Una vez que terminé de ver esta cinta entendí el título, no había manera de pedir que me regresaran el dinero que pagué por el boleto ya lo dejaban bastante claro en letras gigantes en la marquesina del cine. Ni modo, sobre aviso no hay engaño… La verdad es que con No se aceptan devoluciones me pasó como con Abel, tenía muchas ganas de que me gustara pues considero importante apoyar al cine nacional, pero a veces la misma película es su propio enemigo.
Lo cierto es que no entiendo por qué Eugenio Derbez, a quien considero espléndido en el arte de manejar el lenguaje para lograr buenos chistes, con los cuales construir una comedia ligera, divertida sin necesidad de utilizar el lenguaje soez, la discriminación o el mal gusto; insiste en querer ser un actor serio y enfrascarse en un drama lacrimógeno que evidentemente no es lo suyo.
La historia de No se aceptan devoluciones es interesante pero la ejecución resulta débil, predecible -aunque se supone que hay un factor inesperado- y por momentos está plagada de situaciones inconexas que más parecen una serie de sketches para la televisión que escenas o secuencias de una película.
La producción en sí es muy mala, eso a pesar de haber contado con una inversión importante de dólares -para una producción nacional cinco millones de dólares ya es un gasto considerable-, tiene muchísimos errores de edición y continuidad, problemas de audio (aunque si la comparamos con otros filmes mexicanos el audio es bastante bueno), de iluminación y, sin duda alguna, de guión, en el cual se percibe fácilmente las diferentes manos que participaron en su elaboración, ya que las bromas de doble interpretación, tan características del humor de Derbez, parece que fueron insertadas después, sobre un guión ya construido y por lo tanto, suenan forzadas aún en la voz del mismo Eugenio. Y ya ni les digo de los efectos especiales, los cuales parecen ser un homenaje a las películas de los 70s -a excepción de unas escenas realizadas con marionetas que me parecieron originales y muy simpáticas-.
La trama da inicio con una historia contada en off en la que Valentín -el protagonista- relata cómo fue educado por su padre para que creciera sin miedos, con un método poco ortodoxo que tuvo como resultado que el joven siguiera con sus miedos y odiara a su padre.
Años después Valentín, convertido en todo un gigoló de playa, se encuentra con la sorpresa de que una de sus múltiples aventuras tuvo consecuencias, y esa consecuencia -una niñita de 10 meses- es ahora responsabilidad suya pues la mamá literalmente se fue a pagar el taxi y no volvió más.
El joven -mal casting pues Eugenio, ni con extensiones rubias de ninguna manera representa la edad que se supone que tiene- se niega a dejar su estilo de vida por lo que tiene la brillante idea de irse a Los Ángeles a buscar a Julie, la mamá de la pequeña Maggie, para que sea ella la que críe a la hija de ambos.
Por pura casualidad Valentín encuentra su profesión, misma que le permite dar a su hija un buen estilo de vida, es doble de cine, se dedica hacer cosas terriblemente peligrosas para ganar una considerable cantidad de dólares.
La vida de Valentín y Maggie -ahora de siete años- es muy divertida, su casa es como una juguetería, la relación de ellos es de amigos. La pequeña puede hacer prácticamente lo que quiera sin ningún tipo de responsabilidad, y aunque al parecer hay un motivo oculto por el cual el padre ha asumido esta actitud tan poco normal, pronto todo tendrá que cambiar a la hora que Julie regrese a reclamar a la niña.
Me parece que esta cinta fue hecha pensando en la audiencia latina de los Estados Unidos que están siempre ávidos de películas con las cuales se puedan identificar, y sin duda la estrategia les funcionó, pues el estreno se hizo en el vecino del norte varias semanas antes que en México, y en menos de 15 días ya había quintuplicado la inversión. Pero no estoy muy segura de que tenga el mismo recibimiento en nuestro país.
No negaré que hay momentos simpáticos en este largometraje y que la interacción entre Derbez y la niña Loreto Peralta es lo mejor de la película, pero estos factores no resultan suficientes para compensar todas las deficiencias que tiene y además, resulta tan larga —casi dos horas— que no hay palomitas suficientes que hagan que valga la pena la experiencia.
Productor: Mónica Lozano y Eugenio Derbez. Director: Eugenio Derbez. Guión: Guillermo Ríos, Leticia López Margalli y Eugenio Derbez. Fotografía: Martín Boege, Andrés León Becker; Edición: Carlos Bolado y Santiago Pérez Rocha; Música: Carlo Siliotto; Sonido: Martín Hernández y Alejandro Quevedo; Elenco: Eugenio Derbez, Jessica Lindsey, Loreto Peralta, Daniel Raymont, Alessandra Rosaldo, Hugo Stiglitz y Arcelia Ramírez.




