Algunos familiares y amigos también se vieron beneficiados por las personas juzgadoras de acordeón (que cada vez demuestran que son más de papel), pues varios de ellos ocupan cargos dentro del Poder Judicial local. Aquí les traemos todo el círculo de consanguinidad de algunas de estas personas juzgadoras.
Para empezar, tenemos a Fernando González Femat, juez de Control y Juicio Oral Penal, electo por voto popular. Apareció en el famoso acordeón y fue postulado por el Consejo de la Judicatura cuando aún no era juez en funciones. Su padre, Fernando González de Lún, fue juez penal y magistrado presidente del Supremo Tribunal de Justicia; actualmente es Notario Público número 58.
Nancy Paola Ponce Romo, quien también se ostenta como jueza de Control y Juicio Oral Penal y apareció en el acordeón, trae toda una historia familiar detrás. Y ojo, no demeritamos sus méritos, pero mientras ella ocupa el cargo en dicho juzgado, su hermana Dayana Ponce Romo se desempeña como proyectista de la Sala Penal del Supremo Tribunal de Justicia. Ambas son hijas de Juan Manuel Ponce Sánchez, exmagistrado del Supremo Tribunal.
Héctor Alejandro Andrade Alvarado, juez de Control y Juicio Oral Penal, también beneficiado por el acordeón, dicen que es cercano al grupo político de Paloma Amézquita, actual secretaria general del Comité Directivo Estatal del PAN, exdiputada local y suspirante a la alcaldía de la capital.
El magistrado José Franco Muñoz trabajó con el exsecretario Hidalgo Eddy, mientras que su hermano, Enrique Franco Muñoz, también fue magistrado del Supremo Tribunal de Justicia y de la Sala Administrativa.
Tomás Huizar Jiménez, juez en materia civil, es cuatazo de Daniel Gutiérrez (actual fiscal especializado en materia electoral) con quien laboró tanto en el Tribunal Electoral como en la Fiscalía Electoral. También trabajó con Claudia Eloísa Díaz de León, consejera presidenta del Órgano de Administración del Poder Judicial, en el Tribunal Electoral. Actualmente, su mamá se desempeña como titular del área del Sistema Tradicional de la Fiscalía General del Estado.
¿Nepotismo everywhere?
Lizzully Alejandra Esparza Rocha, jueza en materia civil y también aparecida en el acordeón, es esposa de Daniel Gutiérrez, fiscal electoral del Estado.
Héctor Alejandro Delgadillo Ochoa, auxiliar en el juzgado de Oralidad Penal, es hijo de Héctor Delgadillo Pereida, juez de Control y Juicio Oral Penal.
Mónica Mariana Estrada Escobedo, jueza de Control y Juicio Oral Penal, es esposa de Rigoberto Alonso Delgado, exmagistrado del Supremo Tribunal de Justicia y de la Sala Administrativa.
Hugo Abraham Osorio Cháirez, juez del Centro de Justicia Auxiliar, lleva tiempo afiliado al PAN. Su esposa, Jenny Ornelas, es magistrada federal y también militante panista.
La lista sigue: Alfonso Guerrero Gutiérrez, juez de Control y Juicio Oral Penal, antes de que el acordeón le hiciera justicia, se desempeñaba como coordinador de mediadores del Centro de Mediación del Poder Judicial. Su exjefa directa era Jeanine Lilian Santillán González, quien lleva casi diez años como directora del Centro de Mediación y ha sobrevivido a todas las administraciones. Además, fungió como integrante del Comité de Evaluación del Poder Judicial Local y mantiene nupcias con Leonardo Montañez Castro, actual presidente municipal de Aguascalientes.
Eduardo Padilla García, administrador de causa del Juzgado de Control y Juicio Oral Penal, tiene como consejera del Órgano de Administración Judicial a su hermana.
Ricardo de Luna Márquez, juez familiar, es cuñado de Ricardo González Alvarado, quien labora en el área jurídica del Poder Judicial local.
Irma Reyes de Luna, jueza de Control y Juicio Oral Penal, es hija de Cleto Humberto Reyes Neri, ex presidente del Supremo Tribunal de Justicia del Estado, y su primo, Mauro René Martínez de Luna, es magistrado del Supremo Tribunal de Justicia, ambos -por supuesto- aparecieron en el acordeón. Además, la esposa de Mauro René, Norma Angélica Ríos Ávila, es actualmente secretaria de acuerdos del Juzgado Quinto de lo Familiar.
Hasta aquí nuestro reporte. Seguiremos investigando más vínculos en el nuevo Poder Judicial “autónomo” y cercano a la ciudadanía (sarcasmo, por supuesto).
Eso es no tener vergüenza
Quien tampoco conoce la palabra vergüenza es el alcalde de Asientos, José Manuel González Mota, pues después de ser diputado local por Morena, alcalde por el PRD, y ahora aspirante a diputado federal por el PAN, se dio cita en el evento más “democrático” de los blanquiazules: las elecciones internas para elegir a sus consejeros locales.
El alcalde de todos los colores no pasó desapercibido: le dieron lugar especial en el presídium, al lado de Alfredo Martín Cervantes. ¿Será esta una señal de que el PAN ya le abrió las puertas a González Mota? Qué pensarán los panistas de toda la vida, los que llevan años militando y aportando a la causa, y lo único que les han dado son puestos administrativos con los salarios más bajos que nadie quiere desempeñar.
¡Pinche joto!
En los tiempos en los que aún funcionaba la cárcel de Lecumberri en la Ciudad de México (que actualmente alberga el Archivo General de la Nación), las personas que llegaban a este centro penitenciario acusadas por escándalos morales eran enviadas al módulo “J”. Es necesario precisar que, en aquel momento, este delito comprendía, entre otras conductas, los actos de homosexualidad. Con el tiempo, surgió un mote peyorativo -y, por supuesto, nada honroso- para quienes habitaban este espacio: jotos, un calificativo que quedaría arraigado para rechazar, denostar y despreciar a las personas homosexuales.
Lecumberri funcionó durante los tiempos del gran poderío autoritario del PRI y, solo por citar algunos ejemplos, ahí estuvieron encerrados personajes como el escritor José Revueltas; el pintor David Alfaro Siqueiros; el novelista Álvaro Mutis, así como decenas de estudiantes detenidos del Movimiento del 68. Como suele ocurrir en estos espacios, se han documentado un sinfín de historias y hechos tétricos, abusos y violación a los derechos humanos. Basta precisar que fue una cárcel pensada para 900 presos, pero que llegó a hacinar hasta 7 mil internos, repartidos en celdas de dos por tres metros.
Después de estas necesarias precisiones históricas, resulta que Irais Martínez de la Cruz, exregidora y expresidenta del PRI, y su hermana Ivonne Martínez de la Cruz, ambas relacionadas con Alejandro Moreno Cárdenas, presidente de ese partido, agredieron y amenazaron con discursos de odio y homofobia a Rodrigo Mireles, diputade de Morena. Valga precisar: las hermanas Martínez de la Cruz ahora son morenistas.
Durante las asambleas de Morena en San Francisco de los Romo, en las que se eligen a los presidentes de secciones, hubo un desencuentro entre los involucrados. En cierto momento, las otrora priistas, haciendo gala de un vocabulario cortés, fino y elegante, insultaron a Rodrigo Mireles con un estridente y oneroso “¡Pinche joto!”, no sin antes ponerse al tú por tú, con un “¡Vente!”, clamando por la confrontación a golpes, uno a uno, en una muestra de la calaña que las distingue: el priísmo perseguidor, que censura y castiga, como en los tiempos de Lecumberri.
Zafarrancho
Lo cierto es que lo ocurrido en San Francisco de los Romo entre expriístas -ahora- morenistas revela las consecuencias de abrirle la puerta a actores políticos de todos los colores. ojalá lo consideren en el PAN con el tema de González Mota). Ojalá en el PAN lo tomen en cuenta con el caso de González Mota.
Al parecer, las hermanas Martínez de la Cruz olvidaron los principios de inclusión y respeto que tanto presume Morena y su militancia. La contradicción es doble: su propio hermano es regidor por ese partido en San Pancho, gracias precisamente a las candidaturas destinadas a grupos prioritarios.
Versiones locales aseguran que este grupo de expriistas busca apoderarse de Morena en el municipio, y que Martínez pretende competir directamente con la actual directora estatal de CONAGUA por una candidatura etiquetada para mujeres. Así las cosas en el partido guinda, donde los conflictos internos comienzan a pesar más que los ideales. Porque abrir la puerta a todos puede parecer inclusión, pero cuando entran sin filtros ni convicciones, el resultado termina siendo -como en San Pancho- un verdadero zafarrancho político.
¿Ahora sí va la buena?
Por cierto, en esa asamblea del panismo local, dicen que quien salió ganón fue el senador Toño Martín del Campo, pues varias personas de su cotito de poder quedaron “electas” como consejeros estatales. Esto, sin duda, influirá en las designaciones de candidaturas locales, incluyendo la gubernatura, que tanto sueña el senador.
Posiblemente, con estas fichas que se movieron ayer, chance y sí se le haga. Dicen que la tercera es la vencida… ahí tenemos al Peje, que también se le hizo hasta la tercera.




