Cosas veredes
Ciudadanos y artistas por el “Mercadito de Rivera”
Recientemente un lugar de tradición comercial no muy antigua fue escenario de una iniciativa ciudadana, independiente y creativa, digna de ser valorada y aplaudida. El mercado “Valentín Gómez Farías”, ubicado en el barrio de Guadalupe, pero que es más bien conocido como “Mercadito de Rivera” llegó a su aniversario 53, y un grupo de locatarios, ciudadanos y artistas decidieron celebrarlo como lo hacen desde hace cuatro años, con el “Festival Cultural Rivera 53”.
El Festival Cultural Rivera 53 se realizó del 22 al 27 de septiembre, seis días en los que los asistentes pudieron participar con actividades y espectáculos de lo más variado, desde el arte con aerosol, el tejido, encuadernación, redacción, confección de ropa, cocina, hasta superación personal; presentaciones musicales lo mismo de rock, salsa y hasta ópera, exposiciones artísticas, conferencias, presentaciones de libros, y hasta bailar con cumbia y sones jarochos.
El sello del “Festival Cultural Rivera 53” fue la creatividad, la inclusión y la proactividad, pues un grupo de ciudadanos y artistas, sin presupuesto ni apoyo gubernamental, generó un programa con 50 actividades de acceso gratuito, que tal vez solo careció de mayor difusión para ampliar su público, y algo de logística para mejoramiento de escenarios.
Como ha sucedido con los barrios viejos de nuestra ciudad, el de Guadalupe también ha envejecido y su vida cotidiana ha cambiado. Ya no habitan las familias numerosas que hace años inundaban con niños y jóvenes las escuelas cercanas, ahora son familias con personas mayoritariamente adultos. Pero en 1972 era un barrio populoso con gran actividad social y comercial y el ayuntamiento decidió construir un mercado municipal para el servicio de la zona, y utilizó un gran predio que sin ser esquina conecta con las calles Guadalupe y Antonio Arias Bernal, pero como esta última, que empieza en el lado norte del Jardín de San Marcos y termina justo frente a la legendaria cantina “La Sin Rival”, tuvo por nombre durante muchos años Calle de Rivera -aunque los motivos para ese apelativo son un misterio para toda la gente de la ciudad- el inmueble se ha conocido popularmente como Mercadito de Rivera.
Floreció como centro de abasto popular durante varias décadas, tuvo su mayor actividad, en el auge de los “terlenkeros”, en aquellos años cuando surgieron telas sintéticas, con diseños coloridos y hasta sicodélicos como la época demandaba, fáciles de planchar y que resultaban, además de económicas, muy prácticas para encargar la confección de ropa con los modelos más audaces del momento. Y en las “piedras” y locales del mercado se hallaba de todo, frutas, verduras, abarrotes, alfarería, jardinería, carnicería, bonetería, etc.
El mercadito con el tiempo y el despoblamiento del barrio, vino a menos, y desde hace ya dos décadas disminuyó sensiblemente su actividad comercial, coincidiendo con el establecimiento a 500 m de distancia, de una bodega de la mayor cadena de tiendas de autoservicio del país. Varias “piedras” y locales han quedado inactivos, y los marchantes han disminuido considerablemente. No es difícil de explicar la decadencia de este mercado y otros similares en la ciudad, pues estos inmuebles no pueden, como los tianguis, seguir a las clientelas a las colonias populosas, pero también es cierto que los mercados de comercio popular pueden servir como espacios para dar nueva vida a los barrios.
Un mercado municipal sin actividad se muere, y al abandonarse, se anula su propósito original, pues deja de ofrecer mercancías y servicios a la gente, que tendrán que acudir a las grandes tiendas de cadena. En el Mercadito de Rivera, algunos comercios han resistido con trabajo e ingenio: resalta el local de abarrotes que prospera por su surtido y buenos precios; otros comercios son vigentes por su originalidad y buen servicio, y hay novedades como la cafetería-fonda de nombre “Nada queda”, piedras y locales con arte popular, y hasta una biblioteca popular de nombre “El Chamuquito”
Es valioso que locatarios, ciudadanos y artistas hayan emprendido el reto de devolver la vida y esplendor a un espacio genuinamente de comercio popular, como lo es el mercado Gómez Farías, con el impacto positivo que pueda favorecer a todo el barrio. El esfuerzo de los ciudadanos organizados, en este maravilloso caso, como en muchos otros, puede ser parte de soluciones acertadas.
Salud por el “Festival Cultural Rivera 53” y sus organizadores. Seguro es que se van a superar a sí mismos en la próxima versión. Es un ejemplo significativo de cómo la cultura popular no necesita rendirse a la farándula.
@gilbertocarloso




