Para esta LXI Legislatura del Honorable Congreso del Estado, es particularmente grato darle a usted la más cordial bienvenida a esta sesión solemne en que por acuerdo de esta legislatura y a iniciativa del Poder Ejecutivo, se tomó la decisión de inscribir en los muros de honor de este recinto con letras de oro el nombre del Ejército Mexicano como un testimonio y sentido reconocimiento de esta soberanía a nuestro Ejército Mexicano y como un recuerdo a sus 100 años de creación.
En lo particular y haciendo un análisis histórico, del Ejército Mexicano, éste no se ciñe a estos 100 años sino más allá, muchísimo más allá, porque está plasmado en los anales de la historia, la participación siempre patriótica y generosa del Ejército a través de otros nombres, pero siempre en resguardo de los mismos valores que sustentan su esencia: la defensa de la soberanía nacional, de las instituciones que componen el Estado mexicano, y su permanente e inquebrantable lucha de las libertades sociales, por las que el pueblo mexicano ha luchado, con la formación de cuerpos castrenses que a lo largo de la historia de México, han defendido a la nación.
No podemos olvidar las hazañas de nuestro ejército en etapas como lo fue la Intervención Francesa, en donde por cierto queda como testimonio eterno la Batalla del 5 de Mayo. La defensa de la República y de sus instituciones por lo cual se demuestra que desde siempre las Fuerzas Armadas han empeñado sus mejores esfuerzos para contribuir y garantizar el respeto al Estado de Derecho, base del desarrollo de las libertades y la seguridad nacional.
Estoy seguro que todos los que estamos presentes en este recinto y en este histórico acto, desde que tenemos uso de razón, hemos sentido un profundo respeto, orgullo y admiración por nuestro Ejército Mexicano, por su origen popular, disciplina y por su enorme contribución a las diferentes tareas que ha implicado el desarrollo nacional.
Quién puede olvidar la contribución del Ejército en tareas tan diversas como las campañas nacionales de alfabetización, su presencia siempre estoica, callada y humilde en tareas de tipo asistencial, de desarrollo comunitario, de salud pública, de construcción de caminos vecinales, y de tantas tareas que parecen a veces quedar en el olvido, pero que están fuertemente inscritas en la memoria del colectivo popular, porque más allá de que el Ejército Mexicano está formado en la disciplina, en el respeto y en la lealtad a las instituciones, nuestro ejército en su composición surge del pueblo y es pueblo porque no es un ejército de élite, es un ejército con un profundo sentido democrático, sus puertas siempre están abiertas para que cualquier mexicano que sienta vocación por la milicia pueda ingresar a él, a través de su incorporación directa o de su inscripción en las instituciones formativas y educativas como lo son el heroico colegio militar, la escuela naval militar o los colegios del aire para la Fuerza Aérea Mexicana; así como también sus prestigiadas instituciones de educación superior como lo es la Universidad del Ejército y la Armada, la Escuela Médico Militar, la escuela de ingenieros, y de otras disciplinas que le han dado lustre y prestigio no solamente nacional sino internacionalmente a nuestro sistema educativo nacional y a sus altos niveles académicos e intelectuales.
Quiero recalcar la incansable labor de nuestro Ejército Mexicano que a través del tiempo se ha convertido en un garante de la seguridad, que durante más de un siglo, ha sido perpetuo vigilante de la soberanía nacional, así como el fortalecimiento y creación de estas instituciones, nuestras instituciones, que hoy en día abanderan el sentimiento de una nación.
Un ejército que ha garantizado la paz durante incontables transiciones de gobierno, que manifiesta respeto ante el debate político de los distintos partidos, que respalda las decisiones democráticas de su pueblo sin cuestionar ni reprochar.
Hoy, señoras y señores, el honor es todo nuestro al poder honrar a aquellos hijos de la patria que día a día aportan al fortalecimiento de un México más seguro, más democrático y más soberano.
Mucho podemos hablar de nuestro ejército, pero será este acto uno de los más memorables e imborrables de la historia, ya que serán testimonio de que el ejército y el pueblo son uno mismo, una misma casa, una misma nación.
¡Que viva México! ¡Que viva nuestro ejército! ¡Y que viva Aguascalientes!
Foto: Congreso del Estado
