Según la encuesta telefónica levantada por el Gabinete de Comunicación Estratégica el 22 de agosto, la ingratitud carcome a una buena parte de la sociedad mexicana, al reprobar injustamente a los legisladores federales. Ni siquiera de panzazo les acreditaron el pase a la inmortalidad.
Las opiniones de los ciudadanos consultados sobre la calidad del trabajo de los diputados y senadores son variables: 34.1 por ciento considera que sólo buscan su beneficio personal; 29.1 por ciento, que no son trabajadores pues hacen poco y cobran mucho, y sólo 16.8 y 13.7 por ciento, respectivamente, los ven como representantes del pueblo o como servidores públicos.
La falsa percepción ofende. Al pueblo le consta que se parten el alma para ofrecerle (y regalarse) la mejor calidad de vida. Son eficientes, productivos, competitivos, muy trabajadores, tanto o más que los sufridos albañiles o los esquilmados obreros. Los tachan de flojos pero no lo son, más bien, administran sus energías para servir a la República con decoro.
Los tribunos mexicanos “se sientan sólo 195 días al año, la menor cantidad entre los países más grandes de América Latina”, reveló The Economist en el injusto texto “La siesta del congreso, la legislatura de no hacer nada”, publicado el reciente 26 de enero.
Para que no parezcan lombrices deshidratadas, el modesto salario da para un pollito a la orange, es decir, bañado con Fanta de naranja. De acuerdo al Diario Oficial de la Federación, del 29 de febrero de este año, a los senadores les pagamos con nuestros impuestos los montos siguientes: salario mensual neto (libre de impuestos) de 121 mil 700 pesos (4 mil pesos diarios), más seguro de vida institucional equivalente a 40 meses de dieta bruta (4.8 millones de pesos), más seguro de gastos médicos mayores equivalente a mil 500 salarios mínimos generales del Distrito Federal (93 mil 500 pesos al año, incluye también a la cónyuge y a los hijos menores de 25 años), más gratificación de fin de año correspondiente a 40 días de dieta para romper la piñata en la amplia residencia particular .
Además, los pobrecitos Siervos de la Nación reciben seguro de separación individualizado (integrado con aportación voluntaria del 10 por ciento de su suelo y por el cual la Cámara Alta le otorga una cantidad igual, incluyendo el ISR correspondiente, para ser cobrado cuando la golondrina abandone el nido y vuele veloz y fatigada), más otro ingreso por presidir alguna Comisión legislativa (3.9 millones al año para gastarlos a discreción), más 75 pesos mensuales para contratar chalanes (secretaria, asesores, ujieres y demás primer círculo dorado), más automóvil, más chofer, más mantenimiento del vehículo, más vales de gasolina (entre tres y seis mil pesos mensuales), más tarjeta IAVE para pagar casetas y viajar gratis por las carreteras del país, más boletos de avión a los cinco continentes (no incluye vuelos a la Luna, Marte y Venus, supongo), más viáticos para viajes (7 mil pesos diarios para consumos personales), más gastos de representación, más alimentación mensual, más el pago de teléfonos celulares y otros artilugios de la posmodernidad, más gastos para “atención ciudadana”, más el pago de más lo que se me haya pasado.
El interminable listado nada tiene que ver con los 50 mil pesos mensuales (incluidas prestaciones) que cobran los senadores de Venezuela, Ecuador y Paraguay, por citar algunos ejemplos latinoamericanos, o los cinco mil pesos quincenales depositados por el gobierno municipal de Aguascalientes a la cuenta de nómina de la joven licenciada en mercadotecnia, o el salario mínimo diario que recibe el obrero mexicano.
Compare el sueldo y prestaciones de usted contra los obtenidos por los senadores, y verá que la diferencia es tan poca que no vale la pena denostar o desdeñar a nuestros mandarines.
Aunque, en otro punto del planeta, en el mundo de carne y hueso, la admirada María, de escasos 11 años, es una gran emprendedora, porque emprende el vuelo diario para recorrer, a muy temprana hora, las oficinas de la Presidencia Municipal de Jesús María, Aguascalientes.
La niña de menudito cuerpo, piel morena y pelo negro, trabaja de sol a sol. Sus pequeñas manos sostienen la bolsa de plástico donde guarda las gelatinas. Con su aguda voz ofrece el producto elaborado en casa. Dejó los estudios. Estudió hasta cuarto de primaria. Su padre la traslada en el triciclo para cargar los flanes y hacer más fácil el andar.
La contabilidad de María no registra percepciones ordinarias y extraordinarias, suelo base, compensación garantizada, estímulos, bonos, prestaciones, seguros o personal a su disposición. El único ingreso que tiene es el ganado con el sudor de su frente para contribuir al sustento familiar.
Por eso y mucho más, María se arropa con el mejor fuero concedido al ser humano honrado y trabajador: el gigantesco respeto a su minúscula edad.
La perseverancia propia y el reconocimiento ajeno, le valieron el pase a las oficinas, vedado al resto de los vendedores ambulantes. Justicia divina.
Porque alguien tiene que escribirlo: Los triunfadores Martín Orozco Sandoval y Fernando Herrera Ávila (PAN), y Miguel Romo Medina por la primera minoría (PRI), llegan al senado con mandato escaso del 19.6 por ciento de las personas inscritas en la Lista Nominal del Estado de Aguascalientes.
Hagamos patria, impidamos la disminución de senadores, México no merece semejante despropósito. ¿No cree usted?
marigra@infosel.net.mx




