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viernes, diciembre 5, 2025

Tened dinero o poder de compra / Ciudadanía económica

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Como una más de tantas convenciones de nuestra sociedad moderna de consumo, hemos adoptado como verdad inobjetable que la posesión de alguna moneda proporciona por sí misma el poder de compra. El sistema económico preponderante ha permitido el secuestro del concepto de dinero, un bien público por excelencia que permite facilitar el intercambio, por parte de los emisores de moneda. Bajo ese paradigma generalmente aceptado, los emisores son sólo los bancos.

Durante la fase caudillista de la Revolución Mexicana entre 1913 y 1917, los ejércitos combatientes, en especial los de Villa y Carranza, adoptaron la práctica de emitir papel moneda con el único respaldo de su promesa de ganar la guerra. Con los billetes revolucionarios, emitidos por los propios ejércitos en campaña, en las plazas ocupadas los combatientes se abastecían de todo tipo de recursos para seguir en la lucha. Si la plaza se llegaba a perder a manos del ejército enemigo, los billetes del caudillo vencido se convertían de pronto en papel sin valor, nulificando de esta manera todo poder de compra que habían tenido hasta entonces. El ejército triunfante repitiendo la práctica, emitía nuevos billetes con su nombre con los cuales obligaba de la misma manera a los lugareños a venderles más recursos y materiales para continuar la guerra.

Al final de la Primera Guerra Mundial, el vencido imperio alemán convertido en República de Weimar, entre 1919 y 1933 asumió la práctica de emitir billetes para reponerse de las pérdidas sufridas. La riqueza alemana nunca se recuperó con la impresión masiva de papel moneda, en cambio, provocó una gran depresión y un voraz proceso inflacionario. La grave crisis económica así desatada creó las condiciones para que los nacionalsocialistas, con Adolfo Hitler a la cabeza, se pudieran encumbrar al gobierno.

Guardando algunas diferencias, la crisis que afecta hoy al mundo se ha gestado de manera muy parecida a la que se generó con la emisión de papel moneda en la Revolución Mexicana y la República de Weimar. La enorme cantidad de dólares emitidos por la Reserva Federal de los Estados Unidos, ha permitido a ese país adquirir petróleo, armas, productos y servicios de todo el mundo, de manera similar a como sucedió con los pesos del ejército constitucionalista de Carranza o los marcos de la República de Weimar que permitieron a los emisores de moneda hacerse de productos. Al igual que entonces, la cantidad de moneda emitida no guarda relación alguna con la existencia de productos, servicios y valores reales existentes en la economía.

La ilusión monetaria, como se le llama al hecho de sustentar sobre la moneda en sí misma la fuente del valor, en vez de hacerlo sobre trabajo humano, los objetos tangibles y la capacidad productiva, ha constituido la causa de las grandes crisis desde la instauración del capitalismo. Pero a diferencia de lo que ha sucedido en el pasado, gracias a las tecnologías de la información, las crisis monetarias y bursátiles pueden diferirse casi indefinidamente. La disponibilidad de información y capacidad de reacción casi inmediata es lo que otorga al actual sistema capitalista el tiempo extra de vida que ha adquirido en la actualidad.

La forma en que se establece el precio de la moneda -sólo inteligible para especialistas- resulta ser para la mayoría de la gente un misterio y, para los que la emiten, la fuente de su capacidad de control y ejercicio de poder sobre los demás. La operación de los mercados internacionales de divisas, la manera en que el sistema financiero-monetario internacional –propiedad de un puñado de familias- establece la paridad de las monedas, es al día de hoy el mecanismo base para el control de la economía global.

Muestra de ello es el cálculo que puede hacerse de la Paridad del Poder de Compra (PPC), comparando el precio de una misma canasta de bienes en distintos países. La paridad entre dos monedas está en equilibrio cuando el precio de dos canastas idénticas, compuestas por determinados bienes y servicios, es igual en los dos países. El “Índice Big-Mac” supone que una hamburguesa “Big-Mac” de los establecimientos McDonald’s es una canasta de bienes representativos, ya que mantiene unas características similares a nivel internacional. Una paridad en equilibrio permitiría comprar una hamburguesa idéntica al mismo precio –independientemente de la moneda con que se pague- en miles de establecimientos de 120 países. Así se demuestra de forma sencilla que la paridad –el tipo de cambio bancario- entre las distintas monedas prácticamente nunca está en equilibrio.

El Programa Eurostat-OCDE de PPC hace prácticamente lo mismo con base en los índices de precios oficiales de varios países. El indicador muestra que lo que en Alemania hoy se compra a 100 euros, en España a 89, en Portugal a 78, a 98 en los EUA, a 130 en Japón y en México, la misma canasta de bienes está a 57 euros.

Esto significa que el euro no vale lo mismo en los países de la eurozona, a pesar de que el tipo de cambio bancario para esta moneda sea igual en todo el mundo. Y también significa que, en equilibrio, un euro debería costar 10.50 pesos mexicanos, no 17, y el dólar debería costar 7.40 pesos mexicanos. Pero, por la paridad bancaria, en países receptores de inversión extranjera, como México, con pocos euros –dólares o yenes- el extranjero puede comprar más terrenos, naves industriales, insumos y horas de trabajo.

El dinero, el instrumento que sirve para realizar intercambios, pierde su carácter de bien público y universal cuando alguien emite una moneda –un signo monetario- y obliga realizar todas las transacciones con ésta. La soberanía económica de pueblos y naciones, se ve comprometida cuando una entidad ajena a la producción de riqueza –como la banca- impone ese signo como medio de cambio.

 

ciudadania.economica@gmail.com

Twitter: @jlgutierrez

 

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