El banquete de los pordioseros
Alive!
Parece increíble que han pasado ya cincuenta años de aquel musicalmente fértil año de 1975, muchas grandes producciones fueron publicadas ese año, ya hemos comentado algunas de ellas, por ejemplo, el inmenso Wish you Were Here de Pink Floyd, el Physical Graffiti de Led Zeppelin, Snow Goose de Camel, A Night at the Opera de Queen, Blood on the Tracks de Bob Dylan, History: America’s Greatest Hits, evidentemente de América, Chicago VIII, el Born to Run de Bruce Springsteen, Rock & Roll de John Lennon, End on the Water de Crosby & Nash, el homónimo de John Fogerty, en fin, la lista podría ser interminable. Bien, hoy quiero dedicar el Banquete de este día a un álbum en vivo que se publicó el 10 de septiembre de 1975, y me refiero al primer disco grabado en concierto de Kiss.
Mira, debo decirte algo, no soy fan de Kiss, claro, en aquellos años era diferente, en 1975 yo tenía 12 años y ver a cuatro tipos con disfraces estrafalarios y haciendo estallar los amplificadores del estéreo casero te hacía volar la mente. Lógicamente no conocí este disco en el año de su publicación, en esos ayeres no era posible acceder a la música de manera inmediata, como sucede actualmente, las noticias no circulaban con la velocidad que tenemos ahora, y nos enterábamos de lanzamientos discográficos que nos interesaban algunas semanas, tal vez meses después, así que no recuerdo con exactitud cuándo conocí este disco ni cuando lo tuve en mis manos, pero recuerdo que mis papás me decían que cómo me podía gusta la música de esos cuatro fachosos, seguramente mariguanos, después supe que Gene Simmons es totalmente abstemio de cualquier sustancia externa y que, en general, los cuatro integrantes originales de esta agrupación neoyorkina eran personas sin extravagancias que no tenían una vida extrema.
Antes de la publicación de Alive!, Kiss ya tenía publicados tres discos, el homónimo de 1974, Hotter than Hell de ese mismo año, y Dressed to Kill de 1975, vendría entonces este primer álbum en vivo que se editó como una producción doble que recoge las grabaciones de cuatro fechas realizadas durante la gira de Dressed to kill, la primera de ellas fue en la Cobo Arena de Detroit, la segunda en el Music Hall de Cleveland, Ohio, la tercera fue en el Orpheum de Davenport en el estado de Iowa, y la cuarta fue en el Centro de Convenciones de Wildwoods en New Jersey.
Este disco en realidad fue una maniobra del sello discográfico Casablanca, que estaba cerca de colapsar, y es que los primeros tres discos en estudio de Kiss no habían tenido los resultados esperados, así que se la jugaron con un disco en concierto de Kiss, considerando el espectáculo que estos cuatros músicos hacían en el escenario, ya sabes, la boca de Gene Simmons chorreando sangre y escupiendo fuego con su bajo en forma de hacha, la batería de Peter Criss que era elevada por en una plataforma y la guitarra de Ace Frehley esparciendo humo por todos lados, y claro, el carisma de Paul Stanley como auténtico frontman, y a todo esto hay que añadirle el vestuario, que es uno de los ingredientes que definió el estilo y el perfil de Kiss.
Lógicamente todo esto te deslumbra cuando tienes entre 13 y 15 años, pero no puedes tomarlo en serio toda tu vida y seguir pensando que Kiss ha ofrecido a la música una de las mejores propuestas del género, evidentemente no, no es así, pero en su momento resultó fascinante y hasta mágico.
Definitivamente este disco representó el gran salto de Kiss a la fama en el rock, y subrayo, a la fama, de ninguna manera han pertenecido jamás al Monte del Olimpo de las grandes luminarias del rock, finalmente Kiss es eso, espectáculo y nada más, esa es la razón, creo yo, de que en sus inicios no pudieron triunfar con sus discos en estudio, porque no había argumentos musicales lo suficientemente sólidos para convencer a un público que consumía discos de la Banda Chicago, de Free, de Slade, una de las grandes influencias de Kiss, de Pink Floyd, de Aerosmith, o de cualquiera de estos grandes protagonistas del rock de los años 70, tuvo que venir el espectáculo más que la música a salvar al grupo y a un sello discográfico en terapia intensiva. Sí, yo sé que Pink Floyd, uno de mis grupos favoritos, en aquellos años 70 montaban un espectáculo impresionante en cada uno de sus conciertos, pero ellos, antes de buscar deslumbrar con un montaje escénico, primero convencieron al mundo con su música, la música antes de cualquier cosa, y ya después vendría la propuesta en el escenario o sacar un puerco volando, primero convencieron con una propuesta musical genial, innovadora, revolucionaria y con argumentos musicales sólidos, sólo entonces vendría lo demás, y como un accesorio, no como el centro de su propuesta.
Creo que difícilmente pudiera dedicar un Banquete al grupo Kiss, pero déjame platicarte algo, ayer visité el Centro de Estudios Musicales Manuel M. Ponce y vi en el patio central un homenaje al guitarrista de Kiss, a Ace Frehley, que, como sabemos, falleció hace muy pocos días, el 16 de octubre del año en curso, y de repente sentí nostalgia por aquellos años 70 en los que sacar la lengua lo más que podías en un intento, siempre estéril, de emular a Gene Simmons era un logro que había que presumir con los amigos, y bueno, ya ves, quise recordar este disco, que en su momento me encantó, finalmente no hace mucho que el Alive! cumplió cincuenta años.




