Durante las celebraciones de temporada, el tema del duelo vuelve a cobrar relevancia, recordando que la muerte no solo forma parte de la cultura mexicana, sino también de la vida cotidiana. Hablar de la pérdida, reconocer el dolor y entender cómo se transforma emocionalmente una persona ante la ausencia de un ser querido sigue siendo una necesidad poco atendida. En entrevista, la psicoterapeuta Lourdes Martínez Staines compartió cómo se vive este proceso desde la psicología, sus distintas etapas y la importancia de aprender a transitarlo con acompañamiento y conciencia.
La psicoterapeuta Lourdes Martínez Staines explicó que el duelo es el proceso mediante el cual una persona se adapta a una pérdida irreparable, y que cada persona lo vive de forma distinta según su personalidad, su historia familiar y el entorno cultural en el que creció.
Indicó que en México, a pesar de ser un país con una mayoría católica, “pareciera que no está completamente inyectada la creencia de la vida eterna y la confianza del reencuentro”, por lo que muchas personas viven la muerte como una pérdida absoluta, con tristeza y desesperación que afecta su funcionalidad cotidiana.
Martínez destacó que el duelo puede desestabilizar por completo la vida de quien lo atraviesa. “El desconsuelo los perfora y los atropella. Es una situación que evita que puedan sostener otras esferas de relaciones, incluyendo la del trabajo”, señaló.
La especialista explicó que, aunque existen diferentes modelos teóricos, las etapas del duelo comparten emociones como tristeza, enojo, culpa y frustración. “Hay una negación en algunas personas y un estado de shock que evita que puedan aceptar la muerte; esto les permite responder a lo inmediato, pero después llega la aceptación”, dijo.
Precisó que el proceso no es lineal: “Las emociones no van en orden. Muchas personas detectan que avanzan y luego se sienten peor que al principio, y eso es normal”.
Martínez Staines advirtió que es importante pedir apoyo psicológico cuando la persona pone en riesgo su integridad: “Cuando deja de comer, se encierra, no quiere interactuar, descuida a sus hijos o empieza a beber, ahí hay una alarma. Requiere ayuda profesional porque está en riesgo su salud y su vida”.
Agregó que también puede detectarse en conductas agresivas hacia los demás: “Cuando el enojo se convierte en rabia contra la familia o los colegas, sabes que no hay regulación emocional y que necesita atención”.
Para la psicoterapeuta, hablar del duelo y de la muerte es una tarea pendiente en la sociedad mexicana. “Sería precioso que dieran educación en tanatología desde muy temprana edad, como la educación sexual. Son temas trascendentales del desarrollo humano”, señaló.
Explicó que normalizar estas conversaciones permite a las familias planear y vivir con mayor serenidad: “Deberíamos hablar con naturalidad sobre qué queremos que suceda con nuestro cuerpo físico, sobre los temas patrimoniales y emocionales. Eso ayuda a tener una muerte en paz y a no dejar problemas a quienes se quedan”.
Martínez explicó que existen distintos tipos de duelo: el súbito, que ocurre tras muertes inesperadas como accidentes o suicidios; el anticipado, cuando una persona acompaña una enfermedad terminal; y el no autorizado, que viven personas cuya pérdida no es reconocida socialmente. “Hay duelos que no pueden expresarse públicamente, como el de una relación no aceptada o la pérdida gestacional. Son duelos silenciosos y muy difíciles, porque no se permite hablar del dolor”, comentó.
También recordó que el duelo no siempre está relacionado con la muerte: “Hay duelos por pérdida de trabajo, por separaciones o por los cambios que vienen con la maternidad. No eres la misma de antes, y eso también es un duelo”.
Finalmente, Martínez Staines enfatizó que el autocuidado físico y emocional es clave para sobrellevar el duelo. “Hay que ser amables con uno mismo y confirmar lo que sentimos. Nuestro primer deber es con nuestro cuerpo y nuestra mente”, afirmó.
Advirtió que la falta de educación emocional agrava las crisis, y que la prevención debe abordarse desde edades tempranas: “No hay forma de que el sistema de salud soporte todas las crisis que vienen si la familia no se prepara. Necesitamos aprender empatía y regulación emocional”.
Concluyó que el duelo no debe verse como una enfermedad, sino como un proceso humano que requiere tiempo, comprensión y acompañamiento.




