No es una distopía literaria. Está pasando.
En distintas escuelas públicas de Estados Unidos, libros de Gabriel García Márquez, Isabel Allende y Laura Esquivel han sido retirados o restringidos, no por falta de calidad, sino por el contenido que incomoda a sectores conservadores: sexualidad, crítica al poder, memoria histórica y voces latinoamericanas.
Aunque en redes se habla de una “prohibición nacional”, la realidad es más precisa —y no menos alarmante—: las restricciones ocurren a nivel estatal y distrital, especialmente en Florida, donde nuevas leyes han permitido que juntas escolares retiren libros completos de bibliotecas y programas educativos mientras “se revisa su contenido”.
¿Qué libros están en la mira?
Entre los títulos afectados se encuentran obras fundamentales de la literatura latinoamericana:
- Cien años de soledad y El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez
- La casa de los espíritus, de Isabel Allende
- Como agua para chocolate, de Laura Esquivel
¿El motivo? Escenas de sexualidad, lenguaje considerado “inapropiado” o narrativas que abordan el cuerpo, el deseo, la violencia y la historia desde una mirada crítica. Es decir, literatura que incomoda porque piensa.
Florida, el epicentro
De acuerdo con reportes de Univisión, El País, Infobae y organizaciones como PEN America, distritos escolares del condado Orange y otras zonas de Florida han retirado cientos de libros bajo leyes que obligan a eliminar cualquier texto que pueda ser denunciado por padres o grupos conservadores.
El resultado es una censura preventiva: los libros se quitan antes de ser evaluados a fondo, y muchas veces no regresan.
El trasfondo político y cultural
PEN America advierte que Estados Unidos vive la mayor ola de censura literaria en décadas.
Desde 2021, miles de libros han sido retirados de escuelas públicas, y una parte significativa pertenece a:
- Autores latinoamericanos
- Escritoras
- Voces feministas
- Narrativas sobre diversidad, racismo o memoria histórica
No es casualidad. Borrar libros es una forma de borrar experiencias, especialmente las que no encajan en un relato blanco, conservador y patriarcal.
¿Por qué importa?
Porque no se trata solo de libros.
Se trata de qué historias merecen ser contadas, qué cuerpos pueden nombrarse, qué memorias son válidas.
Cuando se censura a Allende o a Esquivel, también se censura a las mujeres que escriben desde el deseo, la herida y la resistencia.
Cuando se saca a García Márquez de las aulas, se expulsa a América Latina del relato oficial.
La censura no protege: Empobrece
Estados Unidos no ha prohibido oficialmente estos libros en todo el país, pero permitir que se retiren sistemáticamente de las escuelas es una forma de censura silenciosa.
Una que no quema libros, pero los esconde.
Una que no persigue autores, pero borra lecturas.
Y la historia ya nos enseñó algo:
cuando los libros incomodan al poder, es porque están diciendo la verdad.




