Estimado lector, el domingo pasado fuimos testigos de la culminación del esfuerzo de una ciudad como Londres por mostrar al mundo lo mejor de ellos y de los atletas que participaron en los Juegos. Para muchos, éstos no son los mejores juegos de toda la historia, en donde no sólo se rompieron récords de forma tal que parece imposible alcanzarlos, sino que se piensa en que el ser humano puede ser, como el mismo barón Pierre de Coubertain decía, más fuerte, más rápido. El récord mundial de los relevos de 4 x 100 metros de Jamaica hace pensar la posibilidad de que un ser humano pueda correr por debajo de los 9 segundos con 40 centésimas, cuando en la década de 1950 los científicos vaticinaban que era prácticamente componible para el ser humano correr más rápido los 100 metros y por debajo de los 10 segundos. Y cómo olvidar la medalla de oro por primera vez en nuestra historia de un deporte de conjunto, una medalla que nos hace soñar con la posibilidad de ser campeones del mundo en futbol.
Pero la pregunta financiera es ¿tiene la suficiente rentabilidad hacer los Juegos Olímpicos?
Primero que nada, no hay que olvidar que los Juegos no los organiza un país. Es una ciudad perteneciente a un municipio o ayuntamiento la que decide con el apoyo de su país organizar los Juegos.
Segundo, los costos son muy altos, tanto en infraestructura como en otros servicios, y alguien tiene que pagar por ellos. La ceremonia de apertura o de clausura son los eventos más caros de todos los Juegos, aunque, ironías de la vida, tuvo un costo casi igual al que tuvo la ceremonia de festejo por el Bicentenario mexicano en el 2010 (y en mi muy particular punto de vista, considero que me timaron con el evento mexicano, que para nada tuvo la espectacularidad del británico).
Las ciudades tienen tres formas de allegarse recursos para la organización de los Juegos. Uno son los patrocinadores oficiales, los cuales invierten cantidades suficientes, por ejemplo, para que exista el abasto de ciertos alimentos y bebidas durante esos quince días, o bien, el pago de cierta infraestructura que permita establecer su marca como de tecnología de punta. Hay, por cierto, dos tipos de patrocinadores, los del Comité Olímpico Internacional (COI), y los locales. Las ciudades toman ventaja sobre todo de los segundos. La segunda forma de allegarse de recursos es a través del mismo COI que se encarga de pagar ciertos sueldos y salarios, así como parte de la organización de los Juegos. Los árbitros, jueces y otros van por cargo del COI; además, cada delegación tiene un pago por los atletas que lleva y la manutención de los mismos en las villas olímpicas. Y la tercera forma de tener dinero para la organización no es otra que por medio de dinero ya sea del banco, o de contribuyentes. En México, si más, la organización de los Juegos Olímpicos de 1968 fue financiada por el impuesto a la tenencia de automóviles, el cual fue cobrado por primera vez seis años antes, en 1962, y fue tan benéfico para este país que desapareció en su forma original, como impuesto federal, hasta 50 años después, en el año en curso 2012.
Pero otras ciudades no han tenido tanta suerte. Montreal, sede de los Juegos Olímpicos de 1976, terminó de pagar sus deudas adquiridas por esos Juegos Olímpicos 30 años después. Atenas, la ciudad inicial de estos juegos, si bien es cierto que ya tenía problemas estructurales como país antes de los Juegos, financió los mismos y la recuperación fue negativa después de los mismos, que ya estamos actualmente viendo los resultados. Sydney, y Australia en su conjunto, esperaban que el Producto Interno Bruto del país subiera entre un 2 y 3 por ciento más por las Olimpiadas. Desde que se realizaron, el país sólo ha crecido entre un 0.5 y 1 por ciento por año. Beijing no sabe qué hacer con gran parte de su infraestructura deportiva y hotelera, ya que la ciudad ha dejado de ser la principal atracción turística para dar paso a Shangai o Hong Kong.
¿Londres pasará por lo mismo? En este caso, no lo creo. El mundo entero sueña con tomarse una foto como turista en el Támesis o bajo el Big Ben, o subirse al famoso London Eye. La infraestructura hotelera servirá para desahogar el gran flujo de turistas que año tras año tiene ese país y sobre todo la ciudad. Las instalaciones olímpicas en gran parte fueron adaptadas de otras ya existentes. La villa olímpica será en un corto plazo uno de los suburbios residenciales más exclusivos de Londres.
¿En qué radica el éxito entonces de organizar o no los Juegos Olímpicos?
A mi particular punto de vista, el éxito radica en la posibilidad que tiene esa ciudad o país de tener eventos internacionales en un futuro cercano. La gran fortuna que Brasil tiene para organizar por un lado un mundial de futbol en 2014, y las Olimpiadas en Río de Janeiro en 2016, le dará la oportunidad de recuperar la inversión que está haciendo actualmente, y si logra una Copa América o sudamericana, mismo caso. Países como Grecia, Sudáfrica, Australia y el mismo China, no tienen un turismo establecido, es más bien exótico, y además, pocas organizaciones desean hacer en esos países unos eventos internacionales (salvo la federación de Rugby, que cuenta con grandes seguidores en Australia y Sudáfrica). El flujo de personas que pudiera hacer que la inversión hotelera se recupere es escaso para el volumen de estos macroeventos.
Actualmente, Madrid está buscando por todos los medios ser sede de Juegos Olímpicos. Yo, lo pensaría más de dos veces; los problemas estructurales económicos de su país apenas están dando cuenta y como la punta del iceberg, son de nuevo más grandes de lo que se ve. Ojalá y el espectáculo en Río de Janeiro sea bueno, y que realmente Brasil tenga un impacto en sus finanzas por la realización del evento.
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