Disonancia
La ola oscura hidrocálida
Esta, sin duda, es mi época favorita del año. Crecí con el olor a cempasúchil y copal, en la ciudad de Aguascalientes, la única en el mundo que tiene un museo dedicado a la muerte. Entre los grabados de José Guadalupe Posada y las faldas del Cerro del Muerto, siempre esperaba a que llegara el Día de Muertos para recordar a quienes ya no están.
Desde chico estuve en contacto con lo lúgubre. Mi campo de juegos era un panteón; la literatura y la televisión hicieron su parte. Recuerdo que en la primaria leí un libro llamado El colectivo fantasma, un libro infantil que contaba historias de un cementerio. Después llegarían autores como Edgar Allan Poe y Neil Gaiman; en televisión, las caricaturas de Scooby-Doo y las películas de Tim Burton tuvieron un gran impacto en mi pequeña persona, pero la música fue más allá. Bandas que tocaban temas oscuros en su música se volvieron hogar para aquel niño incomprendido.
Las letras de The Cure reflejaban sentimientos profundos y me conmovían hasta las lágrimas. Bauhaus, Sisters of Mercy, Siouxsie and the Banshees y muchas otras se quedaron no solo en mis playlists, sino en mi ser. Los géneros góticos y oscuros, el post-punk y demás corrientes formaron gran parte de mi amor por la música.
Considero que durante años sufrí inconscientemente de un malinchismo musical, hasta que descubrí grandes bandas precursoras de estos géneros en nuestro país, que permanecieron mucho tiempo bajo tierra. El primero: Carlos Robledo, creador de proyectos como Size y Casino Shanghái, que forjaron el camino para otros, como Lavabos Iturriaga y Las Ánimas del Cuarto Oscuro. Bandas que, aunque no recibieron la atención merecida, se atrevieron a ser diferentes y a crear música para quienes también lo son.
Nuestro país siempre ha sido rico en talento y nuestro estado no es la excepción. Uno de los artistas nacionales más reconocidos tiene como musa a la muerte: José Guadalupe Posada. Este estado lleno de misticismo, sede del Festival Cultural de Calaveras y, como dije al inicio, el único en el mundo con un museo dedicado a la muerte, ubicado a las faldas del Cerro del Muerto, ha sido cuna de un movimiento que llamo “La Ola Oscura Hidrocálida”.
A finales de los noventa aparece Mesías, la primera banda hidrocálida en experimentar con sonidos oscuros, cercana al sonido gótico londinense de los noventa. Después de más de dos décadas de ausencia, este año regresaron con un nuevo álbum: Suturas.
Hacia 2010 llega Sex Catrina, liderado por Van Salas, inspirado en el death rock estadounidense de los ochenta. Luego Sniffin Scars, a cargo de Rob Andrade, con el sonido característico de la segunda ola del goth y letras introspectivas.
En 2015, Cody Ooze crea GlitchBay, con un sonido darkwave e industrial inspirado en películas clásicas de terror. En vivo, aparecen con máscaras que reflejan visualmente su sonido.
Otro proyecto es Sknrrs: Sofie, Kath y John, quienes, usando sintetizadores análogos y cajas de ritmo que remiten al krautrock de Kraftwerk y al estilo vocal de grupos femeninos de los cincuenta, logran un sonido único y nostálgico.
Polilla Pocket, la única agrupación totalmente femenina de la lista, con su Sad Punk inspirado en películas slasher, se acerca al post-punk y al movimiento riot grrrl.
El proyecto más peculiar: Tecuejos o Niño Cucaracha, que utiliza sintetizadores, theremins y sonidos de películas de terror clásicas y de serie B, con letras irreverentes que retratan depresión, tristeza y la sensación de no encajar.
Este movimiento oscuro en Aguascalientes surge de la necesidad de sentirse parte de la tristeza y la desesperanza, pero también del amor por la música, donde muchas personas encontramos refugio. Nuevos proyectos como Cybergrave y Erótica, así como bandas jóvenes de covers, mantienen vivo este gusto por lo oculto, lo oscuro, lo desconocido y lo incomprendido. Como escribió Edgar Allan Poe: “No existe una belleza exquisita… sin cierta extrañeza”.




