El banquete de los pordioseros
La dignidad de la música litúrgica
Iniciaré mi comentario con una declaración de principios, soy católico, convencido y practicante y lo he sido toda mi vida, nací católico y moriré católico, por lo que entenderás, amigo lector que, siendo católico y melómano, no puedo pasar por alto el tipo de música que se frecuenta en la liturgia, este es un tema que me ha apasionado siempre.
Tengo el privilegio de ser docente en dos importantes instituciones en Aguascalientes, el Seminario Diocesano y la Escuela Diocesana de Música Sacra, en ambas escuelas imparto la clase de Historia y Apreciación de la Música y, claro, más allá del recuento histórico de los diferentes estilos y tendencias musicales, intento -no sé si lo logre- explicarles a los estudiantes cómo debe de ser la música que se interpreta en la liturgia, así que, en uno y otro lado, es fundamental entender cuáles son las formas musicales que deben interpretarse en la celebración de la Santa Misa, y sí, tal vez estoy tomando como pretexto esta fecha importante de la Navidad, que si bien se acaba de celebrar, el tiempo litúrgico de la Navidad continúa un poco más, y dentro de ese tiempo, celebramos también el Año Nuevo, fechas importantes dentro del calendario litúrgico que exigen cantos apropiados para la ocasión, el problema radica en el hecho de que hemos abaratado mucho la música que se interpreta en la Santa Misa, no sólo en solemnidades importantes, sino en general, esto sucede todo el tiempo.
Por ejemplo, acabamos de vivir el tiempo de Adviento, un período de cuatro semanas en donde nos preparamos para el nacimiento de Cristo y, claro, hay cantos específicos para este tiempo, lo que yo no entiendo, es por qué la Iglesia Católica recurre a cantos que nada tienen que ver con el contexto litúrgico, canciones, por ejemplo, y dije canciones, no cantos, porque son canciones, como Blowin’in the wind de Bob Dylan, uno de los más grandes temas revolucionarios de los años 60 que apareció en 1962 en el disco Freewheelin’ Bob Dylan, y que al interpretarse en la misa en tiempo de Adviento se le cambia la letra con el fin de que pueda convertirse en un canto propio de la celebración y en misa se canta como “saber que vendrás…”, pero no, está muy lejos de cumplir con un fin litúrgico, y mira que yo soy un incondicional admirador de Bob Dylan y defiendo hasta con los dientes su premio Nobel de literatura, pero esa canción, extraordinaria, por cierto, no hay una razón que justifique que se cante en misa.
Otro de los temas musicales que se suelen interpretar en este período de Adviento, es lo que en inglés se llama “Go tell it on the mountain” y que aquí se canta como “Ven, ven Señor no tardes”, es un góspel, un himno afroamericano que definitivamente no es católico, es de alguna otra denominación cristiana, y como este par de ejemplos, tenemos una gran cantidad de cantos que se utilizan en diferentes momentos del calendario litúrgico injustificadamente, sobre todo si consideramos que la Iglesia Católica es dueña del más generoso acervo de arte sacro, y entre este inmenso acervo, tenemos, por supuesto, la música. Lo digo con total convicción y certeza, ninguna otra denominación cristiana tiene tanta riqueza en su música como la Iglesia Católica, siendo así, qué necesidad tiene nuestra Iglesia de pedirles prestados temas musicales a la música popular, o peor aún, al luteranismo, que alguien me explique porque no entiendo. Grandes misas, oratorios, cantatas, Te Deums, Salve Regina, Ave Marías, Stabat Maters, en fin, un inmenso repertorio compuesto por grandes maestros de la música como Beethoven, Vivaldi, Mozart, Haydn, Verdi, Bocherini, Arvo Pärt, Puccini, Dvorak, en fin, la lista resulta interminable, además de obras escritas por diferentes compositores contemporáneos, en el caso de Aguascalientes, tenemos grandes compositores que han trabajado en el contexto de la música sacra, específicamente litúrgica, que no es lo mismo, con obras verdaderamente maravillosas, y esa música está ahí, esperando ser tomada en cuentas en las celebraciones litúrgicas.
Voy a contarte algo que me sucedió hace algunas navidades, no sé, tal vez 2015 o 2016, no estoy seguro, el 24 de diciembre fue domingo, yo había ido a misa por la mañana, a la misa de precepto dominical, y por la noche fui con mi esposa a la misa de Navidad, evidentemente no diré qué templo fue y menos quién era el celebrante, pero sí diré lo que sucedió, cuando entramos al templo, vi a quienes tocarían en esa misa, guitarra eléctrica, batería, bajo y teclado, ahí empezó mi desencanto. Cuando fue la homilía apagaron todas las luces del templo y el sacerdote oficiante inició su sermón con el grupo musical acompañándolo con un fondo musical, para ese momento, yo ya me sentía sumamente incómodo, y le dije al oído a mi esposa: “nada más falta que al terminar le aplaudan” y justo así sucedió, te soy sincero, yo ya no aguanté más y me salí del templo, le dije a mi esposa que la esperaba afuera, en el atrio, ella no había ido a misa, y yo decidí asistir a la misa de Navidad el 25 de diciembre, porque eso me pareció extremadamente antilutúrgico, no sólo era la música, por supuesto, inapropiada, sino el aplaudir en misa, a veces olvidamos que el centro de la celebración es Dios y nadie más.
En fin, la misa no es para ir a escuchar, y menos pedir, mi rola favorita, la música litúrgica tiene el propósito de disponer nuestro espíritu a un encuentro cercano con Dios. Que así sea.




