En las marchas se ve, claramente, que la gente está harta del PRI. En las charlas de café, por lo regular, Peña Nieto es visto como una pésima opción para gobernar el país. En las universidades de las que tengo conocimiento (ITESM, Ibero, UNAM, IPN, y un largo etcétera), los estudiantes demuestran su rechazo al partido tricolor. En las redes sociales esto no cambia. La pregunta, entonces, es natural: ¿de dónde sale, en las encuestas, tremendo apoyo para Peña Nieto?
Así que probablemente haya una división en las elecciones, manifestada en las encuestas, al estilo Matrix: el mundo virtual contra el mundo real. En el primero, hay de dos sopas: o están a favor de López Obrador o, sencillamente, están en contra de Peña Nieto. En el segundo, una: los ciudadanos que se expresan en las calles repudian al PRI, mientra que aquellos que permanecen callados tienen la clara convicción de que Peña Nieto es el mejor candidato. Aún así, ese mundo virtual va a ser fundamental en las próximas elecciones siempre y cuando el Peje no la riegue, y Peña la siga regando.
Creo que nadie tiene duda: si solamente los twitteros y facebookeros tuvieran en sus manos el futuro de México, Andrés Manuel López Obrador sería el próximo presidente. Una prueba: según un estudio publicado, hace un par de meses, por CNN, nuestro país cuenta, nada más en Twitter, con 10.7 millones de usuarios. La semana pasada Monitoreo Electoral en México indicó que AMLO lleva la delantera en la red social anteriormente mencionada: casi ocho puntos porcentuales separan a de Peña Nieto del Peje.
El desprecio que se tiene por el PRI y por lo que representa hace que los usuarios de las redes sociales, al parecer, se inclinen por la opción menos mala.
Que las redes sociales serán determinantes para que el electorado, en general, se incline por Peña, por López, por Vázquez o por Quadri, me parece una impresión -porque hasta hoy lo es- que se puede convertir en argumento. No me queda claro cuál es su poder: ¿convencimiento?: ¿movilización?; ¿cambio? No lo sé. Pero es innegable que un montón de personas nos hemos dado cuenta de que la plataforma virtual puede formar un criterio entre quienes cuenten con este servicio. Justamente, por eso, no exijamos democratización de medios. Eso ya está aquí.
Si alguien quiere ir a Televisa y tener un punto de vista, y luego ir a Twitter y comparar la información, me parece saludable. Los estudiantes que piden democratizar los medios no están muy bien informados. En Estados Unidos, por ejemplo, uno sabe qué se va a topar si enciende Fox News o, su antítesis, Comedy Central. Esto es que pedirles objetividad a los medios es una estupidez. Hay que pedirles, eso sí, congruencia. Quizá nosotros no tengamos tantas opciones televisivas como en otras latitudes; sin embargo, cada vez es más la gente que cuenta con Internet. En el futuro, supongo, esto hará una mayor diferencia.
Veamos un ejemplo: ¿qué pasaría si no hubiera redes sociales? Lo de la Ibero hubiera pasado sin ton ni son; lo de la FIL: sólo los intelectuales se burlarían del copetón; lo de “no soy la señora de la casa”: pocos se habrían enterado; lo de su mala pronunciation: dos o tres personas lo sabrían. Es decir: sin Facebook, sin Twitter, no tendríamos un conocimiento, a cabalidad, de la enorme ignorancia de Peña Nieto. Ahora lo tenemos. No es gratuito que el 31 de mayo Reforma publique que la distancia entre PRI y PRD se ha acortado. Peña ha bajado, López Obrador ha subido. Queda poco tiempo.
Yo me uno al temor de que regresé a la presidencia el partido que gobernó este país casi todo el siglo XX; pero no podemos ser ingenuos, ¿por qué este temor sale a relucir hasta ahora? El PRI gobierna la mayoría de los estados de México; ¿dónde estuvieron las marchas en su momento?; ¿dónde las redes sociales? Quizás estamos comunicados como país, pero, curiosamente, no como estados.
Entiendo que la lucha por la Presidencia es el premio más buscado por todos los partidos políticos; que cada estado se puede ver como un nivel inferior en comparación con la presidencia; que las movilizaciones en el DF impactan sobre el resto del país; pero, nosotros, los ciudadanos, ¿por qué no examinamos lo que hemos hecho para que ese partido vuelva a la más alta de las esferas del país? Aún nos queda mucho por hacer para estar mejor conectados en cuanto a información.
