Crímenes y Pecados (1989) es una de las películas de Woody Allen por antonomasia, aborda los temas favoritos del director neoyorkino: las pasiones humanas, el debate moral y por supuesto el cine. Interpretándose una vez más a sí mismo, su personaje es un cineasta que aspira a hacer arte rehuyendo de proyectos banales y comerciales, justamente como el que le ofrece un gran productor de televisión, tratando de ayudarlo para que salga de sus apuros económicos ¿Traicionar sus ideales u obtener algo de dinero? ¿La bancarrota financiera o la moral? Se preguntará el director. Por otra parte, un exitoso oftalmólogo goza de prestigio ético y profesional con una hermosa familia y una vida que es ejemplo perfecto de comodidad y lujos forjados en años de trabajo. Sin embargo, todo comienza a irse por la borda cuando su amante amenaza con revelar a todo el mundo sus infidelidades y alguno que otro de sus pecados financieros. Sólo tiene dos soluciones: su rabino le recomienda pedir perdón, enfrentar los hechos y asumir sus consecuencias; del otro lado, su hermano le consigue un asesino a sueldo que le librará del problema, ambos le plantean el dilema de optar entre la conciencia o el bienestar material. Dos caminos por tomar: el cineasta decide por su moral, el oftalmólogo prefiere matar a su amante.
El homicidio de una mujer –como el perpetrado por el oftalmólogo– al igual que el de cualquier ser humano es una tragedia. Sin embargo, de unos años para acá en este país el asesinato de mujeres comenzó a ser una pandemia con tintes sexistas, es decir, no violencia común, sino por cuestiones de género. Lejos de buscar soluciones de fondo, como atacar las causas directas de esta clase de homicidio (casi siempre ligado con la falta de oportunidades de las mujeres para desarrollarse en igualdad de condiciones), se optó por la solución fácil, manosear de nueva cuenta el ordenamiento penal creando como delito especial el llamado feminicidio.
El feminicidio no es una solución; por el contrario, usualmente en esta clase de delitos se introduce un elemento subjetivo: que el asesinato sea motivado por cuestiones de género. De esta forma, lejos de hacer más sencilla para el ministerio público la integración de la averiguación previa se le complica: en el caso de un asesinato normal sólo tendría que acreditar la muerte y la relación causa-efecto de la víctima y victimario (y en su caso, elementos que agraven el delito, como el parentesco, la premeditación, la brutalidad, etc.) en cambio, en el feminicidio le exige además probar la “intención”, es decir, que al asesinar el victimario quería hacerlo por una cuestión de género; como lo sabrá cualquier penalista, los elementos subjetivos por su complejidad pueden abrir rendijas para la impunidad del criminal, por ello es mejor tratar de limitarlos lo más posible en los ordenamientos penales. Sumémosle a esto que lo único que lograremos sería castigar, mas no evitar, que es al final de cuentas el objetivo que deberíamos perseguir. En esta materia dice el maestro en juicios orales L. Eduardo Astrain Bañuelos, catedrático de Derecho Penal en la UAA y candidato a Doctor en Derecho por la Universidad de Guanajuato, que la tipificación del feminicidio es sólo un recurso que implementa el Legislador para satisfacer demandas de gestores de criminalización (en el caso particular, de grupos feministas) pero que en la realidad no se requiere de una reforma penal de esta naturaleza, al encontrase ya regulado en los códigos penales el homicidio calificado con penas severas (hasta cincuenta años de prisión) y en donde encuadran perfectamente los distintos tipos de feminicidos, sin exigir de la autoridad la acreditación de elementos internos de difícil comprobación en la práctica.
Para cerrar su cinta, por azares del destino los dos personajes de Allen se encuentran en una fiesta y entablan un diálogo, platican sobre cómo hacer un guión, la trama sería de una persona que mata a su amante y que no experimenta consecuencia alguna, el cineasta dice que no podría haber un final donde el asesino saliera libre en sentido legal y moral; el oftalmólogo, después de un tiempo, ya sin el menor remordimiento o consecuencia de su crimen, le dice que los finales felices son propios de una película de Hollywood, la vida no es así. Ciertamente las cosas no son tan sencillas, muchos crímenes quedan impunes, por eso frente a la idea de castigar me parece que si en verdad creemos que en Aguascalientes existe violencia de género en esos niveles, más que generar el tipo penal de feminicidio, deberíamos buscar prevenir, crear mecanismos que nos ayuden a rescatar a todas esas mujeres que se encuentran en condiciones de vulnerabilidad. La prevención del delito es más eficaz implemento que políticas públicas ajenas al Derecho Penal.
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