En algunos lugares de México se han puesto en práctica medidas para reducir la incidencia delictiva que parecen funcionar. La clave en estos casos ha sido la participación activa de los ciudadanos para reducir las oportunidades de éxito de los delincuentes. Un ejemplo de lo anterior es el caso de los habitantes de Ciudad Satélite, ubicada en el municipio de Naucalpan, en el Estado de México. Ellos decidieron tomar medidas para fortalecer su propia seguridad: si los delincuentes se pudieron organizar, ellos también.
Ante la escalada de robos a casa habitación, robos de auto y asaltos a empleadas domésticas, los habitantes de esta colonia aprendieron que la mejor herramienta de seguridad eran sus vecinos y no las autoridades policiales. Ellos han sido testigos de la alta rotación de los comandantes de la policía, lo que ha afectado la comunicación entre ciudadanos y autoridades. Además, han experimentado la falta de oportunidad en la respuesta de la policía ante las llamadas de emergencia. Tan sólo en pedir ayuda por teléfono, los ciudadanos demoran más de 10 minutos. A esto se suma el tiempo que tardan en trasladarse los elementos de seguridad al lugar de los hechos. Para cuando llegan, ya es demasiado tarde. Dado lo anterior, los vecinos empezaron a organizarse y a establecer mecanismos de comunicación y de alarma en caso de riesgo. Se dieron cuenta de que el apoyo de la red de vecinos era más efectivo dado que es inmediato. Tan sólo hay que dar la voz de alarma para que los demás reaccionen. Este tipo de acciones no solamente ha mejorado la seguridad, sino que ha fortalecido la confianza entre vecinos y ha reducido su sentimiento de inseguridad.
De entre estos ejercicios, destaca el caso del modelo de “Cadena de Vecinos” ideado por Mauricio Rojas, habitante de esta colonia. Inspirado por la película “Cadena de Favores”, Mauricio propuso un esquema en el que cada casa estaría vigilada por las personas que viven en otras cinco casas: la de la derecha, la de la izquierda, la de enfrente, la de enfrente a la derecha y la de enfrente a la izquierda. De esta forma, cada casa es el centro de una cadena de casas vigilantes. Entre las medidas que tomaron los vecinos están: tener actualizada la agenda telefónica de todos los vecinos de la calle; dar copia de las llaves al vecino de más confianza y no dejarlas a la vista; tocar el claxon cuando lleguen a casa; portar un distintivo para autos propios y de visitas; instalar una placa de “Cadena de Vecinos” en el exterior de la casa; prender la luz exterior de la casa; avisar cuando no estarán o saldrán de vacaciones; identificar a jardineros, lavacoches y trabajadores de la zona; quitar publicidad de los vecinos que no están y colocar basura en su canastilla; tener contacto con la Policía municipal y estatal, y avisar si ven algún vehículo sospechoso.
Cabe destacar que, desde sus inicios, Ciudad Satélite se ha caracterizado por contar con una población participativa en torno a los temas comunitarios. La de los últimos años no ha sido la primera crisis de seguridad que vive esta zona, ni la primera vez que los vecinos se organizan en torno a un tema de interés común. A finales de los años 90, tras la crisis económica desatada a finales de 1994, los delitos patrimoniales comenzaron a aumentar. En aquél entonces, los vecinos se organizaron para dificultar el acceso y salida de personas extrañas: cerraron callejones y parques con rejas, instalaron alarmas de seguridad que al momento de activarlas sonaban en todas las casas señalizando la casa victimizada con un foco rojo, e instalaron casetas de acceso a las calles y de vigilancia, entre otras medidas preventivas. Estas medidas fueron tan funcionales que incluso han sido útiles en casos de violencia intrafamiliar. Cuando viví en Satélite, formé parte de los vecinos que evitaron que una mujer fuera golpeada por su esposo, quien estaba alcoholizado. La vecina accionó la alarma y de inmediato, los vecinos estábamos afuera de su casa para apoyarla.
El caso de Ciudad Satélite ilustra la importancia de la participación ciudadana en la prevención y combate al delito. Este ejercicio, en el que ciudadanos y autoridades se hacen corresponsables de la seguridad, es una evidencia clara de que la efectividad de las políticas en materia de seguridad, como cualquier otra política pública, depende no solamente del establecimiento de acuerdos y del monitoreo del cumplimiento de compromisos por parte de las autoridades, sino del involucramiento ciudadano y la creación de comunidad. Dado lo anterior, si queremos un México más seguro, podemos empezar conociendo a nuestros vecinos y organizándonos para tener colonias más seguras.
Leticia Ramírez de Alba
Coordinadora del Programa de Seguridad Pública de México Evalúa
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