Pocos futbolistas mexicanos han logrado dejar una huella tan profunda en el balompié nacional e internacional como Luis García Postigo. Su historia está marcada por talento, inteligencia, goles y una evolución constante que lo llevó de ser un niño soñador en la cantera de los Pumas de la UNAM a convertirse en figura del Atlético de Madrid, referente de la Selección Mexicana y una de las voces más reconocidas del fútbol en la actualidad.
Conocido como “El Doctor”, García es sinónimo de elegancia, análisis y pasión, un personaje que transformó su carrera futbolística en una vida dedicada completamente al deporte, dentro y fuera de la cancha.
Los primeros sueños en CU
Luis García Postigo nació el 1 de junio de 1969 en la Ciudad de México. Desde pequeño, su conexión con el balón fue natural. A los 14 años ingresó a las fuerzas básicas de los Pumas de la UNAM, donde su olfato goleador rápidamente llamó la atención de los entrenadores.
Con una mezcla de técnica, inteligencia y lectura de juego, se formó en un entorno que fomentaba el futbol total, aprendiendo de figuras como Hugo Sánchez, Manuel Negrete y Miguel España, quienes marcaron el estilo ofensivo de aquella época dorada.
Su debut profesional llegó en 1986, de la mano de Miguel Mejía Barón, quien le dio la oportunidad de mostrarse en Primera División. Aunque sus primeros años fueron de aprendizaje, García fue puliendo su instinto dentro del área hasta convertirse en una de las promesas más importantes del club y del fútbol mexicano.
El ídolo de Pumas
El verdadero salto de Luis García se dio en la temporada 1990-91, cuando se consagró como campeón de goleo con 26 tantos, siendo la figura clave para que los Pumas de la UNAM conquistaran el título de liga frente al América, en una final memorable que definió con inteligencia y carácter. Su entendimiento con David Patiño, Luis Flores y compañía formó uno de los ataques más potentes en la historia universitaria.
Durante su etapa con los Pumas, disputó más de 190 partidos oficiales y anotó 75 goles, lo que lo colocó entre los grandes ídolos del club. Además, repitió el título de goleo en la temporada 1991-92, reafirmando su calidad como uno de los mejores delanteros de México.
Su técnica depurada, capacidad de desmarque y precisión frente al arco lo convirtieron en el “9” ideal del fútbol mexicano. Su rendimiento despertó el interés de clubes europeos, pero sobre todo del Atlético de Madrid, que buscaba un atacante con inteligencia y olfato goleador.
De CU al Vicente Calderón
En el verano de 1992, Luis García Postigo dio el paso que pocos mexicanos se atrevían a dar en aquella época: emigrar al fútbol europeo. Fichó con el Atlético de Madrid, convirtiéndose en uno de los primeros delanteros mexicanos en triunfar en LaLiga.
Su impacto fue inmediato. En su primera temporada (1992-93), anotó 17 goles en liga, siendo el máximo goleador del equipo y uno de los mejores artilleros del campeonato español. Su estilo elegante, capacidad para definir con ambas piernas y visión ofensiva encantaron a la afición colchonera. Aquel año, García vivió partidos memorables ante el Real Madrid, el Barcelona y el Valencia, ganándose el respeto en una de las ligas más competitivas del mundo.
Sin embargo, en su segunda temporada (1993-94), el Atlético atravesó una crisis institucional y varios cambios de entrenador, lo que afectó su continuidad. Pese a ello, el mexicano cerró su paso por el club con 58 partidos oficiales y 28 goles, números que lo mantienen como uno de los atacantes extranjeros más efectivos en su paso por el conjunto madrileño.
Real Sociedad, un desafío en tierras vascas
En 1994, García fue transferido a la Real Sociedad, donde buscó mantener su nivel competitivo. Si bien su estadía en San Sebastián fue corta, el delantero mostró profesionalismo y compromiso. Anotó goles importantes y aportó experiencia a un equipo joven, aunque las lesiones y la adaptación a un esquema más defensivo limitaron su rendimiento. Al término de la temporada, decidió regresar a México para retomar protagonismo y recuperar su mejor versión.
El regreso a México y la consagración mediática
El Club América lo recibió en 1994 como refuerzo estelar. Luis García llegó al Nido con la misión de ser el nuevo referente del ataque azulcrema. Su impacto fue inmediato de goles, liderazgo y una gran conexión con la afición.
Durante su paso por el conjunto de Coapa (1994-1997), disputó más de 100 partidos y marcó 39 goles, convirtiéndose en pieza clave del equipo dirigido por Leo Beenhakker y más tarde por Enrique Meza. Aunque no logró levantar el título de liga, dejó actuaciones memorables, especialmente en clásicos ante Chivas y Pumas, donde su carácter y técnica se imponían en los momentos decisivos.
Con el América también participó en torneos internacionales, como la Copa CONCACAF y la Copa Libertadores, representando con orgullo al club y al fútbol mexicano.
El cierre de una brillante carrera
Después de su ciclo en América, García fichó por el Atlante en 1997, donde mostró todavía su instinto goleador y su capacidad para ser referente. Más tarde, en 1998, protagonizó uno de los movimientos más mediáticos del momento al fichar por las Chivas del Guadalajara, un paso que generó polémica debido a su pasado americanista.
Sus últimos clubes fueron el Monarcas Morelia y el Puebla, donde jugó hasta el año 2001, cerrando una trayectoria profesional de más de 400 partidos oficiales y cerca de 170 goles en total.
El orgullo tricolor
Con la Selección Mexicana, Luis García fue un referente durante la década de los 90; debutó en 1991 y se mantuvo activo hasta 1998. Disputó 79 partidos internacionales y anotó 29 goles, siendo en su momento uno de los máximos goleadores en la historia del Tri.
Su actuación más recordada fue en el Mundial de Estados Unidos 1994, donde marcó dos goles ante Irlanda en la fase de grupos, contribuyendo a la clasificación a octavos de final. Participó en la Copa América 1995 y en la Copa Confederaciones de 1995, donde estuvo en la cima de la tabla de goleadores, gracias a sus tres anotaciones, dos contra Arabia Saudita y una más contra Nigeria, en un torneo en el que el Tri terminó en el tercer puesto en 1997.
Su liderazgo y constancia lo convirtieron en un referente del proceso que llevó a México de vuelta al protagonismo internacional.
El “Doctor” fuera de la cancha
Tras colgar los botines, Luis García encontró una nueva pasión: la comunicación. En 2002, comenzó su carrera como analista y comentarista en TV Azteca, donde su estilo analítico, su humor ácido y su conocimiento táctico del juego lo convirtieron en uno de los comunicadores más influyentes del país.
Junto a Christian Martinoli, formó una dupla histórica que cambió la manera de narrar el fútbol mexicano. Su carisma, ironía y precisión lo transformaron en una figura mediática sin igual.
En años recientes, Luis García también ha formado parte de la Peoples League, una liga alternativa de formato espectáculo donde ex jugadores y celebridades buscan acercar el fútbol a las nuevas generaciones con un toque de entretenimiento y pasión. Su participación como figura y embajador ha servido para mostrar su compromiso con el desarrollo del fútbol como un fenómeno cultural y no solo deportivo.
Su apodo, “El Doctor”, se lo ganó por su forma de “diagnosticar” el fútbol con precisión quirúrgica y un lenguaje accesible, siempre con pasión por el juego.
El futbolista que se convirtió en voz del pueblo
De los goles en Ciudad Universitaria a los micrófonos de TV Azteca, y de ahí a proyectos que buscan acercar el fútbol a nuevas generaciones, Luis García Postigo ha sabido reinventarse sin perder su esencia. Fue ídolo, goleador, seleccionado nacional y ahora es el “Doctor” que analiza con sabiduría lo que un día vivió desde adentro.
Su carrera es el ejemplo perfecto de cómo el talento, la disciplina y la pasión pueden trascender generaciones. En las canchas dejó goles, y en los medios dejó huella. Porque si el fútbol mexicano tuviera una voz que hablara por todos, sin duda sería la de Luis García Postigo.




