El sabroso encanto de la incertidumbre que colorea a todas las encuestas electorales se describe mejor con un antiguo cuento chino que circula entre los expertos en estadística. En dicho cuento, se asegura jocosamente que las personas que reciben visitas del médico tienen una proporción de mortalidad considerablemente más elevada que aquellos que se ahorran tales visitas.
Considérelo por unos instantes y comprenderá la ironía de tal afirmación. Pero, lo importante de este intuitivo chiste es que nos enseña que, al contraponer ejemplos extremos, se tiene la ventaja de aclarar tanto el problema como su solución.
“En este cuento hace falta evidentemente comparar por separado entre quienes antes del acontecimiento de recibir o no visita médica hayan estado enfermos y quienes hayan estado sanos. Muy pronto encontraríamos que con toda seguridad podría eliminarse íntegramente el segundo grupo porque no recibió visitas médicas. [Las cursivas son mías]”. (Hanz Zeisel, Dígalo con Números, FCE, 1962, México)
La clave está en que el ejemplo de “las visitas médicas” da la pauta respecto de que se debe agrupar a las personas de manera que eliminemos cualquier cosa que impida la intercambiabilidad de los grupos antes de la exposición. Y, entonces, la inferencia resulta clara y contundente: los que recibieron visita médica, lo hicieron, seguramente, porque estaban enfermos y quiénes han estado enfermos tienen más probabilidad de morir, que aquellos que estaban sanos. Ergo, no existe comparación entre enfermos y sanos por el hecho de haber recibido visitas médicas, sino por el estado de salud que guardaban, precisamente antes del acontecimiento de la visita del señor doctor.
Esta muy ilustrativa lección acerca de cómo despejar los grados de incertidumbre que nos causan hechos sociales, poco o nada tienen que ver con los experimentos rigurosamente controlados en el ambiente aséptico de un laboratorio de ciencias naturales. En efecto, el comportamiento observado y medido por las ciencias sociales, mediante el recurso a la Estadística, aparte de ser aproximativo, tiene el grado de predicción plausible que le otorgan y merecen sus propios presupuestos, a la hora de segmentar o agrupar individuos de diversa especie o clase; o peor aún, que manifiestan diversa intención de voto, su abstención o su estado indeciso al no saber por quién votar, en un momento determinado.
¿Con quién se van los indecisos, a la hora buena de votar? Ésta es la pregunta central que se están haciendo los encuestadores electorales, ante el hecho de identificar todavía hoy, a veintidós días de la elección, un macizo grupo de “indecisos” que oscilan alrededor del 21 por ciento, sobre el resto de los que ya dicen por quién van a votar, a sabiendas que la diferencia con el puntero es, en el mejor de los casos, de 16 puntos porcentuales. Lo que deja un sabor de boca un tanto incierto respecto de hacia dónde se inclinará la balanza y convertirá en decisión soberana e irrebatible la elección de un candidato.
Según Consulta Mitofsky. “En las preferencias para presidente sigue adelante EPN con 35.8%, seguido por 24.0% de AMLO, de 20.8% de JVM y 1.6% de Quadri, resultando ahora 17.8% de ciudadanos que no responden la pregunta electoral. Al hacer las preferencias ‘efectivas’ EPN logra el 43.6% de las preferencias, AMLO 29.2%, JVM 25.3% y Quadri 1.9%, lo anterior significaría que AMLO sube por 4ta semana consecutiva casi dos puntos esta semana; EPN baja un punto; JVM se mantienen en los mismos números desde hace 3 semanas y Quadri perdió el impulso del 1er debate y otra vez aparece en zona de no-registro por lo que espera el 2do. debate para volver a comunicar sus propuestas.“
Respecto de los probables consensos de los encuestadores, la misma fuente reporta: “Presentamos 7 encuestas públicas levantadas para medios en los últimos días y como ha pasado desde el principio la delantera la lleva EPN en todas; como ocurre desde hace 15 días todas ya ubican a AMLO en segundo lugar y en consecuencia a JVM en tercer lugar. Los promedios, para quien quiera considerarlos [a algunos no les gustan] muestran a EPN con 43%, a AMLO con 29% a JVM con 24% y a Quadri con 4%. [El reporte también presenta otras cuatro encuestas no promediadas y un modelo de probables votantes que se han difundido en el último mes por si se quieren considerar en el análisis de cada quién]”.
Esta “modelización” de probables votantes responde a la curiosidad científica de predecir las posibles inclinaciones finales de quienes declaran “no saber” por quién habrán de votar; grupo al que se aplica con gran oportunidad la moraleja del cuento chino del que hablamos arriba. Todo va a depender de cómo el presupuesto de cada encuestador es realmente un criterio de “comparabilidad” auténtico y válido para segmentar este infranqueable macizo de indecisos.
Y la cuestión es crucial, porque prácticamente de su opción final depende la inclinación del fiel de la balanza para señalar al ganador histórico de la contienda. No quiere decir que la opción del gran resto ya definido –al menos de intención y de palabra- no importe, sino que la decisión en las urnas pende de los más inciertos.
La cosa se torna apasionante, porque ese resultado, ansiosamente esperado, conlleva una carga emocional, ideológica, sentimental, racional y pasional que se colorea con los colores del partido político al que otorgarán su adhesión. Todo lo cual nos demuestra que la democracia, al igual que en el arte taurino, no es una graciosa huída, sino una apasionada entrega.
