- Es fundamental abrir espacios de lectura donde los estudiantes elijan los libros que desean explorar, sin sentir culpa por abandonarlos si no les gustan
- Leer abre puertas, ventanas y posibilidades; permite a los jóvenes conocerse, comprender a los demás y enfrentar los retos de la vida con sensibilidad
- Los talleres de lectura promueven la expresión de emociones y la construcción de comunidad entre estudiantes
Durante su labor como docente de secundaria y bachillerato, Natalie García Alba ha dedicado más de una década a promover la lectura en la adolescencia, con énfasis en generar espacios donde el hábito de la lectura se motive desde el interés genuino, la curiosidad y el respeto por la otra persona: “Promover la lectura es contagiar el gusto por los libros. El desafío es lograrlo a través de historias que puedan conectar con las y los adolescentes, sin concebir la lectura como un acto obligatorio”, explica García Alba.
Natalie García Alba es licenciada en Letras Hispánicas por la Universidad Autónoma de Aguascalientes, maestra en Educación por la UNID-Aguascalientes y doctora en Ciencias de la Educación por la UCA-Aguascalientes. Desde su formación profesional y la experiencia que dota el ejercicio profesional, Natalie García recurre a estrategias que combinan creatividad y participación activa: “Además, he tenido la oportunidad de cursar talleres y diplomados en promoción de lectura, donde he aprendido técnicas que permiten explorar un libro y, a partir de él, fomentar actividades de escritura y expresión. La lectura y la escritura siempre van de la mano; a partir de un texto, las y los estudiantes pueden empezar a crear y, en muchos casos, se transforman en escritores, es decir, en personas que reconocen el enorme poder que posee la escritura”, señala.
Leer también significa no sentir culpa
Asimismo, García Alba destaca la importancia de construir comunidades lectoras dentro del aula: “Es fundamental abrir espacios recurrentes de lectura donde los estudiantes puedan elegir los libros que desean explorar. Esto no solo despierta interés, sino que también enseña respeto por las preferencias de los demás”, y remarca que la lectura debe ser vista como un derecho y una oportunidad, siguiendo los principios de Daniel Pennac, quien propone que los lectores pueden abandonar un libro que no les guste y comenzar otro, sin que ello signifique sentir culpa alguna.
La selección de títulos es un aspecto crucial para involucrar a las y los jóvenes. La docente mencionó que, además de los clásicos, incluye obras contemporáneas que aborden temas relevantes para las y los adolescentes, desde la violencia y la diversidad hasta experiencias de vida que reflejen la realidad cercana de los estudiantes. Entre los libros que más suele utilizar en su labor como promotora de la lectura, más utilizados se encuentran Con los ojos abiertos, de Francisco Hinojosa, o Yo te pego, tú me pegas, de Antonio Ramos Revilla, que permiten trabajar diferentes dimensiones socioafectivas de manera crítica y reflexiva, como son las violencias que padecen las y los adolescentes, en especial quienes viven en situación vulnerable.
Una herramienta para entender la realidad
El proceso de promoción de la lectura, según Natalie García, exige paciencia y constancia: “Al principio puede ser complicado, porque los adolescentes no están acostumbrados a leer en silencio ni a concentrarse en un libro; sin embargo, cuando encuentran el libro adecuado, para ellos, se involucran profundamente y se produce una transformación notable en su actitud hacia la lectura”, puntualiza.
García Alba también precisa que es fundamental que las y los docentes se conviertan en buenos ejemplos para sus estudiantes: “Cuando las maestras y maestros leen, pero sobre todo demuestran interés, los estudiantes también se sienten motivados a hacerlo. La promoción de la lectura no solo desarrolla habilidades académicas, sino que construye hábitos de pensamiento crítico y fortalece la comunidad escolar. Por eso la lectura no solo es un recurso educativo, sino que es una herramienta de transformación personal y social que impacta directamente en la vida de los adolescentes. A través de los libros, no solo aprenden a leer, sino que se conocen a sí mismos y empiezan a entender la realidad que los rodea”, afirma.
El poder de la expresión
En palabras de Natalie García Alba, los talleres de lectura permiten a los jóvenes expresar experiencias, emociones y reflexiones personales. Al respecto, compartió una experiencia que surgió a propósito de clásicos como Frankenstein: “Mis estudiantes participaron en tertulias literarias, donde compartieron vivencias y encontraron paralelos con sus propias historias de vida. Este ejercicio fomentó la empatía y la comprensión hacia los demás, al mismo tiempo que fortaleció la capacidad de comunicación y el pensamiento crítico”, señaló.
García Alba subrayó que la lectura también funciona como un catalizador para la inclusión y la diversidad. La selección de libros contempla temas contemporáneos y sensibles, como la violencia, la diversidad afectiva y sexual, y la libertad femenina, con el propósito de que los estudiantes encuentren referentes cercanos a sus experiencias y contexto: “Incluso libros de autoras marroquíes, como Najat El Hachmi, o que abordan realidades distintas permiten reflexionar sobre nuestra propia sociedad y los retos que enfrentamos”, explicó.
Un círculo virtuoso que abraza comunidades
El impacto se refleja no solo en los estudiantes, sino también en la comunidad educativa. Natalie García Alba relata cómo ha logrado motivar a compañeros y familiares a sumarse a la lectura mediante intercambios de libros y recomendaciones personalizadas: “Cuando alguien descubre que leer es un placer y no una obligación, se genera una cadena de lectores que comparte conocimiento y experiencias”, puntualiza.
Asimismo, la docente afirma que la lectura fomenta la resiliencia y la autoconfianza en las y los jóvenes. Los estudiantes aprenden a expresar lo que sienten, a crear sus propias historias y, en algunos casos, a publicar y vender sus libros: “Promover la lectura implica acompañar a los adolescentes en un proceso de descubrimiento de sus talentos, habilidades y capacidad de influir en su entorno”, destaca.
Finalmente, García Alba concluye que el hábito lector contribuye a la construcción de comunidad y al desarrollo integral de los estudiantes: “Leer abre puertas, ventanas y posibilidades; permite que los jóvenes se conozcan, comprendan a los demás y se enfrenten a los retos de la vida con pensamiento crítico y sensibilidad. Ese es el verdadero impacto de la lectura”, afirmó.




