- En narrativa, la ganadora fue Erika Said Izaguirre con Del otro lado hay luces neón. La mención honorífica fue para Carmen Mondragón por Los pecados de las Grandes
- En ensayo, la ganadora fue Kennia Cervantes por Tres tristes tópicos: desaparición, suicidio y barbarie. Mientras que en poesía fue Xel-Ha López Méndez con Cielos Oscuros
El Premio Dolores Castro 2025, convocado por el Instituto Municipal Aguascalentense para la Cultura (IMAC), reconoció nuevamente el talento de mujeres creadoras en los géneros de poesía, narrativa, ensayo e ilustración. Este certamen, único en su tipo en México por visibilizar exclusivamente el trabajo de mujeres, reunió voces provenientes de distintos estados del país, que coincidieron en celebrar la creación como un acto de resistencia y comunidad.
En la categoría de ensayo, el reconocimiento fue para Kennia Cervantes, originaria de Xalapa, Veracruz, por su obra Tres tristes tópicos: desaparición, suicidio y barbarie. Para la autora, el galardón representa mucho más que un logro literario: “Este premio es una plataforma para la escritura hecha por mujeres en México. Me da la posibilidad de tener un lugar para mi palabra, para decir lo que pienso con el respaldo de un reconocimiento que ya tiene un peso nacional”, señaló.
Cervantes destacó que el ensayo se convirtió para ella en una forma de ordenar sus pensamientos y enfrentar lo que la atraviesa. “Llegué al género por azar, pero me quedé por convicción. Creo en la palabra, en su poder para cambiar algo, para crear mundos”, expresó.
La ganadora en poesía, Xel-Ha López Méndez, originaria de Guadalajara y residente en Ontario, obtuvo el premio con Cielos Oscuros. En su intervención, destacó la evolución del certamen y su capacidad de adaptarse a nuevos lenguajes artísticos: “El Premio Dolores Castro ha ido creciendo, sumando elementos y fuerzas. Hoy se vuelve un esfuerzo colectivo, un espacio entrañable que une la literatura con las artes visuales”, dijo.
Xel-Ha compartió que su acercamiento a la escritura comenzó desde la radio, donde descubrió “el poder de la voz y del sonido”. “Encuentro en la poesía esa posibilidad de seguir nutriendo el lenguaje desde su musicalidad. Siempre intento que las palabras suenen, que conserven algo de canción y conversación”, explicó.
En narrativa, la ganadora fue Erika Said Izaguirre con Del otro lado hay luces neón, una colección de cuentos escritos a lo largo de diez años. La autora reflexionó sobre la importancia de abrir espacios para las mujeres que escriben en un país donde “la violencia todavía existe a todos los niveles”. “Este premio nos abre camino. Gracias a mujeres como Dolores Castro hoy existen estos reconocimientos; ellas nos abrieron paso para que nosotras sigamos escribiendo”, señaló.
La mención honorífica en narrativa fue para Carmen Mondragón, del estado de Guerrero, por su novela Los pecados de las Grandes. La autora compartió que su acercamiento a la literatura fue un proceso de autodescubrimiento. “Siempre quise escribir, pero me daba miedo. Hace un año, por mi cumpleaños, me regalé un taller literario para mujeres, y ahí nació la novela. Este premio me confirma que estoy en el camino correcto”, contó emocionada.
En la categoría de ilustración, el reconocimiento fue para María Berenice Álvarez Martínez, de Ecatepec, Estado de México, quien destacó la importancia del arte como herramienta para crear colectivamente. “Este premio representa un espacio para resistir como creadoras. Desde la creatividad, ya sea en lenguaje literario o visual, aportamos un granito de arena a lo que se construye en conjunto”, expresó.
Berenice compartió que su amor por el dibujo nació a partir de las palabras: “Ilustro desde lo que imagino al leer. De la palabra nace la imagen, y de esa imagen surge la ilustración. Me emociona recordar por qué hago lo que hago”, dijo.
El Premio Dolores Castro, creado en honor a la poeta y narradora aguascalentense, continúa consolidándose como un referente nacional para las mujeres en las artes. Las ganadoras coincidieron en que el certamen no solo impulsa carreras, sino que también reafirma la fuerza de la palabra femenina como un acto de resistencia, creación y comunidad.




