RESUMEN IV.* NARCOTRÁFICO Y CAPITALISMO. Al saberse que no eran unas cuantas islas sino todo un continente varias veces mayor que Europa, la decisión papal de otorgar la propiedad de América a España y Portugal en exclusiva provocó a las monarquías que quedaron al margen, a buscar de inmediato vías alternas que les permitieran participar en el saqueo.
Una medida fue la expedición de las primeras patentes de corso del siglo XVI por Enrique VIII a emprendedores aventureros y asaltantes, ejemplo que fue secundado ipso facto por los demás monarcas y continuado por los sucesores durante más de tres siglos.
La otra medida de los soberanos anglosajones consistió en aprovechar su también emprendedora, ambiciosa y agiotista burguesía emergente, para hacer un nudo con la providencial Reforma Protestante, que dio por resultado una mezcla explosiva con la cual se sacudieron la subordinación a la Iglesia Católica cuyo fracturado poder quedó reducido a un mínimo sector de Europa, pues recordemos que 500 años antes ya se había separado del Pontificado la mitad del continente (Europa Oriental incluida la gran Rusia) con el primer gran cisma ortodoxo.
LAS COMPAÑÍAS DE INDIAS. Los burgueses anglosajones se habían desarrollado y enriquecido durante los tres siglos en que se forjó la famosa Liga Hanseática creada en el siglo XII, poderosa red de rutas comerciales que llegó a cubrir todas las ciudades costeras de los países aledaños a los mares Báltico y del Norte, estableciendo las bases del mercantilismo en el que hasta la Iglesia Católica había caído al vender indulgencias, después de olvidarse de la máxima cristiana de condenar la acumulación, la ganancia, el lucro y la usura. (Por cierto, los comerciantes y piratas del Báltico se llegaron a entender tan bien que fue esta época en la que se inventó la patente de corso, procedimiento utilizado y reconocido legalmente hasta el propio siglo XX por países como Estados Unidos).
Las contemporáneas cruzadas en el Mediterráneo tuvieron parecidos resultados en el terreno mercantil. Ambos fenómenos contribuyeron además a la gestación del Renacimiento, del Racionalismo, de la Revolución Científica, del Estado-Nación y de la Revolución Industrial.
Y siendo expertos constructores de barcos, los burgueses nórdicos estaban prestos para emprender la gran hazaña de conquistar el comercio mundial como capitanes del mercantilismo de los siglos XV a XVIII, etapa precursora del capitalismo.
Lo que más atenaceaba su codicia era la posibilidad de comerciar con aquellos bienes que mayor ganancia les redituara mediante la práctica fraudulenta de saquearlos o comprarlos a precio de regalo y venderlos al más alto posible para convertir todas sus utilidades en oro, símbolo máximo de la riqueza acumulada para significar el cual empezaba a utilizarse la palabra capital.
Esos bienes eran las piedras y metales preciosos, el té, las especias, las sedas, las porcelanas, los marfiles, los esclavos, etc., pero sobre todo lo mejor cotizado: el opio al que el Imperio Español convirtió en adicto a un importante núcleo de chinos para hacer dinero fácil, convirtiéndose así en el inventor del narcotráfico.
Para ello, los burgueses anglosajones organizaron las primeras flotas navieras privadas de esa época, grandes empresas con un férreo sentido monopólico de carácter colonial, con amplios poderes otorgados por los monarcas mediante Cartas Reales: las famosas Compañías de Indias.
Para las Indias Orientales (Asia) crearon las compañías Inglesa (1600); Países Bajos (1602); Danesa (1616); Francesa (1664); Sueca (1731); Austriaca (1776)…
Para las Indias Occidentales (América) las de los Países Bajos (1621); la Danesa (1672)…
Estas empresas actuaban como verdaderos estados que tenían incluso ejércitos propios. La inglesa, por ejemplo, en menos de un siglo se posesionó de lo que denominaba Indostán, integrado por La India, Pakistán y Bengala –la actual Bangladesh– donde dedicó inmensos territorios al cultivo de amapola para convertirse en el principal proveedor de opio.
Mientras que Inglaterra (cuyo nombre había cambiado al de Reino Unido de Gran Bretaña en 1707) preparaba una cada vez más poderosa armada con los recursos que le aportaban sus corsarios y sus compañías de indias, a España le resultaba cada vez más difícil sostener el control administrativo y militar necesario para mantener el sojuzgamiento de tanta gente y proteger del saqueo ajeno tan extenso Imperio, llegando finalmente el momento en que la Armada Invencible fue destruida por la inglesa comandada por Nelson en la propia costa española de Trafalgar, en 1805.
Finalmente, al derrotar Wellington a Napoleón en Waterloo en 1815, Gran Bretaña se coronó como la indiscutida heredera del caído Imperio Español apropiándose así de sus grandes negocios y mercados, entre ellos el más codiciado: el del opio en China.
(Continuará)
Aguascalientes, México, América Latina
*Aclaración pertinente: En el número 69 de esta serie apareció la primera parte del resumen. Los números 70 y 71 iniciaron erróneamente como Conclusiones II y III.
