El tema Ética, política y derecho tratado en las dos semanas anteriores propició otro más específico que pensaba publicar el día de hoy, pero que dejaremos en espera porque consideré prioritaria y oportuna la conveniencia de comentar con usted la nota publicada el Viernes pasado bajo el encabezado Estudiantes universitarios dicen no al impuesto a la colegiatura.
De entrada pensé que solo por hacer alharaca, los estudiantes de las universidades privadas protestaban contra la parte de la propuesta de reforma hacendaria presentada por el Presidente de la República, relativa a hacer efectivo el impuesto a sus colegiaturas; pero he aquí que al leer el texto me sorprendió enterarme de que…
NO ERAN LOS PRIVADOS, porque a los estudiantes de la inmensa mayoría de ese tipo de empresas mercantiles de enseñanza -que están especialmente diseñadas para atender a los hijos de familias acaudaladas- los tiene sin cuidado el tal impuesto.
SINO LOS PÚBLICOS. Se trataba de una entrevista hecha por nuestra colega Tania García de La Jornada Aguascalientes a Alejandro Aizpuru, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (FEUAA). Pero vayamos a su declaración básica:
LO QUE DICE LA FEUAA: Hacemos el llamado como Federación de Estudiantes para que no se apruebe el impuesto a la colegiatura, es un impuesto que nos afecta a los estudiantes, a la población y afecta a la educación en México.
Para apoyar esta fuerte acusación -a mi juicio insostenible- el presidente de la FEUAA argumenta que no está de acuerdo porque:
1. …afecta a estudiantes de clase media que no pudieron acceder a una escuela pública y van a una escuela particular con todo el esfuerzo de su familia y de ellos mismos para pagar la colegiatura.
2. Por otra parte, le preocupa que los estudiantes de clase media que llegaran a abandonar las escuelas privadas por no poder pagar el impuesto, se volcaran sobre la UAA obligándola a reducir su calidad.
Considerando las fallas u omisiones en que solemos incurrir en el transcurso de una breve y rápida entrevista, trataremos de atener nuestros comentarios no a la forma sino al fondo del asunto, con la intención de dar a los estudiantes representados por la FEUAA la oportunidad de meditar su posición con calma. Veamos:
PREMISA ERRÓNEA. La afirmación de que no se apruebe el impuesto a la colegiatura denota desconocimiento del tema, pues lo que está proponiendo Peña Nieto no es crear un nuevo impuesto sino restablecer el que el Estado cobró sin remilgo alguno hasta hace dos años, cuando Felipe Calderón autorizó deducirlo de las declaraciones anuales en beneficio de la clase privilegiada, reduciendo así en 13,000 millones de pesos anuales la recaudación de las arcas estatales.
¿A QUIÉN DEFIENDE LA FEUAA? Es admirable la preocupación de los estudiantes de la UAA por los estudiantes de clase media que son rechazados por las instituciones públicas de enseñanza superior (si bien el compañero Aizpuru no explica las causas de tal rechazo, cosa que convendría investigar para saber si son justificadas o no) que según él se ven obligados a inscribirse en empresas de enseñanza privada -muchas de las cuales son confesionales y/o patito– mediante un gran esfuerzo para cubrir las altas colegiaturas que no le adelantan mucho a las que cobra la UAA, en la que los pobres de hecho no tienen cabida porque su principal filtro no son las calificaciones, sino los escasos ingresos familiares.
LA GRATUIDAD DE LA ENSEÑANZA. Lo extraño de este asunto es que la FEUAA esté más interesada en ahorrarle dinero a los ricos que en facilitar el acceso de los pobres a la universidad; tal vez por eso no se les ha ocurrido a sus representados que la recaudación por concepto de impuestos a la enseñanza superior de carácter privado podría ser un recurso financiero con el que cuenta el Secretario de Educación Pública para cumplir su insistente promesa de hacer realidad la garantía establecida en la Constitución en lo relativo a la gratuidad de la enseñanza pública, para aplicarlo en este caso en ampliar la cobertura del sistema universitario público y por consiguiente gratuito, tal como lo propuso el rector Narro Robles, de la UNAM, cuando se opuso infructuosamente a la exención calderoniana del 2011.
Supongo que esto es lo que les debería interesar a los estudiantes de la UAA, para liberarse de las costosas colegiaturas que, además de inconstitucionales, hacen de ella la universidad pública más cara del país, congruente con su fama departamental, neoliberal y empresarial.
¿O será que prefieren continuarlas pagando para evitar que se llene de proletarios desarrapados? Pero entonces ¿qué entenderían los estudiantes representados por la FEUAA por su expresión servicio de calidad?
Aguascalientes, México, América Latina




