El sonido del agua marcó su destino. Germán Saúl Sánchez Sánchez, nacido el 24 de junio de 1992 en Guadalajara, Jalisco, creció entre el bullicio de una ciudad que respira deporte, pero fue el eco de los clavados lo que definió su vida. Admirador de la lucha libre mexicana, soñaba con volar, aunque no desde las cuerdas, sino desde una plataforma de 10 metros. Lo que comenzó como un juego terminó convirtiéndose en una de las carreras más destacadas del deporte mexicano moderno, una historia de talento, sacrificio y resiliencia que lo llevó a ganar dos medallas olímpicas y convertirse en uno de los clavadistas más importantes de México en el siglo XXI.
De Guadalajara al trampolín de los sueños
Desde niño, Germán mostró una energía desbordante y una capacidad atlética fuera de lo común. Su madre lo inscribió en clases de natación para canalizar esa energía, pero fue en los clavados donde encontró su verdadera pasión. En el CODE Jalisco, bajo la mirada de entrenadores que vieron en él un diamante en bruto, comenzó a formarse como clavadista. Con apenas 11 años ya demostraba un dominio técnico que lo hacía destacar en competencias nacionales infantiles y de ahí, su ascenso fue meteórico.
El debut de un adolescente prodigio
A los 16 años, Germán Sánchez debutó en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, siendo uno de los atletas más jóvenes de la delegación mexicana. Aunque no logró medalla, su presencia fue histórica pues ya mostraba una técnica impecable y una serenidad poco común para su edad. Aquella primera experiencia le sirvió de impulso. Volvió a México decidido a escribir su nombre entre los grandes. En sus propias palabras: “No fui a Beijing a ganar una medalla, fui a aprender cómo se ganan”.
La dupla que hizo historia junto a Iván García
Cuatro años más tarde, en Londres 2012, Germán regresó con más fuerza y un nuevo compañero: Iván “Pollo” García. Juntos formaron una de las duplas más espectaculares del mundo, entrenados por Iván Bautista en el CODE Jalisco.
Con clavados de altísimo grado de dificultad, como el 109C (adelante 4½ giros carpado), se ganaron el respeto de jueces y rivales. Contra todo pronóstico, conquistaron la medalla de plata en plataforma sincronizada de 10 metros, solo detrás de los chinos, dueños históricos de la disciplina.
Aquel logro marcó una nueva era para los clavados varoniles en México. El país entero vibró al ver ondear la bandera nacional en el podio de Londres. Fue el inicio de la leyenda del “Duva”, un atleta que saltaba con el corazón por delante.
La plata que valió oro
En los Juegos Olímpicos de Río 2016, Germán Sánchez enfrentó uno de los momentos más exigentes de su vida; las lesiones en los hombros y rodillas amenazaban con apartarlo de la competencia, y muchos creían que no resistiría. Pero Germán volvió a demostrar que su fortaleza no estaba solo en el cuerpo, sino en el alma.
En la final individual de plataforma de 10 metros, ejecutó una serie perfecta, cada salto fue una obra de arte, cada entrada al agua, una declaración de orgullo. Contra todo pronóstico, se colgó la medalla de plata olímpica, su segunda presea y la confirmación de su grandeza.
Con ese resultado, se convirtió en el único clavadista mexicano varón de la era moderna en ganar dos medallas olímpicas, y el segundo en toda la historia después de Joaquín Capilla. Lo hizo en una era mucho más competitiva, donde la precisión y el grado de dificultad eran extremos.
Constancia en el podio internacional
Entre 2010 y 2019, Germán Sánchez fue sinónimo de constancia. En el Campeonato Mundial Juvenil de 2008 (Alemania), obtuvo oro individual y plata sincronizada, anunciando lo que estaba por venir. En el Mundial de Barcelona 2013, junto a Iván García, logró la medalla de plata en plataforma sincronizada, consolidando a México como potencia mundial y en Kazán 2015, terminó quinto en la final individual, el mejor resultado para un mexicano en esa edición.
En los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, ganó plata en sincronizados; en Toronto 2015, sumó plata en sincronizados y bronce individual; y en Lima 2019, aunque no logró medalla por una lesión, su presencia fue la de un líder, mentor de las nuevas generaciones.
En los Juegos Centroamericanos y del Caribe, brilló con fuerza. Oro en Mayagüez 2010, doble oro en Veracruz 2014 (individual y sincronizados) y plata en Barranquilla 2018. A nivel mundial, fue subcampeón de la Serie Mundial FINA 2014 y bronce en la Copa del Mundo FINA 2012 (Londres).
Entre la gloria y el dolor
El camino no fue sencillo. Las lesiones acompañaron a Germán en casi toda su carrera con hombros desgarrados, rodillas inflamadas, dolores crónicos que habrían retirado a cualquiera. Pero él nunca se rindió. Su disciplina y mentalidad férrea lo mantuvieron en pie, representando a México en cada competencia. Incluso cuando su cuerpo no respondía, su espíritu seguía saltando.
Por eso, su legado no solo se mide en medallas, sino en el ejemplo que dejó para generaciones enteras de atletas. Muchos clavadistas jóvenes, como Randal Willars, Kevin Berlín o Andrés Villarreal, lo reconocen como su inspiración directa.
El salto más alto
En 2012, Germán Sánchez fue galardonado con el Premio Nacional del Deporte, junto a Iván García, por su hazaña olímpica. También recibió el Premio Jalisco al Mérito Deportivo en 2016 tras su segunda medalla. Ha sido nombrado embajador deportivo de Jalisco y participa activamente en programas de la CONADE y el CODE Jalisco, impulsando el desarrollo de nuevos talentos en clavados.
Un símbolo del México que no teme volar
Hoy, Germán Sánchez es más que un doble medallista olímpico. Es el símbolo de una generación que aprendió a volar sin alas, un atleta que llevó el nombre de México al podio con valentía y honor. Del niño tapatío que soñaba con ser luchador, pero terminó conquistando el cielo desde una plataforma de 10 metros.
Cada vez que el “Duva” subía a la plataforma, no solo representaba a México, sino a todos los que alguna vez han caído y decidido volver a intentarlo porque en cada clavado dejó una lección imborrable: los verdaderos campeones no temen caer, porque saben que su destino está en volar.




