México ha sido saqueado, manipulado y sobajado por la utilización de la principal herramienta de nuestros verdugos partidistas a lo largo de este último siglo: la ignorancia.
Y bien dijo el escritor francés François de la Rochefoucauld: “Hay tres clases de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse”. Aunque yo le agregaría, creer que se sabe.
Dentro de las estrategias de desprestigio y de guerra sucia en contra de Andrés Manuel López Obrador se ha utilizado en gran medida el desconocimiento de la ciudadanía, endilgándoles el mito de que sería un Hugo Chávez de llegar a la Presidencia de México. Desafortunadamente la ignorancia y aprovechamiento mediático pueden manipular conciencias y generar un miedo infundado, acrecentando el temor al cambio y convirtiendo las esperanzas de progreso de un pueblo en una comunidad amedrentada y conformada con lo mismo, inmersa en carencias e inequidad.
El sistema político de México siempre ha echado mano de bufones y comediantes para generar cortinas de humo y distraer al electorado inconforme cuando los procesos electorales desfavorecen a los mafiosos del poder. Esta semana fuimos testigos de una puntada más del favorito de esta bufonería; Vicente Fox, ese ex presidente panista, hoy priísta, que se refirió al Benemérito de las Américas: Benito Juárez, en una celebración oficial de su onomástico, como “ese indito audaz”.
Hace un par de días Fox, el nuevo promotor de Peña Nieto, dijo ante la prensa que los mexicanos no deben votar por un “López-Chávez”, usando de manera irresponsable, una vez más, el alcance de sus palabras. Las intenciones del guanajuatense son claras, pues al ser parte del equipo de “pegacalcas” y brigadistas de Enrique Peña, tiene que hacerse de sus artimañas para generar un temor a votar por Andrés Manuel, pues al despegar de manera irrefutable en las preferencias del voto, se ha convertido en el blanco del ataque de los demás contendientes que se han ido debilitando.
Poco impacto ha tenido esta serie de agravios porque la ciudadanía las ha tomado de quien vienen y la falta de credibilidad y exceso de fanfarronería de los títeres del PRI y del PAN han minimizado sus dichos, evitando que tengan el efecto negativo que han buscado. La realidad es que la simpatía por AMLO es cada vez mayor, pese a la inundación de encuestas maquilladas y las difamaciones en su contra.
Sin embargo, resulta oportuno puntualizar algunos datos que evidencian la falsedad de las declaraciones de Vicente Fox, pues es estúpido y absurdo pensar que AMLO operaría bajo un régimen como el de Chávez en Venezuela, ya que las condiciones políticas, sociales y de ideologías son total y abismalmente diferentes.
La Revolución Bolivariana nace con una fuerza de grandes magnitudes en el año 1998 y se definió electoralmente hablando, pues la lucha que se emprendía buscó principalmente la instauración de un régimen y una ideología política, además de desencadenarse de la rebelión popular del 27 de febrero de 1989 y de las rebeliones militares del 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992, acompañada y reforzada de una masa popular que históricamente fue excluida en la toma de decisiones de sus gobernantes; la nueva forma de poder llegó de manera inesperada y se debió en gran parte a que le dio voz a los que nunca la tuvieron e hizo visible a los invisibles, a los marginados, a los oprimidos, es allí donde concentró sus fuerzas la Revolución Bolivariana, liderada por el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías.
En México, por el contrario, la lucha por la transformación del país viene desde mucho más tiempo y no por cuestiones políticas. En 1910 con el levantamiento de la Revolución inició un proceso, no alcanzado, por conseguir igualdad y abolir gobiernos monárquicos. La lucha de Andrés Manuel es social, legítima y basada en la instauración de una República justa y fundada en valores éticos y morales.
El temor de los manipuladores de la pseudodemocracia es que Andrés Manuel logre hacer realidad el sueño de Benito Juárez, quien siempre luchó por la igualdad, la libertad, la legalidad y la real democracia, por las libertades del pueblo y la patria. AMLO pretende convertir a México en esa República, en ese país con esperanzas de crecimiento, resurgiendo con la integración y organización de sociedad civil, no sustentada en ocurrencias, sino en un plan ya trazado hace casi un siglo. No puede compararse la lucha por la equidad con un populismo simplón y con la generación de falsas expectativas de un simulado cambio.
Juárez dijo que “El gobierno tiene el sagrado deber de dirigirse a la Nación, y hacer escuchar en ella la voz de sus más caros derechos e intereses. Mi deber es hacer cumplir la ley no sólo con medidas del resorte de la autoridad, sino con el ejemplo para atentar a los que con un escrúpulo infundado se retraían de usar el beneficio que les concedía la ley”. Esa es la ideología con que AMLO proyecta la transformación del país, no en imitar políticas y circunstancias como las de Venezuela, que aunque no son del todo malas, son usadas por los adversarios como medida necia y desesperada por disminuir la fuerza contundente que ha alcanzado la movilización ciudadana que busca el progresismo como nueva forma de vida.
Un factor de las políticas venezolanas que ha sido cuestionado y criticado es el paternalismo con que ha manejado su mandato el presidente, pues la oposición de aquel país ha señalado que Chávez se ha venido comportando con el pueblo como el padre adinerado de la familia que desea cuidar a sus hijos toda la vida tutelándolos.
Le han atacado difundiendo que el presidente Chávez cree poco en el pueblo como actor transformador del país. Le recriminan que se comporta como un proveedor, pero no los deja independizarse.
Andrés Manuel por su parte busca llevar una política y un gobierno totalmente distintos. Busca generar las oportunidades para que todos se desarrollen y progresen, pues su proyecto de nación no está basado en la dádiva y la despensa, sino en dotar a los ciudadanos de los medios necesarios para crecer y alcanzar sus metas. No pretende ser un Robin Hood moderno, pues no está considerando en la nueva República quitarles dinero a los ricos para dárselo a los pobres. AMLO quiere instaurar una República en donde al que trabaje y se esfuerce le vaya bien, otorgando a México las herramientas indispensables para alcanzar ese sueño: educación y trabajo.
México tiene todo para ser una potencia mundial. El motor para progresar es una ciudadanía despierta y consciente de la necesidad de un cambio verdadero y contundente. Ya no se puede engañar con fines electoreros a una nación que ha sufrido tanto. Esa transformación está en nuestras manos y el próximo 1 de julio comenzará a emerger.
