El pasado 13 de noviembre fui convocada a la presentación del Manifiesto para la transformación del PRD presentado por Marcelo Ebrad. Registrado formalmente como candidato, hace una propuesta para defenderla en el Congreso Nacional del PRD, que se realizará la próxima semana.
Marcelo y el Frente Progresista, plantean un programa sustancialmente distinto a la línea trazada por Jesús Zambrano y Nueva Izquierda, y hace una fuerte crítica de cómo las corrientes internas han ido minando poco a poco al principal partido de izquierda en México.
Considera que la dirigencia del partido ha decidido alinearse a los intereses del grupo en el poder y olvidarse de encabezar las demandas más urgentes de la población. Que se ha renunciado a los principios que le dieron origen y que la corrupción y la deslealtad a los sectores que nos han apoyado ha derivado en una presencia electoral mínima del PRD en los estados y municipios.
El manifiesto considera que “existe hoy un control de las estructuras partidistas locales a cambio de recursos de diversa índole provenientes de gobiernos adversarios. La corrupción, el nepotismo, la opacidad, la parálisis y el disimulo alejan a militantes y simpatizantes de nuestro partido, y nos distancian de otros partidos y movimientos progresistas”.
Quienes hemos tomado distancia de este tipo de prácticas en el PRD, y en general en todos los partidos, compartimos estos planteamientos. Está claro que el futuro del país está fuera de la órbita de los partidos políticos.
Desde el momento en que los partidos fueron sujetos a un sustancioso financiamiento, se convirtieron poco a poco en estructuras de un puñado de dirigentes que no tiene otra forma de vivir, y se fueron apropiando poco a poco del aparato del partido.
La parte fundamental que guía la actividad interna de los partidos se dedica mucho más al cuidado de la parcela interna de los intereses particulares y de grupos o corrientes internas, y se van olvidando de defender causas justas de los sectores más desprotegidos.
Si se quiere realizar movimiento social auténtico, tendrá que ser un movimiento de carácter social, que incluya a estructuras y sectores que estén fuera de este ámbito perverso en el que hoy operan todos los partidos políticos del país, por ello no es gratuito su nivel de desprestigio y descrédito entre los ciudadanos.
En el caso particular del PRD, el documento a manera de reflexión se plantea las siguientes interrogantes:
¿Por qué en elecciones locales obtenemos menos de 10% en estados donde nuestros candidatos presidenciales han sido competitivos e incluso victoriosos?
¿Por qué tolerar que se entreguen candidaturas y puestos de dirigencia a familiares y amigos por encima de los méritos de la militancia?
¿Por qué consentir que dirigencias estatales entreguen elecciones a cambio de posiciones legislativas o en la estructura de gobierno?
¿Por qué permitir que la dirigencia nacional y las estatales no informen a detalle del uso de 1 200 millones de pesos anuales que por prerrogativas asignan al PRD las autoridades electorales?
Junto con la crítica el manifiesto establece 10 líneas y acción y de comportamiento político que debería tener un partido moderno de izquierda.
Marcelo sabe que lo van a bloquear y le van a impedir llegar a la Presidencia Nacional del PRD, pues las reglas de selección favorecen a Carlos Navarrete, pero la crítica y el planteamiento por evolucionar la vida interna de este partido ahí está, si el PRD sigue perdiendo a sus personajes, las consecuencias serán incalculables. Mi correo: nagonza@correo.uaa.mx




