bajo lesiones crueles y expectativas titánicas. Su epopeya, de La Masía a un retiro forzado en 2023, terminó en un mundo de negocios astutos
Raíces de leyenda
En el corazón industrial de México, Gio creció pateando balones como si fueran extensiones de su alma. Su padre, Zizinho, crack brasileño de los 80 en la Liga MX, vio en él un clon mejorado: velocidad que cortaba el viento, técnica que hipnotizaba y una zurda que dictaba sentencias. A los 11, el destino lo arrancó de los brazos de su madre Liliana y lo plantó en La Masía, la forja de genios del Barcelona. En el Juvenil A, Gio lideró remontadas épicas, ganando la liga regional y la Youth Copa del Rey contra el Real Madrid. Debutó con el Barça B en 2007, pero el Olimpo lo llamó pronto; el 2 de mayo contra Espanyol en Copa del Rey, entró de cambio y asistió a Messi en un 5-2 que olía a futuro. Tres días después, vs Athletic Bilbao en LaLiga, relevó a Henry y dejó al Camp Nou en éxtasis con su frescura endiablada. En esa temporada 2007-08, jugó 10 partidos, marcó 4 goles y dio 2 asistencias, incluyendo un doblete demoledor contra Mallorca que lo bautizó como el “nuevo Ronaldinho”. World Soccer lo incluyó en sus “50 adolescentes más emocionantes”, y Gio, con solo 18, era el faro que iluminaba el orgullo tricolor.
La tormenta inglesa y española
El Viejo Continente se convirtió en un laberinto de glorias fugaces y sombras persistentes para Gio, un carrusel que lo moldeó a golpes de resiliencia. Vendido al Tottenham en 2008 por 6 millones de euros, debutó con gol en Copa UEFA vs Dinamo Zagreb, pero la Premier lo masticó; 65 partidos ligueros entre 2008 y 2012, solo 9 goles y 5 asistencias, ahogado en la feroz competencia. Préstamos como salvavidas, en Ipswich Town (Championship, 2009), brilló con 5 goles en 25 juegos; en Galatasaray (2010), apenas 3 partidos por lesión; y en Racing Santander (2011), 3 goles en 12 encuentros que revivieron su chispa. Un hat-trick legendario vs Wigan en 2011 fue su himno en Spurs, pero Harry Redknapp lo confinó al olvido. Libre en 2012, aterrizó en Mallorca, donde jugó 54 partidos, 8 goles y 4 asistencias en dos temporadas, un renacer balear que olía a redención. Luego, Villarreal (2014-2015): explosión pura, 51 encuentros con 11 goles y 7 asistencias, tejiendo duplas letales con Jonathan. Pero las lesiones, como lobos sigilosos, lo acechaban; a los 26, en 2015, optó por la MLS, buscando no un refugio, sino un lienzo fresco.
El sol de California y el regreso a casa
Luz, cámara, gol. En 2015, como Jugador Franquicia del LA Galaxy, Gio desembarcó en California como un sol mexicano: debut con gol vs Chicago Fire, y de ahí, una ráfaga imparable, 14 goles y 10 asistencias en su primera temporada, arrastrando al equipo a playoffs con regates que parecían coreografías de Hollywood. En 2016, levantó la MLS Cup en una victoria 1-0 vs Portland, clave en semis con su visión quirúrgica. En total con Galaxy disputó 93 partidos, 27 goles y 20 asistencias, compartiendo camerino con ídolos como Gerrard y Keane, elevando la MLS a sinfonía latina. Despedido en 2019 por lesiones crónicas, regresó a México con América: 45 juegos, 11 goles y 5 asistencias, bicampeón en Clausura 2018 y 2019. Se retiró oficialmente en julio de 2023, a los 34, tras un año en el limbo.
El corazón tricolor
Ahí Gio se erigió como capitán de sueños, con 107 partidos y 19 goles que son cicatrices gloriosas en el alma mexicana. Debutó en 2007 vs Panamá (1-0 amistoso), pero su cuna fue el Sub-17 de Perú 2005: Campeón mundial con 7 goles y Bota de Plata, al lado de Vela y un México invencible que aplastó al mundo. Sub-20 Nigeria 2009: cuartos de final.
El clímax olímpico en Londres 2012: 6 juegos, 3 goles, rompiendo la maldición con un oro que nos hizo llorar ríos de orgullo. De Mundiales jugó en Sudáfrica 2010; Brasil; Rusia 2018. Copas Oro: 2009; 2011 (subcampeón); 2015 (título). Concacaf 2015: campeón absoluto. Gio fue el estandarte viviente: el que venció a potencias en Wembley, el que tejió la generación dorada.
De las canchas al petróleo
Hoy, Gio navega aguas nuevas, lejos del rugido de las gradas pero con el mismo instinto depredador. Retirado desde 2023, se ha sumergido en el petróleo mexicano, invirtiendo en extracción y distribución, un flujo negro que multiplica fortunas como sus asistencias multiplicaban jugadas. Además, reina en el mercado de autos de lujo en México, un negocio próspero que engrosa su patrimonio estimado en millones, diversificando con astucia la herencia de un salario de carrera de más de 11 millones de dólares.
Gio no se rindió al ocaso; lo transformó en amanecer, probando que los magos verdaderos escriben capítulos eternos más allá del pitazo final. Giovani dos Santos fue el hechizo que no duró, pero que iluminó para siempre.




