En un mundo donde el fútbol mexicano a menudo busca inspiración en entrenadores extranjeros, Benjamín Mora emerge como una figura singular, un director técnico que no solo ha forjado su legado en ligas exóticas, sino que lo ha hecho con la tenacidad de quien creció entre máscaras y llaves de lucha libre. Nacido el 25 de junio de 1979 en Tijuana, Baja California, Mora no solo representa el sueño de un entrenador nacional exitoso, sino también la prueba de que el talento mexicano puede brillar más allá de las fronteras.
Inicios entre máscaras y sueños deportivos
La infancia de Benjamín Mora no transcurrió en academias de élite ni en campos de entrenamiento relucientes. Hijo de Benjamín Mora Mercado, un legendario promotor de lucha libre que durante tres décadas organizó funciones emblemáticas en Tijuana, Puebla y Los Ángeles, incluyendo duelos de apuestas con El Hijo del Santo y Kato Kung Lee, y de María Antonieta Mendívil, exjugadora de la selección mexicana de voleibol en los años setenta, Mora creció rodeado de gladiadores. Desde los 16 años, acompañaba a su padre en caravanas por México y Estados Unidos, presenciando combates que le enseñaron lecciones de resiliencia y espectáculo.
Aunque el pancracio lo fascinaba, el fútbol siempre fue su pasión. Intentó una carrera como jugador profesional, pero las puertas se cerraron temprano. En lugar de rendirse, Mora canalizó esa energía en los banquillos. Antes de dedicarse por completo al balompié, probó suerte en la televisión: en 2005, con 25 años, participó en la tercera edición de Big Brother México, un reality que lo expuso a la fama efímera pero que, curiosamente, no lo alejó de sus metas deportivas. Casado desde 2011 con Marlene González, con quien tiene dos hijas, Mora se mudó a Querétaro y comenzó a construir su camino en el fútbol desde las bases.

Los primeros pasos en México
La carrera técnica de Mora despegó en 2011, cuando asumió el mando del Tijuana de Tercera División, equipo filial de los Xolos. Allí, en las fuerzas básicas, pulió su filosofía: un fútbol ofensivo, enfocado en el desarrollo de jóvenes y la disciplina táctica: “Empecé desde abajo, aprendiendo que el éxito no llega de la noche a la mañana”, ha dicho en múltiples ocasiones. Ese año, también colaboró en las categorías inferiores de Club Tijuana, donde su ojo para el talento lo llevó a roles como auxiliar.
Entre 2012 y 2013, Mora escaló y fue asistente de Carlos de los Cobos en Querétaro FC, un regreso simbólico a la ciudad que lo vio crecer, y luego en Atlante. En 2014, dio el salto como director técnico principal al Atlético Chiapas, filial de Jaguares en la Liga Premier de Ascenso (actual Liga de Expansión MX). Dirigió durante un año, implementando sistemas flexibles que priorizaban la posesión y la presión alta, aunque los resultados fueron modestos debido a limitaciones presupuestarias. Regresó como auxiliar en Cafetaleros de Tapachula en 2015, trabajando bajo Gabriel Caballero, donde afianzó su reputación como técnico innovador y adaptable. Pero México, con su mercado saturado de oportunidades para extranjeros, no le ofrecía el escenario soñado. Mora, con licencia Pro de la UEFA obtenida más tarde, decidió apostar por el extranjero. En diciembre de 2015, un contacto lo llevó a Malasia, un destino improbable que cambiaría su destino para siempre.
Benjamín Mora: El rey de Johor Darul Ta’zim
Llegar a Malasia fue como saltar a un ring desconocido. Mora aterrizó en Johor Bahru, ciudad fronteriza con Singapur, para dirigir al JDT II, el equipo reserva del Johor Darul Ta’zim FC (JDT), el club más poderoso de la Superliga malaya y propiedad del príncipe, Tunku Ismail Sultan Ibrahim. El reto era claro: formar jugadores para el primer equipo y clasificar a la Copa de Malasia. Lo que siguió fue una era dorada que posicionó a Mora como el entrenador mexicano más exitoso en Asia.
En enero de 2017, tras la salida del argentino Mario Gómez, asumió el primer equipo. En su temporada debut, guió al JDT a un tricampeonato consecutivo de la Superliga, rompiendo récords de invencibilidad. Pero el clímax llegó en 2019 con un histórico triplete con la Malasia Charity Shield, la Superliga y la Copa de Malasia, asegurando un boleto a la Liga de Campeones de la AFC 2020.
Los números hablan por sí solos. Entre 2015 y 2022, Mora dirigió 149 partidos con el JDT: 102 victorias, 25 empates y solo 22 derrotas, un impresionante 68% de efectividad. Sumó nueve títulos: cuatro Superligas (2017, 2018, 2019, 2020), cuatro Charity Shields (2015, 2016, 2018, 2019, 2021) y una Copa de Malasia (2019). En la Champions asiática, llevó al equipo a octavos de final en 2022, enfrentando a potencias como Ulsan Hyundai. Su estilo transformó al JDT en una “carrera de un solo caballo”, como lo describió la prensa local. Mora no solo ganó trofeos; dignificó la bandera mexicana. En 2020, recibió el premio “Mexicano Distinguido” en Malasia por promover la imagen de México. Adaptarse a una liga influida por el fútbol inglés, con jugadores de Brasil y Europa, le enseñó humildad.
Un debut en la Liga MX con altibajos en Atlas
De vuelta en México en octubre de 2022, Mora firmó con Atlas FC, su primera gran oportunidad en Primera División. Heredando el legado de Diego Cocca, los rojinegros venían de un bicampeonato histórico en el Apertura 2021 y Clausura 2022, lo que dejaba una vara altísima. El anuncio fue un soplo de aire fresco para la afición tapatía: un técnico mexicano con un palmarés envidiable en Asia, listo para inyectar frescura a un equipo que necesitaba reinventarse tras la salida de su artífice.




