Hoy en día, el blackjack está en todas partes: en los casinos físicos, en el cine, en novelas y en versiones digitales. Sin embargo, detrás de este juego aparentemente sencillo se esconde una historia llena de literatura, leyendas, matemáticos obstinados y estudiantes que convertían la mesa de juego en un auténtico laboratorio de investigación.
A continuación, exploramos cinco episodios históricos especialmente curiosos que muestran cómo el camino del blackjack ha sido todo menos lineal.
De las páginas de Cervantes a las mesas de juego modernas
Una de las facetas más fascinantes de la historia del blackjack es que, antes de establecerse como un juego de casino, ya era un juego literario.
La primera descripción conocida de un antepasado directo del blackjack aparece en un relato de Miguel de Cervantes, autor de Don Quijote. En el cuento “Rinconete y Cortadillo”, parte de las Novelas ejemplares, los protagonistas son tahúres que engañan a los demás jugadores en una partida de veintiuno. Cervantes describe un juego cuyo objetivo es alcanzar 21 sin pasarse, y donde el as puede valer 1 u 11: los elementos fundamentales del blackjack actual.
El texto se escribió a comienzos del siglo XVII, lo que significa que ya se jugaba alguna forma de “veintiuno” en España hace más de cuatro siglos. Con el tiempo, el juego se difundió por Francia bajo nombres como vingt-et-un y desde allí saltó a Europa y Estados Unidos, evolucionando hasta las reglas que conocemos hoy.
El misterio del nombre “blackjack”
¿Por qué “blackjack” y no simplemente “veintiuno”? Aquí la historia toma tintes casi detectivescos.
La versión más divulgada cuenta que, cuando el juego llegó a Estados Unidos, no logró atraer demasiado interés. Para hacerlo más llamativo, algunos casinos introdujeron bonificaciones especiales. Una de ellas pagaba 10 a 1 si el jugador conseguía un as de espadas y una jota “negra” (de picas o tréboles). Esa mano comenzó a llamarse “blackjack”, y el nombre acabó adoptándose para el juego completo incluso después de eliminar la bonificación.
Sin embargo, algunos investigadores han sugerido otra explicación. El historiador de juegos Thierry Depaulis propuso que el término se popularizó entre los buscadores de oro durante la fiebre del Klondike, a finales del siglo XIX. Allí se conocía como “blackjack” a una variante estadounidense del vingt-et-un, quizá por la asociación con el mineral llamado “blackjack” (blenda de zinc), común en zonas mineras.
Probablemente, el origen del nombre sea una combinación de marketing de casino, argot de mineros y simplificación histórica. Lo cierto es que, al final, “blackjack” se convirtió en el término universal.
Cuatro ingenieros y un mar de cálculos: los “Four Horsemen”
Mucho antes de que existieran programas de simulación o computadoras personales, algunos se preguntaron si había una forma “matemáticamente correcta” de jugar al blackjack.
En los años cincuenta, cuatro ingenieros del ejército estadounidense —Roger Baldwin, Wilbert Cantey, Herbert Maisel y James McDermott— analizaron el juego usando calculadoras mecánicas y tablas de probabilidad. Publicaron sus conclusiones en 1956 en la Journal of the American Statistical Association, presentando la primera estrategia óptima basada en probabilidades conocidas según las cartas del jugador y del crupier.
En ese momento su trabajo pasó casi desapercibido para el gran público. Pero para quienes estudiaban teoría de juegos y estadística fue revolucionario. Las tablas que elaboraron son las precursoras de la “estrategia básica” que sigue siendo referencia global en la teoría del blackjack.
Con el tiempo, los cuatro fueron reconocidos como los “Four Horsemen of Aberdeen” e incluidos en el Salón de la Fama del Blackjack por haber anticipado el uso de computadoras en el análisis del juego.
Edward Thorp: un profesor que obligó a los casinos a cambiar las reglas
Si los Four Horsemen abrieron el camino, Edward O. Thorp fue el hombre que llevó el blackjack a la fama mundial.
Este matemático y profesor universitario utilizó un ordenador IBM 704 para analizar miles de escenarios de juego. Sobre la base de trabajos previos, desarrolló un sistema de conteo de cartas que demostraba que, en determinadas circunstancias, el jugador podía obtener ventaja estadística.
En 1962 publicó Beat the Dealer, un libro que explicaba su método y que se convirtió en un éxito editorial inesperado. Fue la primera obra que demostró de forma rigurosa que el blackjack podía, en teoría, jugarse con ventaja mediante disciplina y cálculo cuidadoso.
Los casinos reaccionaron de inmediato: comenzaron a modificar sus reglas, introduciendo múltiples mazos, barajados más frecuentes y, en algunos casos, pagos reducidos para el blackjack natural. Estas medidas buscaban recuperar el margen estadístico del casino y contrarrestar las estrategias derivadas del conteo de cartas.
Esta evolución también ha tenido efectos en el mundo digital: cuando se comparan reglas, pagos y variantes entre mesas tradicionales y plataformas que ofrecen los mejores juegos de blackjack online, uno de los aspectos más analizados es cómo estos detalles influyen en las probabilidades teóricas del largo plazo.
El MIT Blackjack Team: del campus al cine
Otra curiosidad histórica que ayudó a convertir al blackjack en fenómeno cultural es la historia del MIT Blackjack Team.
A finales de los setenta, un grupo de estudiantes y ex alumnos del MIT, Harvard y otras universidades estadounidenses decidió aplicar técnicas avanzadas de conteo de cartas con estrategias de equipo. Funcionaban como una auténtica empresa: con inversores, entrenamiento intensivo y viajes coordinados a casinos de todo el país.
Durante más de dos décadas, el equipo operó con relativo éxito antes de que las medidas de seguridad modernas lo dificultaran. Algunos miembros terminaron en listas negras de casinos de todo el mundo.
Su historia inspiró libros y películas, como Bringing Down the House y el filme 21. Más allá del glamour cinematográfico, el dato histórico más interesante es que un grupo de estudiantes convirtió el casino en un laboratorio real para poner a prueba teoría de probabilidades, psicología y gestión del riesgo.
Un juego sencillo con una historia sorprendemente compleja
Vistas en conjunto, todas estas curiosidades revelan que el blackjack es mucho más que un pasatiempo.
Desde los pícaros retratados por Cervantes hasta los mineros del Klondike; desde ingenieros que llenaban cuadernos de cálculos hasta un profesor que obligó a Las Vegas a revisar sus reglas; pasando por los estudiantes que llevaron la matemática al cine… el blackjack ha sido un punto de encuentro entre literatura, estadística, cultura popular y la eterna fascinación humana por el azar y los números.
Hoy, quienes estudian el blackjack a menudo lo hacen por su interés histórico, por la lógica matemática que encierra o para comprender cómo cambian sus reglas con el paso del tiempo. Y quizá ahí radique su encanto más duradero: en ese equilibrio entre la simplicidad del juego y la complejidad de su historia.
