“¿Qué se recuerda? ¿Cómo? ¿Para quién?” Así plantea la aclamada escritora mexicana Cristina Rivera Garza cuando habla de los más de 10 feminicidios que ocurren en México cada día. La conferencia-performance tuvo lugar este 2 de noviembre, el Día de Muertos, en el Patio de los Naranjos en el Colegio Nacional. Ahí, decenas de personas fueron invitadas para formar parte de una obra nueva y multifacética donde el objetivo era: nombrar a todas las mujeres que faltan.
La historia detrás del performance ‘Cuchillos como hojas: reescribir el feminicidio, nombrarlas en barro’ comienza con el descubrimiento de un objeto originario de Alaska, acompañado de un relato, que cautivó a Cristina Rivera Garza: el cuchillo historia. También conocido como storyknife en inglés o yaaruin en yupik que está hecho de hueso, es tan pequeño como la palma de la mano de una niña y es sencillo pero filoso.
La historia cuenta que en la costa de Alaska, principalmente en las comunidades inuit, las niñas trazan dibujos en la nieve o la tierra mojada para contar antiguas historias o simplemente cosas que les habían sucedido. Luego, el viento o el sol hacen desaparecer estos dibujos, por lo que para seguir contando sus historias debían seguir borrando.
Para Rivera Garza, esta práctica ancestral tiene una relación con la forma en la que hablamos de los feminicidios en México. “De inmediato lo conecté con cómo contamos historias de violencia de género, especialmente de feminicidio. Estas son acalladas, es decir, son borradas, y nosotras insistimos, las volvemos a decir y las vuelven a borrar.” Reflexiona. ¿Podría un cuchillo historia reescribir la forma en la que contamos historias de feminicidios?




