Cuando Iván García era apenas un niño inquieto en Guadalajara, Jalisco, nadie imaginaba que se convertiría en uno de los clavadistas más sobresalientes en la historia moderna de México. Su camino, forjado entre disciplina, vértigo y un carácter indomable, lo llevó desde las albercas del CODE Jalisco hasta los podios olímpicos de Londres 2012, convirtiéndose en un referente del deporte nacional. A lo largo de su carrera, el “Pollo”, como es conocido en el medio, demostró que el talento mexicano podía competir de tú a tú con las potencias mundiales del clavado.
Los inicios de un niño hiperactivo
Nacido el 25 de octubre de 1993, Iván fue un niño lleno de energía. Su familia, buscando canalizar esa vitalidad, lo llevó a practicar deporte. Primero probó con la natación, pero pronto quedó fascinado por los clavados, donde encontró un espacio para combinar fuerza, elegancia y precisión. En las instalaciones del CODE Jalisco, comenzó a mostrar habilidades extraordinarias para ejecutar saltos complejos desde temprana edad. Su dedicación y determinación hicieron que, con apenas 12 años, ya destacara en competencias estatales y nacionales.
Iván recuerda que su inspiración vino de ver competir a grandes figuras como Fernando Platas y Rommel Pacheco, quienes marcaron el camino para las nuevas generaciones: “Siempre soñé con representar a México y demostrar que nosotros también podíamos estar entre los mejores del mundo”, mencionó.
El ascenso juvenil y la primera gloria internacional
Su talento pronto llamó la atención de los entrenadores nacionales. En 2010, con solo 16 años, representó a México en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Mayagüez, donde conquistó sus primeras medallas internacionales; oro en plataforma sincronizada 10 metros y plata en individual. Aquella actuación confirmó que México tenía en él una joya deportiva.
Su evolución fue vertiginosa. En 2011, ya consolidado como una de las promesas más fuertes, formó dupla con Germán Sánchez, con quien desarrolló una química perfecta en los sincronizados. Juntos debutaron en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, ante su gente, y se llevaron dos medallas de oro, una en la prueba individual y otra en sincronizados. Esa noche, en su tierra natal, Iván se convirtió en héroe local.
El salto que lo llevó a la eternidad
La cúspide de su carrera llegó en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Con apenas 18 años, Iván y Germán Sánchez realizaron una competencia inolvidable. Su sincronía, técnica y valentía al ejecutar saltos con un alto grado de dificultad les valieron la medalla de plata en plataforma sincronizada de 10 metros, detrás de la poderosa dupla china. Esa presea significó un logro histórico: México volvía a subir al podio olímpico en clavados varoniles, confirmando la grandeza del país en esta disciplina.
Aquel día, los reflectores del mundo apuntaron a los jóvenes mexicanos que, entre sonrisas y lágrimas, celebraban un sueño cumplido. El “Pollo” García había tocado el cielo.
Consolidación y años de dominio internacional
Después del éxito olímpico, Iván se consolidó como uno de los clavadistas más reconocidos del planeta. Compitió en múltiples Copas del Mundo y Series Mundiales FINA, donde sumó más de 30 medallas internacionales entre 2013 y 2016. En 2014, logró el subcampeonato de la Serie Mundial de Clavados, confirmando su constancia en la élite mundial.
Durante esos años, su poderío en el aire y su valentía para ejecutar rutinas con el mayor grado de dificultad lo convirtieron en un espectáculo cada vez que subía a la plataforma. Pocos clavadistas se atrevían a hacer los saltos que Iván realizaba con precisión quirúrgica.
El valor de seguir compitiendo
En Río de Janeiro 2016, Iván García volvió a representar a México en las pruebas de plataforma individual y sincronizada. Sin embargo, las lesiones y el desgaste físico le impidieron brillar como en Londres. A pesar de ello, su entrega y compromiso fueron admirados por todos. No logró subir al podio, pero su garra y amor por México lo mantuvieron como un referente dentro del equipo nacional.
Tras esos Juegos, Iván continuó participando en torneos internacionales, incluyendo las Series Mundiales y los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, donde consiguió plata en sincronizados y bronce en individual. También brilló en los Juegos Centroamericanos de Veracruz 2014, con dos medallas de oro que reafirmaron su dominio continental.
Una voz crítica y un atleta con propósito
A lo largo de su carrera, Iván no solo destacó por sus logros, sino también por su carácter. Se convirtió en una voz crítica del sistema deportivo mexicano, denunciando la falta de apoyo y las malas condiciones en las instalaciones de entrenamiento. En varias entrevistas señaló que “los atletas mexicanos no fallan por falta de talento, sino por falta de apoyo”.
Su valentía fuera del agua lo transformó en un ejemplo para las nuevas generaciones. Iván defendió la idea de que el deporte en México debe ser un proyecto integral y no una lucha individual.
Amor, familia y nuevos retos
En su vida personal, Iván García mantuvo una relación con la también clavadista, Paola Espinosa, doble medallista olímpica. Juntos formaron una de las parejas más mediáticas del deporte mexicano, aunque su relación terminó, ambos compartieron un profundo respeto profesional y fueron pilares en el impulso del clavado mexicano a nivel mundial.
El adiós al trampolín
En noviembre de 2024, Iván “Pollo” García anunció oficialmente su retiro de los clavados. Entre aplausos, lágrimas y homenajes, el tapatío cerró una carrera que lo consagró como uno de los grandes íconos del deporte mexicano. Su retiro no significó un adiós, sino el comienzo de una nueva etapa, ahora como mentor y promotor del deporte.
Un vuelo eterno
Iván García no solo fue un clavadista, sino un símbolo de pasión y entrega. Desde aquella alberca de Jalisco donde comenzó su historia, hasta los podios más altos del mundo, el “Pollo” voló por México y para México. Hoy, su nombre está grabado entre los grandes del deporte nacional, junto a Joaquín Capilla, Fernando Platas y Germán Sánchez.




