Desde su debut con la indispensable Perros de Reserva (1991) el director de culto Quentin Tarantino ha explorado el tema de la venganza, ya sea de manera indirecta como en la clásica Natural Born Killers (1993, escrita por él, pero dirigida por Oliver Stone) su tal vez hasta hoy aún obra maestra clave de la cultura pop Pulp Fiction (1994) la reciente y frenética Bastardos malditos (2009) o de manera directa en su saga Kill Bill (2004) donde Uma Thurman se transforma en una de las vengadoras asesinas por antonomasia del cine, una película que es la favorita de muchos por sus tantos y deliciosos guiños a la cultura de las artes marciales (cintas, series, música, videojuegos, etcétera) con la que tanto crecimos algunos cuando fuimos niños.
La venganza, ese obscuro objeto del deseo, aparece en su nueva y aclamada cinta Django desencadenado (2013) como el modus operandi de un esclavo liberado que quiere recuperar a su esposa, y de pasada desquitar su ira contra aquellos capataces que en una de sus fugas los castigaron con azotes en la espalda y a ella con una marca en la mejilla. A estas alturas de su estreno, la mayoría de los cinéfilos (y los no tanto) conocerán de sobra la trama, exaltarán o renegarán de las actuaciones de DiCaprio y Jamie Foxx y casi todos estarán de acuerdo en la magnificencia de los actores secundarios, tal vez lo mejor de la cinta, Christoph Waltz (que ya recibió el premio a mejor actor de reparto en los Globos de Oro) y de Samuel L. Jackson en su poco ortodoxo papel de un negro con alma blanca, que goza siendo –a pesar de su color- un pro esclavista. A pesar de su tradicional e interesante diálogo cultural que le permite remitir a tantos y tantos clichés del cine (en este caso del spaghetti western) me parece que Tarantino nos ha quedado a deber; a pesar de que ciertamente la película goza de todos los elementos del cine del director norteamericano (en especial la sangre por doquier) definitivamente no es la mejor de Tarantino. Definitivamente me quedo con la escena donde Waltz asesina a DiCaprio: una vez que éste ha obligado al primero a un exacerbado trato donde ha resultado humillado, le dice que para finalizarlo no basta la firma, le exige un apretón de manos. No se trata pues sólo de la degradación económica, sino la moral, por supuesto que Waltz no lo va a permitir, como anuncio del paroxismo delirante que se viene, con gran elegancia y desfachatez se acerca a DiCaprio, le extiende la mano y saca un pequeño revólver de la manga y dispara “no pude resistirme” dice, desencadenando una de las escenas de más acción en la cinta.
La venganza es uno de esos sentimientos humanos complejos de descifrar y entender, el derecho en ese sentido no es ajeno a la naturaleza del hombre, a pesar de que la finalidad última es la justicia, por ende la erradicación de la violencia y venganza, busca regular aquellos casos donde gana la pasión, pensemos precisamente en el homicidio, tan recurrido por Django que lo mismo asesina bandoleros para cobrar su recompensa, aquellos a los que en su pasado como esclavo lo maltrataron, que a los propietarios de su esposa Broomhilda, a los que extermina bajo una secuencia totalmente tarantiniana llena de balas y explosiones. En Aguascalientes la Legislación Penal para nuestro Estado establece como pena para un homicidio doloso de ocho a 20 años de prisión (misma que se puede agravar en ciertos casos); sin embargo en aquellas situaciones en que se haga como una vindicación, la pena se disminuye. Así, reza el artículo 4 fracción I que sólo se impondrá una sanción de ocho a 15 años cuando el homicidio suceda en vindicación próxima de una ofensa grave causada al responsable, a su cónyuge, concubino, ascendientes, descendientes o hermanos. Sin embargo la venganza no siempre sucede en esta vindicación, cuando no se ajusta a las causales señaladas, estaríamos en presencia más bien de una agravante que aumentaría las penas, pues podría configurarse lo que en materia penal se llama premeditación, alevosía, traición o brutal ferocidad que implican que la pena de prisión sea de 15 a 40 años de prisión.
La última finalidad del derecho es que la venganza sólo sea tema de las películas de Tarantino, hacer efectivo lo que establece el artículo 17 constitucional en su primer párrafo: ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer violencia para reclamar su derecho.




