La Cámara de Representantes de Estados Unidos dio un paso más en la agenda conservadora que busca restringir los derechos de las personas trans. Esta semana, el órgano legislativo aprobó un proyecto de ley que pretende prohibir cirugías y otros tratamientos de afirmación de género para personas trans menores de edad, una medida que ha encendido las alertas de organizaciones médicas, de derechos humanos y colectivos LGBTQ+.
La iniciativa, impulsada mayoritariamente por legisladores republicanos, no solo apunta a las cirugías —procedimientos que, de acuerdo con asociaciones médicas, son extremadamente raros en menores—, sino que también busca limitar el acceso a bloqueadores de la pubertad y terapias hormonales, tratamientos avalados por décadas de práctica clínica y estudios científicos.
Criminalizar la identidad
El proyecto va más allá de una regulación médica. El lenguaje utilizado en el texto equipara la atención de afirmación de género con “daño” o “mutilación”, abriendo la puerta a sanciones penales contra personal de salud, incluidas multas y posibles penas de cárcel. Para activistas, esto representa un intento claro de criminalizar tanto a las personas trans como a quienes las acompañan médicamente.
Organizaciones como la American Medical Association y la American Academy of Pediatrics han sido enfáticas: la atención de afirmación de género es medicina basada en evidencia y puede ser crucial para la salud mental y el bienestar de niñas, niños y adolescentes trans. Diversos estudios señalan que negar estos cuidados incrementa los riesgos de depresión, ansiedad y suicidio.
Una batalla política sobre los cuerpos
La votación en la Cámara refleja una polarización profunda. El respaldo fue casi exclusivo del Partido Republicano, mientras que la mayoría demócrata votó en contra, advirtiendo que el Congreso está siendo utilizado para imponer una visión ideológica sobre los cuerpos y las identidades.
Este proyecto se inscribe en una ofensiva más amplia: en los últimos años, decenas de estados han aprobado leyes similares, restringiendo la vida cotidiana de personas trans, desde el acceso a la salud hasta el uso de baños o la participación en deportes.
¿Qué sigue?
La iniciativa ahora pasará al Senado, donde su futuro es incierto. Analistas consideran que difícilmente avanzará sin modificaciones sustanciales, pero su aprobación en la Cámara ya envía un mensaje preocupante: la vida y la dignidad de las infancias trans se han convertido en moneda de cambio electoral.
El fondo del debate
Mientras legisladores discuten, las personas trans —especialmente las más jóvenes— siguen enfrentando violencia, estigmatización y exclusión. Para colectivos y especialistas, la pregunta no es médica sino ética:
¿Quién decide sobre los cuerpos, las identidades y el derecho a existir sin miedo?
En un país que se presenta como defensor de las libertades individuales, el avance de este tipo de leyes evidencia una contradicción profunda: la libertad parece terminar cuando se trata de identidades que incomodan al poder.




