“La educación es un principio que ayuda al ser humano a tener un criterio, mirar con sentido crítico la realidad que lo rodea y tener una mínima capacidad de elección sobre lo bueno o malo que enfrenta para su desarrollo integral”.
– Paulo Freire
urkheim ya sabía que había que describir los hechos de la vida educativa. El padre de la sociología de la educación entendía según Lerena, que la sociología en sí misma significaba ya una escuela, una enseñanza. Así, cualquier sociología que se dedica a describir los hechos sociales, se entiende que en un sentido práctico busca enseñar (del verbo transmitir conocimiento) algo concreto y no sólo una mera descripción inconsciente y absurda.
Emile Durkheim, uno de los padres de la sociología de la educación, no se imaginó los cimientos de lo que estaba construyendo. Esto ocurrió hace ya casi 150 años y aún sigue vigente. La cuestión de la educación básica para instruir en hábitos y conocimientos de identidad nacional, sigue vigente. Pero eso no es todo.
A lo largo de los años cinco del siglo pasado, muchos fueron los estudios que relacionaban directamente la calidad de la educación, con el desarrollo económico de un país. No hubo nadie tan sagaz que pudiera probarlo, pero a punto estuvieron de crear toda una mitosis referente a la reproducción de la sociedad productiva al interior de las aulas. Empiezo así, porque me quiero referir a un punto crítico de la actualidad, que es la reproducción profesional de la educación, en los procesos productivos de una sociedad.
Hace algunos días escuché a un rector universitario hablando sobre las nuevas carreras de su institución, todas ellas apegadas a los porvenires automotrices que devendrán a partir del año entrante en nuestra ciudad y que generarán algunos 15 mil nada despreciables empleos. Ante ello comparto algunas consideraciones importantes.
En primer lugar, es importante mencionar que hace ya más de 60 años, el credencialismo de Collins, esta teoría sobre “el titulismo” profesional para ocupar cargos tanto en el sector productivo como en el público, comenzó a demostrar una debilidad: resultó que al egresar, los titulados no encontraban coincidencias prácticas en el campo de trabajo —debilidad que debió costar suficiente, puesto que siendo la bandera de las teorías de la reproducción de la sociología educativa, no pudo generar verdades demostradas para la teoría de la relación aula-mercado laboral— y terminaban por subemplearse o dedicarse a otra cosa.
En ese sentido, es bien cierto que es importante reiterar los apoyos que requieren las empresas para que los egresados de las universidades locales tengan el perfil de entrada que perfeccionarán con la práctica laboral en dichos centros de trabajo. Pero ante ello, no dejemos de considerar que ante la globalidad y la inmigración profesionista en nuestro país e incluso fuera de él, esta movilidad empresarial implica que también habrá gran movimiento de desempleados llegando a la ciudad a tratar de conseguir un empleo. Es pues, una competencia no sólo con los egresados universitarios de nuestro estado, sino de los estados del país y de otros países donde consideran que hay que venir a trabajar en la armadora más importante del bajío. No olvidemos en ese mismo caso, que muchos de los estudiantes universitarios tienen —al igual que las teorías de reproducción cultural— un aprendizaje contextual distinto (no es lo mismo un alumno que viene de estudiar de una universidad extranjera, bilingüe o políglota, con una visión global de la empresa, a uno que simplemente consiguió un título universitario), lo que sugiere una desventaja extra, la cual hay que solventar para estar en competencia profesional. Por cierto, una ventaja que sí tendríamos como aquicalidenses (resulta que así se les llama a los hidrocálidos), es la de ser gente buena. Esto supone que es gente que trabaja bien y que no es conflictiva. Esta suposición nos hace pensar en que esa condición de honestidad, sería una ventaja competitiva ante los fuereños que vengan a buscar trabajo.
No estoy tan seguro que esto le importe a los extranjeros que vendrán a instalarse aquí en el estado para comenzar a hacer negocios, pero a nadie le estorba que los nuevos empleados de esos consorcios tengan en su preparación unas bases sólidas en la ética y la lealtad, toda vez que se requieren profesionistas capaces, pero también profesionalmente éticos.
Ante la apertura empresarial que está teniendo este estado, será necesario que las universidades y sus alumnos, tomen en cuenta que la preparación es primero que la oportunidad, cuando llegue esta última habrá que estar preparados, no vaya a ser que tengamos una educación sólo para la posteridad. n
rserrano@up.edu.mx
@comandanteserra




